viernes, 22 de junio de 2012


ALDO PELLEGRINI



  

Todo te nombra



Las trayectorias opuestas se encuentran se
abren los muslos temerosos
el amor arranca sus raíces del sueño
una nube se cierne sobre el párpado
el gran señor de la mañana dormita

La noche atraviesa el puente el carruaje
extraviado de los que despiertan se detiene
en el punto donde se acumulan los murmullos
un árbol de frío eleva su voz colérica
la mirada de la angustia despliega sus reflejos
todo te nombra

La inmovilidad del río el barquero espera
las luces acuden en socorro de la fiesta del corazón
el deseo de la mujer es un grito el coro
de las damas elegantes en la nebulosa de la dádiva
se consume el temor rueda
la despiadada cadena de los visitantes lentamente
se purifica la esclavitud los nervios abiertos
recogen las intenciones extrañas el hábito
del perseguidor la aparición
de un vago suicidio en la mañana de los lamentos
el definitivo
exterminio de los sollozos la estrella torturadora y
el mago de la alta sombra
portador de la palabra lacerante
te nombra.

MÓNICA LANERI





Nuevo Testamento



II

Y nuestros cuerpos
se encontraron
con ansias
de recién nacido
que sorbe
del pezón
generoso
de su madre.

ALEGRÍA AGOSTO





Memoria de caracolas en la brisa



Embrujo
        cólera
                estallido

Te regalo el mar
oye las caracolas
sumerge tu cuerpo desnudo
en mi canción
confíale tu memoria a las sirenas
Te regalo el mar
hazlo tuyo.

GOYA GUTÍERREZ






Ciudad de los tranvías

                                     A Antoni Gaudí



los azules y verdes se entibiaban
hacia malvas y púrpuras,
como hogar encendido crepitaba la tarde,
y Ariadna
en sus ojos de niña, silenciosa
apresaba
el vuelo de las hojas y el ondear de un hilo:
estrechos ríos férreos surcaban
la ciudad de luciérnagas,

hasta la estancia mirador
llegaban aquellas dulces voces
de los locutores
que ella creía, habitaban allí,
felices y encantados por un mago
en aquel pequeño laberinto de cables,
misterioso

detrás del balcón y sobre el balancín
Ariadna se quedó dormida,
y en su sueño el crepúsculo
la condujo a una cueva
de galerías infinitas y abiertas puertas,
y ventanas que penetraban
en habitaciones de árboles
que daban al fondo
de un batiente mar
de danza planetaria,
y allí estaba él: genio, vate, Dédalo,
inmerso en el arte
y juego sin fin,
recorriendo casi agónicamente
con sus manos
el insondable espacio,
pesarosos los ojos
de no poder darle alcance al tiempo,
inagotable búsqueda, en sus dedos
apareció el extremo de un hilo,
corriente que lo arrastró hacia fuera,

un antiguo clochard se confundía
entre la muchedumbre ajena
en su mano una moneda para regar
aquel jardín eterno, abandonado
en la ciudad ausente, dormida
entre sus pasos,

Ariadna despertó violentamente,
tras los cristales el rostro
enmarcado en una conocida elipse,
y en las dos ondas verticales
de aquel número
raigambre
de obra, vida y muerte

sobre aquellos dos hilos paralelos
y negros, un cuerpo
desvencijado, anónimo,
y el parpadeo tenue
de una vieja luciérnaga


Del libro "La mirada y el viaje"

FERNANDO PESSOA





El guardador de rebaños



Desde la ventana más alta de mi casa,
con un pañuelo blanco digo adiós
a mis versos, que viajan hacia la humanidad.
Y no estoy alegre ni triste.
Ése es el destino de los versos.

Los escribí y debo enseñárselos a todos
porque no puedo hacer lo contrario,
como la flor no puede esconder el color,
ni el río ocultar que corre,
ni el árbol ocultar que da frutos.

He aquí que ya van lejos, como si fuesen en la diligencia,
y yo siento pena sin querer,
igual que un dolor en el cuerpo.

¿Quién sabe quién los leerá?
¿Quién sabe a qué manos irán?

Flor, me cogió el destino para los ojos.
Árbol, me arrancaron los frutos para las bocas.
Río, el destino de mi agua era no quedarse en mí.
Me resigno y me siento casi alegre,
casi tan alegre como quien se cansa de estar triste.

¡Idos, idos de mí!
Pasa el árbol y se queda disperso por la Naturaleza.
Se marchita la flor y su polvo dura siempre.
Corre el río y entra en el mar y su agua es siempre la
que fue suya.

Paso y me quedo, como el Universo.