viernes, 10 de agosto de 2012


FELIX LOPE DE VEGA






A Mis Soledades Voy



A mis soledades voy,
de mis soledades vengo,
porque para andar conmigo
me bastan mis pensamientos.

No sé qué tiene el aldea
donde vivo y donde muero,
que con venir de mí mismo,
no puedo venir más lejos.

Ni estoy bien ni mal conmigo;
  mas dice mi entendimiento
que un hombre que todo es alma
  está cautivo en su cuerpo.

Entiendo lo que me basta,
y solamente no entiendo
cómo se sufre a sí mismo
un ignorante soberbio.

De cuantas cosas me cansan,
fácilmente me defiendo;
pero no puedo guardarme
de los peligros de un necio.

Él dirá que yo lo soy,
pero con falso argumento;
que humildad y necedad
no caben en un sujeto.

La diferencia conozco,
porque en él y en mí contemplo
su locura en su arrogancia,
mi humildad en mi desprecio.

O sabe naturaleza
más que supo en este tiempo,
o tantos que nacen sabios
es porque lo dicen ellos.

«Sólo sé que no sé nada»,
dijo un filósofo, haciendo
la cuenta con su humildad,
adonde lo más es menos.

No me precio de entendido,
de desdichado me precio;
que los que no son dichosos,
¿cómo pueden ser discretos?

No puede durar el mundo,
porque dicen, y lo creo,
que suena a vidrio quebrado
y que ha de romperse presto.

Señales son del juicio
ver que todos le perdemos,
unos por carta de más,
otros por carta de menos.

Dijeron que antiguamente
se fue la verdad al cielo;
tal la pusieron los hombres,
que desde entonces no ha vuelto.

En dos edades vivimos
los propios y los ajenos:
la de plata los estraños,
y la de cobre los nuestros.

¿A quién no dará cuidado,
si es español verdadero,
ver los hombres a lo antiguo
y el valor a lo moderno?

Todos andan bien vestidos,
y quéjanse de los precios,
de medio arriba romanos,
de medio abajo romeros.

Dijo Dios que comería
su pan el hombre primero
en el sudor de su cara
por quebrar su mandamiento;

y algunos, inobedientes
a la vergüenza y al miedo,
con las prendas de su honor
han trocado los efectos.

Virtud y filosofía
peregrinan como ciegos;
el uno se lleva al otro,
llorando van y pidiendo.

Dos polos tiene la tierra,
universal movimiento,
  la mejor vida el favor,
la mejor sangre el dinero.

Oigo tañer las campanas,
y no me espanto, aunque puedo,
que en lugar de tantas cruces
haya tantos hombres muertos.

Mirando estoy los sepulcros,
cuyos mármoles eternos
están diciendo sin lengua
que no lo fueron sus dueños.

¡Oh, bien haya quien los hizo!
Porque solamente en ellos
de los poderosos grandes
se vengaron los pequeños.

Fea pintan a la envidia;
yo confieso que la tengo
de unos hombres que no saben
quién vive pared en medio.

Sin libros y sin papeles,
sin tratos, cuentas ni cuentos,
cuando quieren escribir,
piden prestado el tintero.

Sin ser pobres ni ser ricos,
tienen chimenea y huerto;
no los despiertan cuidados,
ni pretensiones ni pleitos;

ni murmuraron del grande,
ni ofendieron al pequeño;
nunca, como yo, firmaron
parabién, ni Pascuas dieron.

Con esta envidia que digo,
y lo que paso en silencio,
a mis soledades voy,
de mis soledades vengo.

AURORA LUQUE





Interior



A menudo converso con mis sueños.
Los invito a salirse de la noche
y se sientan, con trajes neblinosos,
junto a mi mesa sucia de papeles.
y les pregunto sobre su sintaxis
porque se ofenden si hablo de semántica.
Hoy he recuperado de sus manos
un fragmento de ti tan exquisito .
como una noche de junio en Gil de Biedma,
un otoño de Keats o aquel sabor a polo de naranja
de las viejas mañanas de domingo.

De "Problemas de doblaje"

INGRID VALENCIA





En el sueño yo muero



En el sueño no muero, me traslado
con la flama hacia mi cuerpo
No hay más ruinas que levantar
acaso la máscara que me vio partir
rumbo a la noche blanda, eléctrica. No
muero, me sostengo en cada paso
que enciende la nube
y callo
—Aquí,  decía el poeta y voy al vértice
Hay montañas que tienden al precipicio
soy la caída, la ondulación
Hay gente que señala hacia las piedras
Hay un pozo al centro de la plaza
y cabezas lanzadas desde su brocal
van al llanto, a la bala
en el grito, el último
Ayer se moría para ceder la entrada al túnel
hoy los engranes del silencio transgreden
una piel que me devora
Hay un jardín de raíces pudriéndose
en estos ojos sumergidos en el amanecer
en la sangre de una bóveda calcinada
He dejado de partir
la pupila se contrae
al centro de un cielo amniótico
ya no atiendo a la prisa de la duda
ni escucho al rostro disperso del muro
pero aunque no muero sé que el viento
me humilla al despertar en otro sol
de claves marchitas
de nieve azulada que brota de los poros, de la boca
En el sueño hay un río que se lleva el cadáver
y un árbol que sujeta el temblor
Aquí, en el negro inmóvil, bajo un viento artificial
La vida se demora.

SERGIO GARCÍA





La labor de Cupido



Tensa la mano la cuerda
Tensa la cuerda el arco
Tensa al amor la ausencia

Surca el aire
La flecha esperanzada
De herir tu corazón

De “Versos Marianos”

ZAZIL ALAÍDE COLLINS





Poética



La palabra es tan orgánica como el cuerpo. Las palabras retumban en él, pues, sobretodo, hacen sentido cuando lo sacuden; la poesía reverbera, gime: es canto. La poesía la mueve.