"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
lunes, 10 de septiembre de 2012
TANYA DE FONZ
Abanicos
Mi
rostro es la mayor de mis derrotas
Mis
piernas se abren
sobre
tu cuerpo
como
alas de paloma
y
es a mi sangre tierra
a
quien encuentras
En
ella labras
jeroglíficos
que
sólo mi corazón
entiende.
MÓNICA LANERI
Antiguo
Testamento
III
Perdida
en
la torre
de
Babel
busco
tu cuerpo.
Único
lenguaje
que
comprendo.
GABRIELA MARI
Encontrarte
No
me pidas que escarbe en los olvidos
porque voy a encontrarte, no tan lejos.
Y voy a verte mudo.
Y vas a verme ciega.
Y voy a ver tu sombra en los pasillos.
Y vas a ver mis sueños escondidos.
Y vas a reclamarme tu presencia.
Y voy a refugiarme en mis ausencias.
Y vamos a olvidarnos del olvido.
porque voy a encontrarte, no tan lejos.
Y voy a verte mudo.
Y vas a verme ciega.
Y voy a ver tu sombra en los pasillos.
Y vas a ver mis sueños escondidos.
Y vas a reclamarme tu presencia.
Y voy a refugiarme en mis ausencias.
Y vamos a olvidarnos del olvido.
No
me pidas que escarbe en la esperanza
porque voy a encontrarte, quizás lejos.
Y quizás nos pidamos un respiro
una paz mullida, un pasto tierno
y quizás nos besemos en las puertas
acunando el olvido, ya sin penas.
porque voy a encontrarte, quizás lejos.
Y quizás nos pidamos un respiro
una paz mullida, un pasto tierno
y quizás nos besemos en las puertas
acunando el olvido, ya sin penas.
LUISA CASTRO
El
sueño de la muerte
I
Despiértame
de este sueño de la muerte,
príncipe de mis días,
acércate,
encuéntrame tendida en este sueño de la muerte.
príncipe de mis días,
acércate,
encuéntrame tendida en este sueño de la muerte.
Tan
bella como pueda serlo
aquella que ha cruzado huyendo un bosque
y se ha rendido,
aquella que ha cruzado huyendo un bosque
y se ha rendido,
así
soy yo de bella.
Muerta
y llorada por pequeños amigos.
II
Despiértame
de este sueño de la muerte.
Atiende toda señal del camino
y presta oídos al rumor de los árboles.
Ellos te guiarán.
Ábrete paso, príncipe de mis días,
encuéntrame aquí bella y dormida
y bésame.
Atiende toda señal del camino
y presta oídos al rumor de los árboles.
Ellos te guiarán.
Ábrete paso, príncipe de mis días,
encuéntrame aquí bella y dormida
y bésame.
Tanto
como puedas besar a aquella
que ha cruzado huyendo un bosque
perseguida y sin culpa
hasta perderse.
como puedas besar a aquella
que ha cruzado huyendo un bosque
perseguida y sin culpa
hasta perderse.
Así
de bella soy.
III
Tu
caballo,
escúchalo,
sabe hacia dónde va,
no lo reprendas.
Sus pequeñas y sensibles orejas
te guiarán.
escúchalo,
sabe hacia dónde va,
no lo reprendas.
Sus pequeñas y sensibles orejas
te guiarán.
Hasta
este claro en el bosque.
Hasta
mí,
que sabía que vendrías a caballo.
que sabía que vendrías a caballo.
IV
Escondida
del filo mortal del malvado
hasta aquí he llegado.
del filo mortal del malvado
hasta aquí he llegado.
Refugiada
de los venenos que acechan,
nadie
puede arrancarme el corazón.
de los venenos que acechan,
nadie
puede arrancarme el corazón.
Así
de muerta estoy.
V
Pero
la casa es pequeña
y las herramientas,
diminutas en mis manos.
y las herramientas,
diminutas en mis manos.
La
bondad de mis amigos,
un hermoso ataúd de cristal
y un entierro hermoso.
un hermoso ataúd de cristal
y un entierro hermoso.
Y
esa roja manzana
de piel resplandeciente
y maligna semilla,
no más dura y más bella que este fruto de mi muerte.
de piel resplandeciente
y maligna semilla,
no más dura y más bella que este fruto de mi muerte.
De "De mí haré una
estatua ecuestre"
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