miércoles, 14 de noviembre de 2012


GONZALO MALLARINO FLÓREZ





No puedes venir



La luz cayendo entre los árboles
y esos niños mirando la tierra y buscando con los dedos.

Las ramas sobre las cabezas y los niños mirando
las piedras y las lombrices.

Se encaramaron después en la barda amarilla para
mirar el río y abajo unas mujeres negras lavando.

¿Viste las uñas? ¿Las piernas de ellos? ¿Las espaldas con pecas?
¿Y unas yemas buscando piojos despacio?

Así para que sepas cuánta luz había y no vengas
oscura. Mira cuánta tórtola
y cuánta hoja había.

Recuerda la tierra entre las uñas de los niños.

Si aún te hace falta mira las rodillas.

Mira que ahora están respirando otra vez los niños
y cae otra hoja.

No puedes venir oscura ahora.
No puedes llegarme hoy.

CELIA VIÑAS





Parvulos



¿Tú has tenido
una maestra
como yo, di,
con su falda de cerezas?

No sé cómo se llamaba;
más tenía una cenefa
en su falda
de cerezas.

Y era el campo y era el cielo
de mi escuela,
el cerezo de su falda
de soltera.

EUGENIO FLORIT






Los pobres en amor, qué pobres somos...



Los pobres en amor, qué pobres somos.
Ya ni la tierra nos parece hermosa,
ya ni la noche, ni la tarde clara,
ni el árbol, ni la flor nos enriquecen.
¿Qué nos da de calor la mano abierta,
de compañía la callada estancia,
del piano la voz desvanecida,
de la luz el brillar, de la presencia
el hálito fugaz que se evapora?

Pobres de amor, pasamos de camino
con la desilusión por compañera
y un preguntar que nadie nos responde
queda vibrando al aire del silencio;
y al aire van las voces y la pena
y todo el aire es un lugar de olvido.

¿Quieres amor? Más quiero la riqueza
de este seguro estar en mi pobreza.


JOSÉ LEZAMA LIMA






Caída la hoja miro...



Caída la hoja miro,
ya que tu olvido decrece
la calidad del suspiro
que firme en la voz se mece.

La sombra de tu retiro
no a la noche pertenece,
si insisto y la sombra admiro
tu ausencia no viene y crece.

La sustancia del vacío
sólo halla su concierto
elaborando el desvelo

que presagia el cuerpo yerto.
Diosa perdida en el cielo,
yo con el cuerpo porfío.

NICOLÁS GUILLÉN




  

La sangre es un mar inmenso



La sangre es un mar inmenso
que baña todas las playas...

Sobre sangre van los hombres,
navegando en sus barcazas:
reman, que reman, que reman,
¡nunca de remar descansan!

Al negro de negra piel
la sangre el cuerpo le baña;
la misma sangre, corriendo,
hierve bajo carne blanca.

¿Quién vio la carne amarilla,
cuando las venas estallan,
sangrar sino con la roja
sangre con que todos sangran?

¡Ay del que separa niños,
porque a los hombres separa!
El sol sale cada día,
va tocando en cada casa,
da un golpe con su bastón,
y suelta una carcajada...

¡Que salga la vida al sol,
de donde tantos la aguardan,
y veréis cómo la vida
corre de sol empapada!

La vida vida saltando,
la vida suelta y sin vallas,
vida de la carne negra,
vida de la carne blanca,
y de la carne amarilla,
con sus sangres desplegadas...

¡Los niños, fascinados,
se van levantando,
y rodean a la madre,
que los abraza formando un grupo con ellos,
pegados a su alrededor. Continúa!:

Sobre sangre van los hombres
navegando en sus barcazas:
reman, que reman, que reman,
¡nunca de remar descansan!

Ay de quien no tenga sangre,
porque de remar acaba,
y si acaba de remar,
da con su cuerpo en la playa,
un cuerpo seco y vacío,
un cuerpo roto y sin alma,
¡un cuerpo roto y sin alma!...



GASTÓN BAQUERO





Olvido



¡Cómo el olvido ha ido destruyendo
el mundo aquel que edificamos juntos!
¡Las abejas sonoras, los pastos, el estruendo
del río bramador acorralado, los difuntos
ecos del viento que partió gimiendo
con tu enorme cadáver, y ardió los juncos
con llama tan veloz que aún está ardiendo,
con ceniza tan cruel que aún están truncos!

Donde hubo razón de frescos vinos,
de panes floreciendo en la alborada,
de reluciente fruto mantenido

en remotos estrados cristalinos,
hoy sólo queda una sombra desgarrada
y tus restos luchando con mi olvido.