jueves, 22 de noviembre de 2012


MARISOL BAEZA




  
Porque eres



Te quiero por que eres mar
tan salado y bravío
te quiero por que eres la ola
que me envuelve a lo profundo
y me devuelves a la orilla como un pez moribundo
te quiero por que vuelves y vas
vuelves y vas de mí hacia mí
vuelves y me encuentras, siempre me encuentras
como barco varado en tu orilla y entonces te quedas
si te quedas, hasta oxidarme
por eso te quiero por que eres mar
y te vas tan profundo te vas
soy tu arena, tu pez, vivo dentro de ti y vives dentro de mí
Mi mar, mi sal.

IRENE DUCH GARY





  
Hoy, en tus ojos


A Manuel Mercader

Hoy, en tus ojos,
La ternura,
Como un niño solitario se asomaba.

Yo no supe cobijarla.
Mi corazón, raíz de sombras,
Se acunaba en el hechizo de otros tiempos.

Si solamente viajera en tu dolor
El instante llegara
Sin palabras,
Como un ligero huracán,
Que se levanta,
Nos levantara el vuelo
Humanamente loco del abrazo.

Y, así, nos transportara,
Crisálida de luz,
Esquirla sobre esquirla,
En un reposo de siglos
Y en el instante quedara.


ERNESTO CARDENAL






7. Epitafio para la tumba de Adolfo Báez Bone




Te mataron y no
nos dijeron donde
enterraron su cuerpo,

Pero desde entonces
todo el territorio
es tu sepulcro

o más bien;
en cada palmo
de territorio nacional
en que

no está tu cuerpo
tú resucitaste

Creyeron que te
mataban con una orden
de ¡fuego!

Creyeron que te
enterraban

Y lo que hacían
era enterrar una semilla.


MANUEL SCORZA






Música lenta



Para que tú entres,
a veces de tristeza, el corazón se me abre.

Como una puerta tímida,
para que tú entres, el corazón se me abre.

Pero tú no vienes,
no vuelas más sobre los campos.

En vano mi corazón
a la ventana de su dolor se asoma.
Pasas de largo,
como si el viento
soplase sólo para allá.

Pasa la mañana y no viene la tarde.
Y el corazón se me cierra,
como una mano sin nadie, el corazón se me cierra

OLIVERIO GIRONDO






No soy quien escucha...



No soy quien escucha
ese trote llovido que atraviesa mis venas.

No soy quien se pasa la lengua entre los labios,
al sentir que la boca se me llena de arena.

No soy quien espera,
enredado en mis nervios,
que las horas me acerquen el alivio del sueño,
ni el que está con mis manos, de yeso enloquecido,
mirando, entre mis huesos, las áridas paredes.

No soy yo quien escribe estas palabras huérfanas.

FRANCISCO GÁLVEZ





Natural



Susurra el árbol, la razón entiende:
nada es el norte o el sur sino aquello que
el corazón elige, ni el objeto
es el amor sino el amor
todo en sí mismo, porque viejo o joven
hermoso es el tiempo de la luz,
como natural es el paisaje
o por libre la voluntad es fuero.

De Un hermoso invierno