sábado, 19 de enero de 2013

EDITH VERA





Soy necesaria…



Soy necesaria al ponerse el sol
porque ¿quién vigilaría las estrellas?
¿quién miraría si cada trébol plegó sus hojas?
¿quién apagaría los fuegos encendidos?
¿acaso te preocuparía el ladrido lejano
de algún perro solitario?
Ya ves, ése es el momento
de mis preocupaciones.
Y camino como si llevara atadas a mi cintura
las llaves de la noche.

EVA MURARI






Los últimos días de marzo



27

El sol desde las persianas
enciende el borde de las cosas.
Es mi regalo
por levantarme temprano.

JIMENA ARNOLFI






Síndrome del Cantautor



Es importante que sepas eso
sólo puedo arruinarte la vida.

Siempre veo arañas por todos lados
bichos que están trepando
bichos que están comiendo a otros bichos
bichos que después dan la vuelta carnero
y se empiezan a morir en cámara lenta.

A veces me parece que pierdo la noción
pero sos lo mejor que no me pasó en la vida.

Ayer estaba triste
y me explicaron que el problema
es que tengo el síndrome del cantautor:
el pibito con la guitarra
el pibito con los poemas
el pibito que se emborracha
y que viva, que viva la revolución.

Empiezo a leer tus poemas
cuando no estás
como quien desarma un juguete
para ver qué tiene adentro.

Otra vez soy un Renault 4
segunda mano
caño de escape a la miseria.
Mi conducta a veces te parece extraña
como esa vez que te dije
que no me gustaba que me mires la cara
si me quedaba dormida.


La verdad es que nunca te expliqué
pero esa noche soñé que te iba a matar.

¡Fin!

MAX AUB





 Cárcel de Niza


(12 de Junio de 1941)


Soy lo que seré.
Lo que seré soy.
Tanto da morir mañana
como morir hoy


EDUARDO LIZALDE





El Tigre



Hay un tigre en la casa
que desgarra por dentro al que lo mira.
Y sólo tiene zarpas para el que lo espía,
y sólo puede herir por dentro,
y es enorme:
más largo y más pesado
que otros gatos gordos
y carniceros pestíferos
de su espécie,
y pierde la cabeza con facilidad,
huele la sangre aun a través dei vidrio,
percibe el miedo desde la cocina
y a pesar de las puertas más robustas.

Suele crecer de noche:
coloca su cabeza de tiranosaurio
en una cama
y el hocico le cuelga
más allá de las colchas.
Su lomo, entonces, se aprieta en el pasillo,
de muro a muro,
y solo alcanzo el baño a rastras, contra el techo,
como a través de un túnel
de lodo y miel.

No miro nunca la colmena solar,
los renegridos panales del crimen
de sus ojos,
los crisoles de saliva emponzoñada
de sus fauces.

Ni siquiera lo huelo,
para que no me mate.
Pero sé claramente
que hay un inmenso tigre encerrado
en todo esto.

VERONICA VOLKOW





Laberinto



Con mi vida escribo
la huella de una estrella,
un laberinto que encendida ando.
Sumergida en la sombra
mirada plena,


Hay un vuelo que abre
la luz en lo interno
un caminar sensible,
y cuidado
del corazón despierto.