viernes, 22 de febrero de 2013

EDUARDO NOGAREDA





No con palabras



no quiero hablar de ti con palabras sino con remos
acostumbrados al humano trato
no con palabras sino con palancas
capaces de pequeños actos heroicos
con objetos de mesa todos hechos con madera sin pulir
con canoas cansadas pero llenas de ilusión

no con palabras ni con pelucas
quiero hablar de ti con espesuras y distribución de colores
con ejercicios de difuminación sobre el cielo del atardecer
en el río Cebollatí

no quiero hablar de ti con palabras
sino con seres que dispongan de alas
con alas quiero hablar de tu vuelo
quiero que la manera de hablar de ti
sea una traslación de materia viva
al mejor estilo de la golondrina

no con palabras ni con trajes largos
sino con rumores de agua aquietada entre árboles
que se están inclinando sobre el cauce
como hombres que preparan el amor


VICENTE ALEIXANDRE





Sin fe



Tienes ojos oscuros.
Brillos allí que oscuridad prometen.
Ah, cuán cierta es tu noche,
cuán incierta mi duda.
Miro al fondo la luz, y creo a solas.
A solas pues que existes. Existir es vivir con ciencia a ciegas.
Pues oscura te acercas
y en mis ojos más luces
siéntense sin mirar que en ellos brillen.
No brillan, pues supieron.
¿Saber es conocer? No te conozco y supe.
Saber es alentar con los ojos abiertos.
¿Dudar...? Quien duda existe. Sólo morir es ciencia.


PEDRO GARFIAS





Novia



Tus ojos tienen la profundidad
de los espejos.
Muy a lo hondo de tus miradas
hay un paisaje verde, acribillado
por las mil flechas de la brisa.

Tus trenzas tienen el retorcimiento
de los pecados.
Pero son inocentes.
Bajo mis manos palpitaban
mansas y humildes como corderos.

Tus piernas son altivas y castas.
Serenamente te alzan sobre la vida
y amansan su oleaje
como dos rompeolas.

La serpentina de tu risa
que pintó de colores al viento
aprisionó en su jaula la tarde
como un pájaro deslumbrado.

Tu voz es para mí como la música
de las estrellas para los oídos
embelesados de las sombras:
que la escuchan toda la noche sin fatiga.

A esta luna esponjada y plumada
como pavo real
tu voz tiene calor y ritmo de paloma.
Honda guarida de tus manos
para mi corazón.
Cuando tú pasas
callan los cascabeles de las horas
porque el tiempo
de las mil colleras vibrantes
se inmoviliza
como un corazón extasiado.


De “Ala del Sur”

ENRIQUE BANCHS






Si en el mar de la vida soy estela…




Si en el mar de la vida soy estela
que se deshace apenas levantada 
tras un brillo fugaz de lentejuela: 
estela, espuma, nada…

Si en la onda, después que me revela 
nada queda de mí, a onda tornada 
y muero sin poder seguir la vela 
que me crea y se aleja despiadada: 

¿por qué del mar fatal alzarme quiero, 
y ansioso el rumbo de la nave miro 
y un miraje de playa me desvela? 

¿por qué, si no sé ir, llegar espero, 
por qué mi fe, por qué luchando aspiro 
si en el mar de la vida soy estela? 

De “Versos del anochecer”



GERARDO DIEGO





Ayer soñaba



Ayer soñaba.
Tú eras un árbol manso
- isla morada, abanico de brisa –

entre la siesta densa.
Y yo me adormecía.
Después yo era un arroyo
Y arqueaba mi lomo de agua limpia,
como un gato mimado,
para rozarte al paso.


De “Versos humanos”

AMADO NERVO





La Puerta



Por esa puerta huyó, diciendo: «¡Nunca!»
Por esa puerta ha de volver un día...
Al cerrar esa puerta, dejó trunca
la hebra de oro de la esperanza mía.
Por esa puerta ha de volver un día. 

Cada vez que el impulso de la brisa,
como una mano débil, indecisa,
levemente sacude la vidriera
palpita más aprisa, más aprisa
mi corazón cobarde que la espera. 

Desde mi mesa de trabajo veo
la puerta con que sueñan mis antojos,
y acecha agazapado mi deseo
en el trémulo fondo de sus ojos. 

¿Por cuánto tiempo, solitario, esquivo
he de aguardar con la mirada incierta
a que Dios me devuelva compasivo
a la mujer que huyó por esa puerta? 

¿Cuándo habrán de temblar esos cristales
empujados por sus manos ducales
y, con su beso ha de llegarme ella,
cual me llega en las noches invernales
el ósculo piadoso de una estrella? 

¡Oh, Señor!, ya la pálida está alerta:
¡oh, Señor, cae la tarde ya en mi vía
y se congela mi esperanza yerta! 

¡Oh, Señor, haz que se abra al fin la puerta
y entre por ella la adorada mía! 

...¡Por esa puerta ha de volver un día!