jueves, 14 de marzo de 2013

ÁLVARO MUTIS




  
Ciudad


Un llanto,
un llanto de mujer
interminable,
sosegado,
casi tranquilo.
En la noche, un llanto de mujer me ha despertado.
Primero un ruido de cerradura,
después unos pies que vacilan
y luego, de pronto, el llanto.
Suspiros intermitentes
como caídas de un agua interior,
densa,
imperiosa,
inagotable,
como esclusa que acumula y libera sus aguas
o como hélice secreta
que detiene y reanuda su trabajo
trasegando el blanco tiempo de la noche.
Toda la ciudad se ha ido llenando de este llanto,
hasta los solares donde se amontonan las basuras,
bajo las cúpulas de los hospitales,
sobre las terrazas del verano,
en las discretas celdas de la prostitución,
en los papeles que se deslizan por solitarias avenidas,
con el tibio vaho de ciertas cocinas militares,
en las medallas que reposan en joyeros de teca,
un llanto de mujer que ha llorado largamente
en el cuarto vecino,
por todos los que cavan su tumba en el sueño,
por los que vigilan la mina del tiempo,
por mí que lo escucho
sin conocer otra cosa
que su frágil rodar por la intemperie
persiguiendo las calladas arenas del alba.

ANTONIO PLAZA





A una niña



Niña gentil que a la vida
despertaste alegre ayer,
como en Oriente despierta
la luz al amanecer.

Niña, que del oro cielo
viniste al mundo a caer,
como aljofarada gota
del nítido rosicler.

Y en inmaculada cuna
te remeciste después,
como ilusión que se mece
del sueño al dulce vaivén.

Niña de cabellos de oro
y de labios de clavel
Son de rosa tus mejillas
es de raso tu alba tez.

Es tu sonrisa inconsciente,
de ángel tu mirada es,
y como brilla una estrella
brilla el candor en tu sien.

Dichosa tú que del mundo

pasando vas el dintel,
sin sospechar que las flores
espinas tienen también.

En mi canto, bella niña,
le ruego al Dios de Israel,
que la virtud de tus años
tierno, en otros te dé.

Para que ese mundo, nunca,
con su lodo y fetidez,
ensucie de tu pureza
el blanquísimo glasé;

Qué siempre tú, mariposa
en primoroso vergel
hueles y en las flores halles
ánforas ricas de miel;

Que dé calor a tus alas
el santo sol de la fe,
y que jamás una espina
tus alas llegue a romper.

ALEJANDRA PINTO






Tomo de mi



si pudiera encontrar entre los pares la verdadera vez en que me he ido
sin pertenecer como una cuerda floja que cuelga del incendio a ultranza
del malquerer.
sin importar que la vida fluya como un manantial de risas o graznidos de aves
libres del poder y sin que importe más que su inmediato impulso.
hoy soy un ser de sombras
de oscuridad parida a fuerza de voluntad
sin nadie rodeándome
sin sonidos externos que me devuelvan el dolor que he parido a través de palabras.
entonces, suponer el desconcierto, suponer el desafino
como si no formara parte de nuestra labor de enaltecernos
buscando la vida en la hierba y la mente en la menta
la locura se ha ido de mí
y ya no soy esta extranjera que escribe a pesar de sus poemas.
alguna vez encontraré la mitad del alma que me falta
sin la ironía y sin el humor de este indianismo pícaro que todo lo coloniza.
esta seriedad no se debe a nadie
alguna vez transité los campos menstruando letras para volver a ser yo misma.
hoy ya los ritos no nos pertenecen y el camino está lleno de nombres
el hombre habita lejos
el mar está en mi interior
y soy mecida por la generosidad de las olas.
a pesar del tiempo crucificado
del momento adverso en que no soy persona
en que reniego del verbo
y solo acepto el acecho del vino que me ronda como si fuera el firmamento
de mis quejas.
se van las deudas, se van portando la inconmensurable voz del altiplano
y no vuelvo a mí
ni siquiera vuelvo a él
como si en mi pecho todo estuviera olvidado
y la dureza de la vida se hubiera encarnado en este cuerpo encorvado.



ALDO CALDERÓN





El pájaro siempre vuelve a su nido



El pájaro siempre vuelve al nido
mas en estas fechas donde se da cuenta de la torpeza de los años pasados
en esta nueva estación y en la estación del otro lado del mundo
cuando en los noticieros de la TVE, ayudan a los descendientes de los conquistadores
a paliar el stress, a mitigar el regreso a clases, a redactar composiciones escolares
donde no soy el protagonista
así como uno también lo hace con la cazuela,
con el trote matutino y vespertino
El pájaro vuelve al nido y a la cima del nido donde recuerda las tardes de espera
del ave que lo crío,
porque nunca esta solo
y en tanto uno toma una taza de té de boldo,
del mismo árbol de cual se ve el nido
del mismo árbol donde las hojas yacen desordenadas en el suelo


ALEJANDRO CERDA





Reflejo


He visto el espíritu de un árbol
reflejarse en mi ventana.

He contemplado la cara de Dios

sin verla.

ALDA MERINI





Soy una mujer



               (a Salvatore Quasimodo)



Soy una mujer que desespera
que no encuentra paz nunca en ningún lugar,
a la que la gente desprecia, a la que los paseantes
miran con despecho y con furor;
soy un alma colgando de una cruz
pisoteada, burlada, escupida:
me han quedado sólo los ojos
que yo elevo al cielo a Ti gritando:
¡quítame del regazo cada suspiro!