CERRO DE LA SILLA, MONTERREY, NUEVO LEÓN
"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
martes, 14 de mayo de 2013
ALFREDO ROBERT
Nace
como
estallido
de estrella
y fenece
al momento de encender
alguna cosa.
de estrella
y fenece
al momento de encender
alguna cosa.
La
luz se hace luz
cuando besa lo que toca.
cuando besa lo que toca.
LUIS GARCÍA MONTERO
Recuerdo
de una tarde verano
Aquel
temblor del muslo
y el diminuto encaje
rozado por la yema de los dedos,
son el mejor recuerdo de unos días
conocidos sin prisa, sin hacerse notar,
igual que amigos tímidos.
y el diminuto encaje
rozado por la yema de los dedos,
son el mejor recuerdo de unos días
conocidos sin prisa, sin hacerse notar,
igual que amigos tímidos.
Fue
la tarde anterior a la tormenta,
con truenos en el cielo.
Tú apareciste en el jardín, secreta,
vestida de otro tiempo,
con una extravagante manera de quererme,
jugando a ser el viento de un armario,
la luz en seda negra
y medias de cristal,
tan abrazadas
a tus muslos con fuerza,
con esa oscura fuerza que tuvieron
sus dueños en la vida.
con truenos en el cielo.
Tú apareciste en el jardín, secreta,
vestida de otro tiempo,
con una extravagante manera de quererme,
jugando a ser el viento de un armario,
la luz en seda negra
y medias de cristal,
tan abrazadas
a tus muslos con fuerza,
con esa oscura fuerza que tuvieron
sus dueños en la vida.
Bajo
el color confuso de las flores salvajes,
inesperadamente me ofrecías
tu memoria de labios entreabiertos,
unas ropas difíciles, y el rayo
apenas vislumbrado de la carne,
como fuego lunático,
como llama de almendro donde puse
la mano sin dudarlo.
Por el jardín, el ruido de los últimos pájaros,
de las primeras gotas en los árboles.
inesperadamente me ofrecías
tu memoria de labios entreabiertos,
unas ropas difíciles, y el rayo
apenas vislumbrado de la carne,
como fuego lunático,
como llama de almendro donde puse
la mano sin dudarlo.
Por el jardín, el ruido de los últimos pájaros,
de las primeras gotas en los árboles.
Aquel
temblor del muslo
y el diminuto encaje, de vello traspasado,
su resistencia elástica
vencida con el paso de los años,
vuelven a ser verdad, oleaje en el tacto,
arena humedecida entre las manos,
cuando otra vez, aquí, de pensamiento,
me abandono en la dura solución de tus ingles
y dejo de escribir
para llamarte.
y el diminuto encaje, de vello traspasado,
su resistencia elástica
vencida con el paso de los años,
vuelven a ser verdad, oleaje en el tacto,
arena humedecida entre las manos,
cuando otra vez, aquí, de pensamiento,
me abandono en la dura solución de tus ingles
y dejo de escribir
para llamarte.
JOHN JAIRO GUZMÁN ABELLA
Ariadna
Los
párpados emboscan
el
color de los recuerdos
en
la luz desmedida que esconde
los
rostros y los objetos.
El
sopor atosiga la piel.
La
retina se expande
como
una interminable burbuja.
Y
unas piernas de mujer
se
aferran a mi cintura;
tienden
para mí un hilo
en
el laberinto.
ALEJANDRA PIZARNIK
Árbol
de Diana
11
ahora
en esta hora inocente
yo y la que fui nos sentamos
en el umbral de mi mirada
JUAN RESTREPO
Al
balcón de tus labios
Al
balcón de tus labios
yo
me asomaba,
a
mirar por tu cuerpo
rosas,
naranjas.
Para
que fuera, sí,
pronto
me dabas,
la
navaja de un beso
para
cortarlas.
Filo
de lilas
y
de albahaca,
un
manojo tu talle
y
tu garganta.
Quién
me diera quedarme
en
tu chambrana,
no
hubo balcón más bello
en
otra casa.
JORGE JULIO ECHEVERRI
Poema
casi infantil
A Nana
Por
favor, Caperucita,
no
salgas esta noche.
El
bosque está plagado de peligros…
Quédate
con
este viejo lobo
que
tanto te ama.
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