miércoles, 29 de mayo de 2013

CARMELINA SOTO





Imágenes del amor



Yo te amo...
Yo te amo y lo digo así sencillamente
como si ya el recuerdo transitara tus años.
Como si ya mis ojos lloraran por tu ausencia
y como si tus besos ya supieran mis labios.

Yo te amo...
Yo te amo con crueles tiburones de sangre
entre cristales duros vigilando tu cuerpo.
Yo te amo en los arroyos calientes de mi vida
y en mis poemas trémulos.

Yo te amo...
Yo te amo con violentas espirales azules
en donde hay mariposas de amor en cautiverio.
En la frontera exacta que la caricia asume,
en el preciso límite donde el gemido es beso.

Yo te amo...
Yo te amo con un suave sabor de miel anclada
en donde hay golondrinas clausurando recuerdos.

En donde sabe el aire atmósfera de frutos,
donde las manos corren caminos de deseo...

Yo te amo...
Yo te amo por mil voces de venas enemigas.
Por el grito lejano de mi sangre en el tiempo.
Por la ardorosa llama que se esconde en la nieve.
Por las hondas palabras que están en mi silencio.

Yo te amo...
Yo te amo por la rosa que guarda en sí la espina.
Por la muerte que apaga con sus opios mi sueño.
Por las rebeldes lianas que las voces me anudan.
Por mi carne entusiasta, por mi vida y mis nervios.

Yo te amo...
Sufriendo...

GUILLERMO GAVILÁN ZÁRATE





Eterno retorno



Vives en mí como el recuerdo
de un beso ansiado
que no se repitió.
Me habitas
al modo que el roedor
mora en la gruta del queso:
me devoras,
y me haces tanta falta en las mañanas
como esa horita adicional de sueño.
No sé por qué camino
echaste a andar. ¡Qué importa!
Cualquier camino es viejo.
(Dos mil quinientos años después
estoy nadando
en el mismo río en que lo hizo Heráclito)
Pero donde y con quien andes
volverás, yo lo sé, por tres razones:
Una, porque en tu afán dejaste
sobre el nochero tu cédula y tus gafas.
Dos, por la inevitable redondez de la tierra;
y tres, porque si tu corazón es de metal
el mío es imán irresistible.
De que vendrás… vendrás.
Estoy seguro.
Pero si acaso al regresar
no me hallas,
no te afanes:
Es por mi falta de fe
en lo que yo creo.
Date una vuelta por ahí,
me encontrarás buscándote.

ELÍAS MEJÍA





Temas del día



Disfrutaste mi voz
mi caminar pausado
la sonrisa que siempre pulí
para sosegarte

a cambio de ello
arrojaste humo contra mi cara
arrojaste basura
dentro de mi automóvil
sin que yo moviera una escoba
para impedirlo

me miraste con odio
calculaste poner cianuro en mi sopa
y pateaste con guayos de fútbol
mi pompa de jabón

aunque está probado
que fuimos hechos el uno para el otro
qué felices
habríamos sido ambos
sin nosotros.


VÍCTOR SANDOVAL





En Las Tardes…



En las tardes,
cuando los hombres besan
a sus mujeres
por las calles
y se hacen el amor
como jóvenes bestias.
Cuando los que practican
este duro oficio de inconformes
convierten los cafés
en las repúblicas
del ocio y la utopía.

Cuando se enciende en las ventanas
el relámpago gris
de la televisión
y en las casas antiguas
se advierte una nostalgia
de pianos en desuso.

Entonces la ciudad lleva en su pulso
un río de mariposas
y el solitario de las plazas y las calles
ve su juventud nunca gozada
pasar en otros cuerpos
ágiles y fuertes.
La guerra está lejana
y el veterano ha conquistado
el derecho a vivir entre nosotros.

¡Quién como nosotros,
los que volvimos de la guerra
y nos labramos
un brillante porvenir de veterano!

Allá, cerca del mar,
entre las tierras vírgenes,
en las islas ajenas,
florece el rostro
de nuestro compañero.
La barba adolescente
de hierba en primavera
y en los ojos abiertos
el vuelo suspendido de los pájaros.
En las botas que un día pisaron fuerte
han crecido los juncos,
el trébol de la suerte.
Pero nosotros,
los que volvimos de la guerra,
nunca tendremos el destino
de tronco renacido en los pantanos.


FABRIZIO CARAMAGNA





Aforismos


13.
El amor: una planta que necesita agua. El amor propio: una planta que necesita aridez.


Traducción de Hiram Barrios

LUIS GARCÍA MONTERO





Tú me llamas, amor, yo cojo un taxi...



Tú me llamas, amor, yo cojo un taxi,
cruzo la desmedida realidad
de febrero por verte,
el mundo transitorio que me ofrece
un asiento de atrás,
su refugiada bóveda de sueños,
luces intermitentes como conversaciones,
letreros encendidos en la brisa,
que no son el destino,
pero que están escritos encima de nosotros.

Ya sé que tus palabras no tendrán
ese tono lujoso, que los aires
inquietos de tu pelo
guardarán la nostalgia artificial
del sótano sin luz donde me esperas,
y que, por fin, mañana
al despertarte,
entre olvidos a medias y detalles
sacados de contexto,
tendrás piedad o miedo de ti misma,
vergüenza o dignidad, incertidumbre
y acaso el lujurioso malestar,
el golpe que nos dejan
las historias contadas una noche de insomnio.

Pero también sabemos que sería
peor y más costoso
llevárselas a casa, no esconder su cadáver
en el humo de un bar.

Yo vengo sin idiomas desde mi soledad,
y sin idiomas voy hacia la tuya.
No hay nada que decir,
                                              pero supongo
que hablaremos desnudos sobre esto,
algo después, quitándole importancia,
avivando los ritmos del pasado,
las cosas que están lejos
y que ya no nos duelen.