domingo, 25 de agosto de 2013

LÊDO IVO




La ventana sin barrotes


Lo que los aviadores ven
a tres mil metros de altura
lo que los mineros ven
derrumbando árboles de cristal
lo que los buzos ven
dentro del mar, pisando tierra como quien pisa una flor,
lo que el ciego ve cuando está caminando
lo que los niños creen ver cuando están dormidos
lo que los sonámbulos ven, ante una pila goteando,
lo que se ve cuando el amor es un abrazo
lo que se ve y no se ve
es lo que estoy viendo ahora
como si en tu mano hubiese una moneda
de corona escondida
y en el cielo los lados ocultos de los planetas
se revelasen.

Veo el mundo con los ojos heridos por las estrellas
y con los pulsos quemados por las estaciones.
En el cuarto donde duermo oigo el rumor de antípodas
                                                                    [conciliados
y de trópicos que resbalan, perpendicularmente, sobre
                                                               [mis párpados
cuando hace sol apenas en mi sueño.
Duermo en el centro del universo y mi inocencia es
                                                                    [enorme.
Como el joven amante esclavizado a la hidráulica de un
                                                           [cuerpo desnudo
asisto al movimiento de las estrellas y a la carrera de las
                                                                             [nubes
y mi espíritu festeja este mundo infinito, que jamás se
                                              [inició y jamás terminará,
este mundo en que el universo contemplado en la noche
                                                                          [es polvo
como un día que llorase sobre los hombros de los siglos.
Lo que los vivos ven y no olvidan
lo que todo hombre recuerda, la vida entera.
es lo que estoy viendo en este instante.


VICTOR SANDOVAL






Para tocar tus hombros


    Para tocar tus hombros
había que pisar sobre el silencio.

    El día resbalaba
su luz por tu cintura.

    Las horas de la tarde
crecían en el poniente.

    Los múltiples pañuelos del otoño
pregonaban su llanto
y en el aire
maduraba tu cuerpo.

    Iban los remolinos por las calles,
las tolvaneras ágiles corrían
y los jardines públicos
eran salones desolados
donde bailaban los amantes.

    Para tocar tus hombros
había que pisar sobre el silencio
para que no empañara nada tu silueta.




MARGUERITE YOURCENAR




Sirenas



Con risas sordas, gruñidos y sollozos, las hijas del mar
pelean y se abrazan entre negros peñascos,
peinan sus cabelleras relucientes en la sombra
y arrastran, taciturnas, su ondulante piel por la playa

A su lado se bañan anguilas viajeras,
ágiles cachalotes y un oso-niño color de nieve;
el fuego de sus ojos se aviva y se extingue,
trémulo faro sobre las olas, provocando el naufragio.

Sus cuerpos de ámbar y de leche toman la forma de las
    olas;
en la amarga niebla que el mar exhala, el incierto deseo,
el pesar, el terror y la esperanza condensan la noche.

Y los náufragos, mecidos blandamente sobre la garganta
donde todo zozobra, paladean en la oscura inmensidad
el cálido amor que esconde la muerte en la entraña del
    agua.


SALVADOR NOVO



  
El amigo ido



Me escribe Napoleón:
“El Colegio es muy grande,
nos levantamos muy temprano,
hablamos únicamente inglés,
te mando un retrato del edificio…”

Ya no robaremos juntos dulces
de las alacenas, ni escaparemos
hacia el río para ahogarnos a medias
y pescar sandías sangrientas.

Ya voy a presentar sexto año;
después, según todas las probabilidades,
aprenderé todo lo que se deba,
seré médico,
tendré ambiciones, barba, pantalón largo…

Pero si tengo un hijo
haré que nadie nunca le enseñe nada.
Quiero que sea tan perezoso y feliz
como a mí no me dejaron mis padres
ni a mis padres mis abuelos
ni a mis abuelos Dios.

De “Espejo”



ELSA CROSS




III. Palabras


Palabras


Morada oscura del sentido,
prisión y límite
de lo que en el silencio se nos da.

Ah, palabras, que puedan todavía
hilvanar
             tu imagen por ellas dispersadas.

En vano sus fuerzas reconcilian,
pues no salvan
el salto que va del habla
                                       al pensamiento
y del pensar al ser ensimismado.

Vienen solas y dicen de la ‘cámara blanca’.
  


ANTONIO COLINAS


  

Simonetta Vespucci

Il vostro passo di velluto
E il vostro sguardo di vergine
violata.
Dino Campana



Simonetta,
por tu delicadeza
la tarde se hace lágrima,
funeral oración,
música detenida.
Simonetta Vespucci,
tienes el alma frágil
de virgen o de amante.
Ya Judith despeinada
o Venus húmeda
tienes el alma fina del mimbre
y la asustada inocencia
del soto de olivos.
Simonetta Vespucci,
por tus dos ojos verdes
Sandro boticelli
te ha sacado del mart,
y por tus trenzas largas,
y por tus largos muslos,
Simonetta Vespucci
que has nacido en Florencia.

De "Sepulcro en Tarquinia"