martes, 1 de octubre de 2013

SUSANA ROMANO



  
Frida Kahlo



En el satén de la sangre borda
la cuerda, punto cadena, punto sombra, diástole

los colores tullidos del poema van y van
van y vienen en la naveta
aplanada sobre la palpitación

y las puntillas reposan en esta naturaleza
muerta

Del libro "Nomenclatura/Muros"

LAURA YASAN




Apuntes de fe



creo en lo que se mueve detrás de la aspereza
en la instancia agotada de una promesa rota
creo en la inmediatez
creo en las despedidas
en los cuerpo vencidos por el peso de la parte que falta
creo en la vanidad
creo en lo efímero
en la trinchera que construye la noche con las piedras del día
creo en los pactos del azar
en la brutalidad de los sentidos
en esa dentellada que sufren los cimientos cada nueva estación

yo pego inútilmente la espalda a la pared
vivo en esa cornisa
tarde o temprano me romperé los dientes sin el menor estilo
sé predecir esa obviedad
creo en la conveniencia de recapitular
en la esforzada dignidad que me asiste
en los favores del instinto
más que en ninguna cosa


JUAN GELMAN




La secreta dulzura del dolor...



la secreta dulzura del dolor
es transparencia/sale
de la furiosa resignación del sueño/
suena en la boca del perdido

en su origen/en su
rumor de existencia que
le clava la cabeza al gran espanto/
al doble andar/al doble hilo/a la

no verdad del estar como no estar/
el vuelo torpe que los cría/
lo que rompe la luz/memoria

confusa por sus números/
pecho que dura como huella/
la nada que te ama/


CARLOS LEVY




II


El hombre y la mujer estaban borrachos de ginebra,
no hablaban
ni reían
ni lloraban, sólo bebían.

Fumaban y bebían:

cada trago
los hizo más transparentes
hasta que sólo quedó el humo.

Hubo cierta melancolía
en el mozo cuando dijo:
se fueron sin pagar otra vez, los fantasmas.


AMADO NERVO



  
Si una espina me hiere, me aparto de la espina...



¡Si una espina me hiere, me aparto de la espina,
...pero no la aborrezco!
Cuando la mezquindad
envidiosa  en mí clava los dardos de su inquina,
esquívase en silencio mi planta, y se encamina
hacia más puro ambiente de amor y caridad.

¿Rencores? ¡De qué sirven! ¡Qué logran los rencores!
Ni restañan heridas, ni corrigen el mal.
Mi rosal tiene apenas tiempo para dar flores,
y no prodiga savias en pinchos punzadores:

si pasa mi enemigo cerca de mi rosal,
se llevará las rosas de más sutil esencia;
y si notare en ellas algún rojo vivaz,
¡será el de aquella sangre que su malevolencia
de ayer, vertió,  al herirme con encono y violencia,
y que el rosal devuelve, trocada en flor de paz!



RAMÓN LÓPEZ VELARDE




La mancha de púrpura


Me impongo la costosa penitencia
de no mirarte en días y días, porque mis ojos,
cuando por fin te miren, se aneguen en tu esencia,
como si naufragasen en un golfo de púrpura,
de melodía y de vehemencia.

Pasa el lunes y el martes y el miércoles... Yo sufro
tu eclipse, ¡oh criatura solar!, mas en mi duelo
el afán de mirarte se dilata
como una profecía; se descorre cual velo
paulatino; se acendra como miel; se aquilata
como la entraña de las piedras finas;
y se aguza como el llavín
de la celda de amor de un monasterio en ruinas.

Tú no sabes la dicha refinada
que hay en huirte, que hay en el furtivo gozo
de adorarte furtivamente, de cortejarte
más allá de la sombra, de bajarse el embozo
una vez por semana, y exponer las pupilas,
en un minuto fraudulento,
a la mancha de púrpura de tu deslumbramiento.

En el bosque de amor, soy cazador furtivo;
te acecho entre dormidos y tupidos follajes,
como se acecha a una ave fúlgida; y de estos viajes
por la espesura, traigo a mi aislamiento,
el más fúlgido de los plumajes:
el plumaje de púrpura de tu deslumbramiento.