lunes, 11 de noviembre de 2013

NELSON SIMÓN





La frontera 



Se ha terminado el año y cruzo, de un día a otro, como quien atraviesa La Frontera. 

Si pudiera dibujaría una raya y diría:
hasta aquí los días de la infelicidad,
el yugo de la patria, los reiterados discursos
del dolor. 

Apartaría lo que fue de lo que será
con descuidado gesto;
no tendría piedad ni raíz que arrancar ni cielo
en lo más profundo del ojo. 

Si pudiera dibujaría una raya con lo que tuviera a mano
y dividiría todo lo divisible. Una raya
en el agua,en el aire o en la tierra
que nos mira silenciosa. Algo de qué partir.
Sobre qué fundar un nuevo territorio:
vida posible con cada mínima ración o cosa inanimada
de lo que lleva comenzar a vivir. 

Pondría un hijo o la palabra hijo en el espacio
donde antes colocaba un amante o un cigarro.
Pondría uno de mis yo salvables a respirar. 

Mientras repito minuciosamente los ritos recomendados para no entrar al año
con el pie equivocado, cruzo esa región imprecisa,
ese punto en el que según dicen
se traza el mapa de mi suerte. 

Con hielo, agua perfumada o fuego común
he limpiado la casa y se supone
que igual suceda con mi vida. 

Al cruzar la línea imaginaria que sólo existe
en mi pensamiento, lo hice aspirando ser otra persona y con el miedo de quien teme ser repatriado,
devuelto a esa patria imperfecta que fue uno mismo. 




CHARO GUERRA





En el puente



Puente de esta ciudad. Fantasmas que va heredando el puente. Vahos. Inmundos olores de la noche. 

Sube a la orilla movediza por donde corre el tren. Un puente dándole paso a la estructura de pánico, de horror. Es Anna Karénina. Grita que se queda pero nadie le oye. 

(Desde hace un siglo, las mujeres
son alguna vez Anna Karénina.)

Asustada. Expectante.
Se tuercen las pasiones cuando camina
bajo el puente, sobre el puente.
Y parece no importar que quede entre los rieles. 

(Una más, una menos,
el largo trasegar de Ana Karénina.)

Atraviesa columnas, escaleras,
tragaluces, brechas donde se pueda respirar.
Las excrecencias se juntan a la herrumbre
del pasamanos compasivo,
asfixia saturante en su resequedad.

(Es sólo una mujer,
atrapada en el goce
del personaje y su conflicto.)

Y mientras hablas, acreditas con vicio
el simulacro de tu idea.
Idea que parte del poder.
para engullir a quienes esperan algo
bajo el puente, sobre el puente.

Idea, discurso persuasivo
donde aparece la palabra menstruo,
ola de sangre que erosiona la arena de los cuerpos
de quienes afirman ser Anna Karénina.
Anna Karénina cada día
cada año
cada mes
cada siglo.

Mustia, ajena, desapacible,
la columna la invita
y la Idea la aplasta
es el final
y otra vez será la misma historia.



JOSÉ ÁNGEL BUESA



  

Me llegabas en la brisa y en la espuma...



Me llegabas en la brisa y en la espuma,
tú, la perdida para siempre...
Tú, la que ennoblecías el sabor del recuerdo,
que ahora llegas más casta y más ausente...

Me llegas en el viento que huele a lejanía,
me llegas en la sal que sabe a muerte,
tú, sombra arrinconada en un silencio;
tú, la perdida para siempre...

Ya no sé por qué sordo camino de la ausencia
bajo que estrellas moribundas vienes,
con los pies inseguros llenos de polvo y de rocío,
tú, la perdida para siempre...



SEVERO SARDUY





Las húmedas terrazas dominaban...
                                                                                    A Octavio Paz



Las húmedas terrazas dominaban
el templo, la planicie entre dos mares,
superpuestas, azules, triangulares.
Simétricas estatuas deslizaban

sus fragmentos de mármol por la nieve
-fueron torsos de Apolo, manos anchas
que el musgo ha devorado con sus manchas-
fresca, trazando un laberinto breve.

Los cuerpos arrastrados por el río
han quedado en la arena sepultados
bajo las piedras nítidas del lecho.

En el delta una mano, el globo frío
de unos ojos han sido rescatados.
y más allá una frente, un brazo, el pecho.


NICOLÁS GUILLÉN




Madrigal


Tu vientre sabe más que tu cabeza
y tanto como tus muslos.
Esa
es la fuerte gracia negra
de tu cuerpo desnudo.

Signo de selva el tuyo,
con tus collares rojos,
tus brazaletes de oro curvo,
y ese caimán oscuro
nadando en el Zambeze de tus ojos.


SERAFINA NÚÑEZ




Meditación




En la cierta penumbra mi tiempo se diluye
las olas de la vida con su ir y venir
fingen tumultos de espuma;
criaturas opacas me destruyen
el espejo feliz de la esperanza.
Lo más triste encarcela los presagios del tiempo
que arde como un cirio al compás de la sangre.