jueves, 26 de diciembre de 2013

JUAN MANUEL ROCA




El hombre del proyector
(un réquiem por el cine)


En los barrios
El cine nunca fue mudo. En corrillo,
El hombre del proyector
Contaba películas de Chaplin,
Le daba a sus gestos una voz.
Afirmaba que los soldados nunca vencieron
A Jerónimo
Y que tras la función de matinée
Se levantaban los apaches heridos,
Se sacudían el polvo,
Montaban sus caballos de viento
Y se iban a galopar por la llanura
En la función de vespertina.
No así los blancos, que caían flechados para siempre
Cuando quería meter
Su mano vengadora en el guión.
El hombre del proyector
Juraba que al cerrar el telón
Billy the Kid seguía entrando y saliendo
En los salones de Texas
Hasta hacerse un viejo bonachón
Y todos los alguaciles morían abatidos
En un río de hiel.
En la pequeña pantalla de la almohada
Ava Gardner entraba al mar de sus sueños,
La más bella habitante de su piel.
El hombre del proyector
Tuvo las manos de Orlac en su bolsillo,
Guardó en un desván
El coche que rodó a sobresaltos los peldaños
De una trágica Rusia. Afirmaba que el niño
Que iba en ese coche se hizo mayor
Y que pudo huir del escorbuto, de la peste y de Stalin.
Hoy fuimos a su funeral.
Enterramos el cine de barrio
Y apagamos para siempre el proyector.


MARÍA MERCEDES CARRANZA




Kavafiana



El deseo aparece de repente,
en cualquier parte, a propósito de nada.
En la cocina, caminando por la calle.
Basta una mirada, un ademán, un roce.
Pero dos cuerpos
tienen también su amanecer y su ocaso,
su rutina de amor y de sueños,
de gestos sabidos hasta el cansancio.
Se dispersan las risas, se deforman.
Hay cenizas en las bocas
y el íntimo desdén.
Dos cuerpos tienen su vida
y su muerte el uno frente al otro.
Basta el silencio.


ÁLVARO MUTIS




Cada poema


Cada poema un pájaro que huye
del sitio señalado por la plaga.
Cada poema un traje de la muerte
por las calles y plazas inundadas
en la cera letal de los vencidos.
Cada poema un paso hacia la muerte,
una falsa moneda de rescate,
un tiro al blanco en medio de la noche
horadando los puentes sobre el río,
cuyas dormidas aguas viajan
de la vieja ciudad hacia los campos
donde el día prepara sus hogueras.
Cada poema un tacto yerto
del que yace en la losa de las clínicas,
un ávido anzuelo que recorre
el limo blando de las sepulturas.
Cada poema un lento naufragio del deseo,
un crujir de los mátiles y jarcias
que sostienen el peso de la vida.
Cada poema un estruendo de lienzos que derrumban
sobre el rugir helado de las aguas
el albo aparejo del velamen.
Cada poema invadiendo y desgarrando
la amarga telaraña del hastío.
Cada poema nace de un ciego centinela
que grita al hondo hueco de la noche
el santo y seña de su desventura.
Agua de sueño, fuente de ceniza,
piedra porosa de los mataderos,
madera en sombra de las siemprevivas,
metal que dobla por los condenados,
aceite funeral de doble filo,
cotidiano sudario del poeta,
cada poema esparce sobre el mundo
el agrio cereal de la agonía.




GIOVANNI GUESSEP




Canto del extranjero



Penumbra de castillo por el sueño
Torre de Claudia aléjame la ausencia
Penumbra del amor en sombra de agua
Blancura lenta

Dime el secreto de tu voz oculta
La fábula que tejes y destejes
Dormida apenas por la voz del hada
Blanca Penélope

Cómo entrar a tu reino si has cerrado
La puerta del jardín y te vigilas
En tu noche se pierde el extranjero
Blancura de isla

Pero hay alguien que viene por el bosque
De alados ciervos y extranjera luna
Isla de Claudia para tanta pena
Viene en tu busca

Cuento de lo real donde las manos
Abren el fruto que olvidó la muerte
Si un hilo de leyenda es el recuerdo
Bella durmiente

La víspera del tiempo a tus orillas
Tiempo de Claudia aléjame la noche
Cómo entrar a tu reino si clausuras
La blanca torre

Pero hay un caminante en la palabra
Ciega canción que vuela hacia el encanto
Dónde ocultar su voz para tu cuerpo
Nave volando

Nave y castillo es él en tu memoria
El mar de vino príncipe abolido
Cuerpo de Claudia pero al fin ventana
Del paraíso

Si pronuncia tu nombre ante las piedras
Te mueve el esplendor y en él derivas
Hacia otro reino y un país te envuelve
La maravilla

¿Qué es esta voz despierta por tu sueño?
¿La historia del jardín que se repite?
¿Dónde tu cuerpo junto a qué penumbra
Vas en declive?

Ya te olvidas Penélope del agua
Bella durmiente de tu luna antigua
Y hacia otra forma vas en el espejo
Perfil de Alicia

Dime el secreto de esta rosa o nunca
Que guardan el león y el unicornio
El extranjero asciende a tu colina
Siempre más solo

Maravilloso cuerpo te deshaces
Y el cielo es tu fluir en lo contado
Sombra de algún azul de quien te sigue
Manos y labios

Los pasos en el alba se repiten
Vuelves a la canción tú misma cantas
Penumbra de castillo en el comienzo
Cuando las hadas

A través de mi mano por tu cauce
Discurre un desolado laberinto
Perdida fábula de amor te llama
Desde el olvido

Y el poeta te nombra sí la múltiple
Penélope o Alicia para siempre
El jardín o el espejo el mar de vino
Claudia que vuelve

Escucha al que desciende por el bosque
De alados ciervos y extranjera luna
Toca tus manos y a tu cuerpo eleva
La rosa púrpura

¿De qué país de dónde de qué tiempo
Viene su voz la historia que te canta?
Nave de Claudia acércame a tu orilla
Dile que lo amas

Torre de Claudia aléjale el olvido
Blancura azul la hora de la muerte
Jardín de Claudia como por el cielo
Claudia celeste

Nave y castillo es él en tu memoria
El mar de nuevo príncipe abolido
Cuerpo de Claudia pero al fin ventana
Del paraíso


EUGENIA SÁNCHEZ NIETO




Caída en el silencio


El viento borra huellas, levanta tejas
arrasa lugares
soledad sola sin violencia, sin voces
no se escucha ni el latido del corazón
figuras perdidas
si te quedas en la misma posición
el pensamiento no funciona, la sangre no circula.
Nadie detrás de la puerta
el ser invisible odia esa realidad
nadie encuentra su lugar
los hombres quieren ser mujeres las mujeres
quieren ser hombres
lugar vacío, lugar perdido, resbala la mentira
los cerros se trasladan
fosas comunes bordeadas de múltiples cuerpos
la paz sobre la muerte
No hay una puerta, el corredor atravesado
la dicha robada
los rostros al acecho, el rostro partido
la luz que se fuga, la vida que se inicia
silencio sobre la herida
¿Quien lamentará la perdida?
Soledad absoluta que me hiere
ni espantos ni voces, una puerta gira sobre sí misma
una puerta se abre, nadie llega
arrojada al vacío
puertas cerradas, puertas abiertas a la nada
el horizonte infinito poblado de seres vistos a través de
múltiples espejos
que toman rumbos diversos y propios
espacios verdes, amarillos, azules
bocas rojas, bocas negras
Múltiples rostros sonrientes
nadie quiere a nadie
simulación, impostura
en el rostro, en la risa, en el cuerpo, en la palabra
casa vacía de voces, de soledad y deseo
el viento borra huellas, levanta tejas, agrede corazones.


JORGE CADAVID




Entrevista




El veinte por ciento de los fresnos
declararon que el rayo
los penetraba hasta el corazón.
El cinco por ciento de los álamos consultados
afirmaron que el relámpago bajaba hasta
las raíces iluminándolos.
El quince por ciento de los ficus sostuvieron
que sólo en la corteza
la fulguración dejaba su dolorosa huella.
El sesenta por ciento de los árboles restantes
flagelados por el rayo dijeron estar perplejos.
Algunos dicen que quieren escribir inspirados
por el fuego mientras arden.