martes, 14 de enero de 2014

MÓNICA LANERI




Romance



Este "algo"
nuestro
se me antoja
un pájaro
sin jaula
sin nombre
en el que vuelan
a besos
mis definiciones.



NILA LÓPEZ




Nacer
Sin ningún dato


V

Los dolores antiguos
están tranquilos
acostados en el catre de lona.
La amiga inesperada
hace un momento
prometió con susurros
pasar a retirarlos.



ELVIO ROMERO



El amor


Sí,
hoy me he puesto a encender el viejo fuego. 

El azar y los años
me han llevado a pisar en el sendero
que me ha impuesto el amor, que mi adorada
impuso a mi corazón; ahora vuelvo
al fervor inicial, a esa primera mañana
en que el sol se ha instalado en nuestro pecho. 

Y así las cosas:
la canción, la plenitud, el deseo
me han alumbrado el rostro, se me han ceñido
como un pañuelo verde sobre el cuello,
y entro en la casa del fervor como antaño,
asombrándome al ver reverdecer los sueños.

Es como si hubiesen atizado
a mi sangre el verano, la intemperie, los vientos
cordilleranos, o inundado sus cauces
un enérgico brío de panales repletos,
los brazos encendidos al apretar sus brazos,
las dos manos cargadas de un esplendor secreto. 

Sí,
porque mi corazón no descansa en la noche,
hoy me he puesto a encender el viejo fuego.

De "El viejo fuego"


EDUARDO QUINTANA




Frontera



Y había una frontera que
no me dejaba salir, no era la bella
Argentina, tampoco el colorido Brasil.
Era un límite que no me dejaba respirar,
que incluso afixiaba a mi sombra
y no me permitía volar.

Aquella frontera no parecía de concreto,
sino más pesada, era un triste espectáculo
como las luciérnagas sin luces.

Aquella frontera que me negaba crecer
no fue un río inmenso, ni una montaña
de papel, esa frontera se llamaba
ignorancia, fue el país más chico
con que la humanidad luchó.


HERIB CAMPOS CERVERA




Baladas


La noche de los toldos
Para José Asunción Flores


Siete hogueras arden...

Siete hogueras cantan
músicas de luces.
En la noche blanca
de los toldos indios,
siete hogueras arden...

Palmeras salvajes
del desierto mudo,
destrenzan al viento
su música verde.

En los algarrobos
madura la chicha
que emborracha al indio
y da a sus tobillos,
cosquillas de danzas.

Mientras, en la noche
de los toldos indios,
siete hogueras arden...

Furor de tan-tanes:
se puebla el silencio
de mudas presencias.

Máscara de piedra
sobre el rostro verde
tiene el indio joven;
culebras azules
surcan sus mejillas,
ajorcas de plumas
ciñen los tobillos
de la joven india.
Mientras, en la noche
de los toldos indios
siete hogueras arden...

Frente al Sacerdote
siete hogueras arden.
Callan los tan-tanes
de la voz de cuero.
En la noche blanca
de los toldos indios
sube a las estrellas
un rumor de ruego:

«Kilikamá oú...
Kilikamá oú...
Kifikamá oú...
Kilikamá oú...»

En la noche blanca
de los toldos, arden
siete hogueras rojas.
El jhú-jhú acelera
su ritmo frenético
y arroja a los indios
hacia las doncellas,
en un entrevero
de danza nupcial.

Los labios ofrecen
sus copas de fuego,
para que mis indios
ardan en amor.
La Luna, que otorga
sus lágrimas rojas
a las indias núbiles,
escucha los ruegos
del Gran Sacerdote,
que en la noche blanca
de los toldos indios
le pide su amparo:

«Ta-aná oú...
Ta-aná tojhó...
Ta-aná tojhó...
Ta-aná tojhó...»

La noche del toldo
huye hacia los montes;
ponchos de cenizas
cubren los rescoldos
de las siete hogueras...

Duermen los tan-tanes
de la voz de cuero,
pero aún se escuchan
en la noche blanca
rumores de ruego:

«Kilikamá ojhó...
Kilikamá ojhó...
Kilikamá ojhó...
Kilikamá ojhó...»

Ya no hay siete hogueras:
la noche del toldo
se durmió en el alba...


DELFINA ACOSTA




Dientes




Estrella que es error, yo soy los dientes,
y solamente dientes, no la boca
que yerra, miente, injuria, a Dios calumnia,
y cuando su áspid guarda queda roja.
Ay, pobres bocas, lenguas enredadas
con las malas palabras que hablan solas.
Yo soy los dientes que castañetean
cuando filosos muerden a las rocas.
La bocas son carmín que en la intemperie
pierden su fuego; en su lugar, las rosas
en las muy frías noches, de sus frentes
dejan caer sobre el amor sus gotas.
Soy como Hefesto, dios que cojo y feo,
pelea doy, mas llama que se llora,
no sé qué frase mágica invocara
para una vez besarte oscura boca.