EN LA LÍNEA
de los cuerpos, la tendencia a la soledad,
hileras
de muros, espaldas,
el
dictamen de los prados entre bosques,
el
orden, los horarios, el cumplimiento de las obligaciones.
Tiza
que ha convertido las cabezas en polvo.
Trazos
que serpentean las miradas de al lado.
Gaviota
que tiene el propósito de la sacudida
desde
la misma alineación e inclinación.
Pétalos
de colores: blancos, rosas.
El
viento los rodea y ordena
colocándolos
al lado de las ramas, del helecho, de la paja.
Las
horas, las décadas, en el río que mantiene el mismo rumbo.
La
antena, que desde su sombra atraviesa todos los cuerpos.
Las
tardes, las semanas, en la misma sucesión,
con
la misma desidia de la manera de tumbarse, de los tatuajes.
No
hay nada que destacar en la mirada oblicua del atardecer
en
el reflejo que se une
con
el caudal del río.