jueves, 13 de marzo de 2014

CHANTAL MAILLARD

  


Y dónde está escondido tu tesoro, Hainuwele…



«¿Y dónde está escondido tu tesoro, Hainuwele?»
«¿Y dónde está escondido tu tesoro, Hainuwele?»,
me pregunta, burlona,
la más anciana del poblado.
Se refiere, lo sé, a lo que siempre buscan
los hombres cuando vuelven del combate.
Mi tesoro, contesto, es suave como el musgo, dulce
como leche de almendras,
tiene el frescor de los helechos
y sangra sin dolor hasta teñir de púrpura el crepúsculo
o para alimentar los cachorros de un tigre.

Mi tesoro no está escondido:
resplandece en el bosque como el oro,
mas sólo un hombre ciego
pudo hallar el camino que a él conduce.


JORGE MANRIQUE

  

Yo Soy Quien Libre Me Vi


Yo soy quien libre me vi,
yo, quien pudiera olvidaros;
yo só el que, por amaros,
estoy, desque os conoscí,
«sin Dios, y sin vos, y mí».

Sin Dios, porque en vos adoro,
sin vos, pues no me queréis;
pues sin mí ya está de coro
que vos sois quien me tenéis.
Assí que triste nascí,
pues que pudiera olvidaros.
Yo so el que, por amaros,
estó, desque os conoscí,
sin Dios, y sin vos, y mí».


ENRIQUE GRACIA TRINIDAD




2. Gato de Ursaria muestra su desaliento 



Quiero dejar constancia de estas horas, cedidas al embrujo de la alquimia, perdidas entre
frascos y papeles, libros, polvo, colores que ya no pueden más, fracasos y silencios
buscando una salida razonable. 

Pero en el fondo no quisiera dejar constancia ni incitar recuerdo -dura contradicción es
mi deseo-. 

Si me entregué al conjuro y a la búsqueda, de qué le sirve a nadie. 

Si mi existencia se hizo turbia, imprecisa, somnolienta; si rebosó la mesa de papeles,
matraces y morteros: todo sin concluir, todo sin dar sentido, sin hallar respuesta, de
qué vale insistir en que se sepa. 

Si hasta la luz agonizó en mi estancia, se reclinó en el polvo de los libros, y acusó a
los rincones de urdir patrañas en la sombra, a quién va a interesar que yo lo diga. 


¿Dejar memoria o convocar olvido? 

Ojalá lo supiera. 


De "Sin noticias de Gato de Ursaria"



SALVADOR RUEDA

    


Tu carne



Está tu carne de ágata y de rosa
donde el sol con la nieve se combina
dotada de una luz casi divina,
casi extrahumana y casi milagrosa.

Tiene ideal traslucidez preciosa
que cual racimo de oro te ilumina,
y en tu cutis de leche se adivina
sangre de fresas pura y ruborosa.

Tu seno en flor de redondez de astro,
es una clara piedra de alabastro
que deja ver transparentarse el día.

Como a santo cristal sin mancha alguna
a él asomé para mirar la luna,
e igual que tras de un ámbar la veía.



JOSÉ HIERRO




Caballero de otoño



Viene, se sienta entre nosotros,
y nadie sabe quién será,
ni por qué cuando dice nubes
nos llenamos de eternidad.

          Nos habla con palabras graves
y se desprenden al hablar
de su cabeza secas hojas
que en el viento vienen y van.

          Jugamos con su barba fría.
Nos deja frutos. Torna a andar
con pasos lentos y seguros
como si no tuviera edad.

          Él se despide. ¡Adiós! Nosotros
sentimos ganas de llorar.






FRANCISCO BRINES




Alocución pagana


¿Es que, acaso, estimáis que por creer
en la inmortalidad,
os tendrá que ser dada?
Es obra de la fe, del egoísmo
o la desolación.
Y si existe, no importa no haber creído en ella:
respuestas ignorantes son todas las humanas
si a la muerte interroga.

Seguid con vuestros ritos fastuosos, ofrendas a los dioses,
o grandes monumentos funerarios,
las cálidas plegarias, vuestra esperanza ciega.
O aceptad el vacío que vendrá,
en donde ni siquiera soplará un viento estéril.
Lo que habrá de venir será de todos,
pues no hay merecimiento en el nacer
y nada justifica nuestra muerte.

"Aún no"