sábado, 3 de mayo de 2014

MICHÈLE NAJLIS


 

 
 

El eterno canto de las sirenas

 

A Daisy, Ana Ilce, Vidaluz y Gioconda

 

  

¿Qué decía, Ulises, el canto de las sirenas que tu pobre

astucia

no se atrevió a escuchar?

¿Qué fue de la armoniosa perfección

que tus naves esquivaron?

¿De qué sirvieron tus viajes, para qué las arenas de Troya,

la victoria a traición,

la embriaguez de Polifemo?

¿Para qué la gloria de los siglos, insensato,

si, hombre al fin, tuviste el milagro al alcance

de tu mano

—más importante que la gloria

más efímero que la fama, y por eso

sólo por eso, terno—

y te negaste, cobarde, a descifrarlo?

 

Pero las sirenas, Ulises, son eternas.

Otros son los que escuchan ahora nuestros cantos.

 

 

LUIS ROCHA


 
 

El abrazo

 
 
 

Aún no se acaba, Señor, ni se acabará

mi amor.

Aún no sé, ¡oh Eros!, sólo presiento

el calor.

El cálido clamor del amor

que nos pierde y encuentra

íngrimos antes del abrazo total;

íntimos soportando, sosteniendo, iluminando la noche

como una llamarada en el lecho

que llama y llama al amor

para que aún y después no se acabe.

Seamos pues fuertes como titanes;

ofrendamos esta misa nupcial

porque esto nos ha sido dado

para que como solitarios romanos en el circo

mi sombra te oculte de los leones

y que tu voz que es ya mi voz diga lo mismo,

el mismo canto mientras nos abraza,

nos quema, nos purifica el amor.

 

 

JORGE EDUARDO ARELLANO


 

 

O quam te memoren virgo

 



Esta tarde he vuelto a la muchacha de mis 16 y 17 años

aquí, en Granada de Nicaragua, cuando era niña

y catorce septiembre afilaban sus senos.

 

He vuelto a nuestro encuentro predestinado desde antaño

al día en que ambos nos cogimos de las manos en una fiesta de cumpleaños

donde la suavidad musical de su espigado cuerpecillo

penetró en mi alma que estaba ya a su servicio

porque nadie encerraba lo que ella encerraba:

aquella cadencia rítmica de sus caderas

aquellas mejillas que decoraban su sonrisa

aquel pelo que jugaba con el viento

y porque tenía para mí

la primavera de todos los siglos

volcada en su vientre.

 

He vuelto a sentarme con ella bajo los aleros de su casa

a platicar con su hermana a la orilla del tocadiscos

a escribirle unas cuantas cartas de amor

a conversar con sus padres para visitarla cuanto quisiera

para ir solos a misa. Al cine y al estadio

y desde ese día

su casa era mi casa

porque nos acurrucábamos en el nido de la noche

y teníamos las venas encendidas de amor

y necesitábamos mucho tiempo para apagar nuestro fuego.

Y en aquellos días no existía nadie más que mi niña

y nada me atraía como ella

ni las diversiones ni los libros

y cuando regresaba de su casa me decía a mí mismo:

“Si algo traigo para decir, dispensadme,

en el bello camino lo he olvidado.

Por un descuido me comí la espuma:

perdonadme, que vengo enamorado.”

Y estaba construyendo mi mundo con mis propias manos

y a veces ella sospechaba que debía construir su mundo

porque sabía que el mundo de todas las cosas

y todas las cosas del mundo

estaban en mis palabras;

entonces sembré mi hontanar bendito sobre su seno.

 

Pero de aquellos días no queda nada

porque ella llevaba a otro sitio la batalla

y todo me viene esta tarde

cuando recuerdo que llenó mis 16 y 17 años

aquí, en Granada de Nicaragua,

mientras huyo de su dominio

y el sol poco a poco deja de brillar para mí

mientras no me queda ya nada más de ella.

 

 

MARIO SANTOS



 

En el atardecer

 

 

En el atardecer

las palmas de coco

se parecen a tus manos

cuando me decías adiós

y

yo me alejaba en el tren.

 

 

LEONEL RUGAMA


 
 

Las casas quedaron llenas de humo

 
 
 

A los héroes sandinistas:

JULIO BUITRAGO URROZ

ALESIO BLANDÓN JUÁREZ

MARCO ANTONIO RIVERA BERRIOS

ANÍBAL CASTRILLO PALMA

 

Yo vi los huecos que la tanqueta Sherman

abrió en la casa del barrio Frixione

Y después fui a ver más huecos

en otra casa de Santo Domingo.

Y donde no había huecos de Sherman

había huecos de garand

o de Madzen

o de Browning

o quién sabe de qué.

Las casas quedaron llenas de humo

y después de horas

Genie sin megáfono gritaba

que se rindieran.

Y antes hacía como dos horas

y antes hacía como cuatro horas

y hacía como una hora

gritaba

y gritaba

y grita.

Que se rindieran.

Mientras la tanqueta

y las órdenes

Las Browning

las Madzen

las M-3

los M-1

y las carreras

las granadas

las bombas lacrimógenas………

y los temblores de los guardias.

 

NUNCA CONTESTÓ NADIE

 

Porque los héroes nunca dijeron

que morían por la patria,

sino que murieron.

 

 

FRANCISCO SANTOS



 

Leonel Rugama

RIP

 
 
 

Una tarde Leonel me recomendó

—para la flacura— hacer ejercicios

aclarándome que no se trataba de

“ejercicios espirituales”

hablamos acerca de las muchachas

que iban o venían del trabajo o del colegio

de las que entraban o salían de una tienda

de zapatos

de otra que pasaba vendiendo chancho

también me leyó un poema sobre una guerrilla Vietnamita

Ahora —otra tarde— que veo su cuerpo acribillado

Por la G. N. En la foto de un diario

Recuerdo que José Coronel Urtecho

Una vez me dijo: “los poetas no sirven para nada”