Hilos
de seda
..yedra
que avanza, envuelve y desarraiga al alma
y
la divide de sí misma.
Octavio Paz
Rápido corre veloz
el
coco rota ronco
¡Cocoro!
Lenta baja caminos verde sobre verde vuela el chocoyo entre las
ramas la siesta
vierte el haz el cáliz en polen y la abeja aleja dulce su peso y posa a la luz.
Las praderas dibujan
contornos en azul... el cielo desatado anima el aroma
a tierra mojada. Salen caracolas de sus conchas, contenidas
depositan ígneas vertientes sobre el terreno. Dormidos explotan volcanes, las
piedras ardientes derriten la risa
leve la lava amasa la masa maíz por maíz
de surco en surco clarea
la luna
mira el queso el coyote desde lo alto al fondo del pozo perdido el mordisco
en roja
manzana
de poro en poro cubre el
sudor la piel de la esfera
teje
hilos de seda la araña los sube y los baja
de lejos cabalgan los
potros
dormitan la noche cansados de espuelas al roce del lomo
las
vacas pacen ladeadas colinas
parecen
caer sostenidas
ojonas al pasto devoran
mugidos el viento acomoda al oído
los pájaros confunden sus
nidos
llorando el calor de las 12 del día ocultan sus crías
en busca del río.
Relinchan los bosques
ajenos
avispas fugaces vuelan a la deriva
como plumas mariposas reposan colores.
Adivina el péndulo un lado
y el otro tic- tac el desierto de cactus espina
como espina a la rosa arrancarla del tallo
densas respiran las nubes
la última gota
¡bomba!
al tímpano aturdido.
Ladran ladran las fauces
abiertas del cauce
arrastran lama las piedras calizas al delta en cascada
alza la mano estira y encoge
las suelas andadas rotas carcomen las cimas
resbalan y siguen las horas al ver la montaña
quieto el estanque ondula
el gorjeo de aves
desata las aguas extiende sus alas
las hojas se sueltan del
árbol
las frutas dispersas se adhieren al suelo en semillas
por millas y millas
se besan arenas y arados
se
mojan al pie de la letra
se abre el telón
levitan los santos los astros
la perla se hace
se
pule
se esconde
a saltos conejos elevan
orejas al cielo al ver a conejas
sangrando los ojos.
Faros enfocan arden la
mirada tendida por los cuatro puntos cardinales
y nada más ni menos cada vez lejano
recordar y avanzar
recorrer sedientos el
espacio de calma
y la
prisa demora en partir...
Sola la ausencia derrumba
la estancia
lejana cúpula de astros
tumbas en cruces dispersas descansan.
Mañana
tal vez radiante el ceño sonría su asombro
y el rictus al fin explaye el beso
sostenido
hasta
la última
lágrima.
Enero, 2000
De:
Florece el naranjo