sábado, 21 de junio de 2014

MIGUEL ARTECHE SALINAS


 

La encantada

 

La encantada, la ofendida,
La trocada y trastocada,
La que a mí me mudaron
Como árbol sin hojas,
Como sombra sin cuerpo.
Dios sabe si es fantástica o no es fantástica,
Si en el Mundo se encuentra o no se encuentra.
La que veo y se esconde,
La que los niños siempre miran,
La que jamás verán los Mercaderes,
La que aparece
Y desaparece.
La que conmigo muere
Y me desmuere.
La visible,
La invisible
Dulcinea.

 

 

PABLO NERUDA


 

Disposiciones

 

Compañeros, enterradme en Isla Negra,
frente al mar que conozco, a cada área rugosa
de piedras y de olas que mis ojos perdidos
no volverán a ver.
Cada día de océano
me trajo niebla o puros derrumbes de
turquesa,
o simple extensión, agua rectilínea, invariable,
lo que pedí, el espacio que devoró mi frente.

Cada paso enlutado de cormorán, el vuelo
de grandes aves grises que amaban el
invierno,
y cada tenebroso círculo de sargazo
y cada grave ola que sacude su frío,
y más aún, la tierra que un escondido herbario
secreto, hijo de brumas y de sales, roído
por el ácido viento, minúsculas corolas
de la costa pegadas a la infinita arena:
todas las llaves húmedas de la tierra marina
conocen cada estado de mi alegría,
saben
que allí quiero dormir entre los párpados
del mar y de la tierra . . .
Quiero ser arrastrado
hacia abajo en las lluvias que el salvaje
viento del mar combate y desmenuza,
y luego por los cauces subterráneos, seguir
hacia la primavera profunda que renace.

Abrid junto a mí el hueco de la que amo, y
un día
dajadla que otra vez me acompañe en la
tierra.

 

 

GABRIELA MISTRAL


  

La maestra rural

 
 

La Maestra era pura. «Los suaves hortelanos», decía,
«de este predio, que es predio de Jesús,
han de conservar puros los ojos y las manos,
guardar claros sus óleos, para dar clara luz».

La Maestra era pobre. Su reino no es humano.
(Así en el doloroso sembrador de Israel.)
Vestía sayas pardas, no enjoyaba su mano
¡y era todo su espíritu un inmenso joyel!

La Maestra era alegre. ¡Pobre mujer herida!
Su sonrisa fue un modo de llorar con bondad.
Por sobre la sandalia rota y enrojecida,
tal sonrisa, la insigne flor de su santidad.

¡Dulce ser! En su río de mieles, caudaloso,
largamente abrevaba sus tigres el dolor!
Los hierros que le abrieron el pecho generoso
¡más anchas le dejaron las cuencas del amor!

¡Oh, labriego, cuyo hijo de su labio aprendía
el himno y la plegaria, nunca viste el fulgor
del lucero cautivo que en sus carnes ardía:
pasaste sin besar su corazón en flor!


Campesina, ¿recuerdas que alguna vez prendiste
su nombre a un comentario brutal o baladí?
Cien veces la miraste, ninguna vez la viste
¡y en el solar de tu hijo, de ella hay más que de ti!

Pasó por él su fina, su delicada esteva,
abriendo surcos donde alojar perfección.
La albada de virtudes de que lento se nieva
es suya. Campesina, ¿no le pides perdón?

Daba sombra por una selva su encina hendida
el día en que la muerte la convidó a partir.
Pensando en que su madre la esperaba dormida,
a La de Ojos Profundos se dio sin resistir.

Y en su Dios se ha dormido, como un cojín de luna;
almohada de sus sienes, una constelación;
canta el Padre para ella sus canciones de cuna
¡y la paz llueve largo sobre su corazón!

Como un henchido vaso, traía el alma hecha
para volcar aljófares sobre la humanidad;
y era su vida humana la dilatada brecha
que suele abrirse el Padre para echar claridad.

Por eso aún el polvo de sus huesos sustenta
púrpura de rosales de violento llamear.
¡Y el cuidador de tumbas, como aroma, me cuenta, las
plantas del que huella sus huesos, al pasar



EFRAÍN BARQUERO



 

La compañera

  

Así es mi compañera.
La he tomado de entre los rostros pobres
con su pureza de madera sin pintar,
y sin preguntar por sus padres
porque es joven, y la juventud es eterna,
sin averiguar donde vive
porque es sana, y la salud es infinita como el agua,
y sin saber cuál es su nombre
porque es bella, y la belleza no ha sido bautizada.
Es como las demás muchachas
que se miran con apuro en el espejo trizado de la aurora
antes de ir a sus faenas. Así es,
y yo no sé si más bella o más fea que las otras,
si el vestido de fiesta le queda mal,
o la ternura equivoca a menudo sus palabras,
yo no sé,
pero sé que es laboriosa.
Como los árboles, teje ella misma sus vestidos,
y se los pone la naturalidad del azahar
como si los hiciera de su propia sustancia,
sin preguntarle a nadie, como si la tierra,
sin probárselos antes, como el sol,
sin demorarse mucho, como el agua.
Es una niña del pueblo,
y se parece a su calle en un día de trabajo
con sus caderas grandes como las artesas o las cunas,
así es, y es más dulce todavía,
como agregar más pan a su estatura,
más carbón a sus ojos ardientes,
más uva a su ruidosa alegría.

 

 

 

FERNANDA SIERRA


 

Anti soneto del cansancio

 

Que nada me encuentre
Que nada me tome
A veces ser apenas más torcaz
Por poco olvidar
Por poco apenas ser
No necesariamente un ser
Escribiré una hoja en blanco
Mi trabajo mas completo
Con tantas oposiciones
No escapo de la regla
En blanco y sin pasado
Ser el futuro
Opuesta como siempre
En el presente

 

 

EDUARDO FARIÑA POVEDA


 
 

Entre paréntesis

 


( ANTES DE TODO SE PODRÍA COLOREAR UN CIELO INVERNAL CON LA MISMA
SUAVIDAD / CON LA que miras desde el abismo de tus ojos color atardecer otoñal / así
Todo va pasando y que mas / pensarse en la nueva soberanía / desde y hasta siempre con esa misma aptitud /
/ mediocre [ basta hasta cuando] hoy no te temes por que sabes bien que en el fondo eso pasó de moda/ poco entiendes de lo que se arranca en la borrachera/ cada día que pasa duele más/ mas + más/ y poco te interrogas
nunca has sabido invertir en las preguntas / tu problema no resuelto permite que puedas seguir divirtiendo / la carne no es más que ejemplo / todo lo que se albergue en ti sangra demasiado / tu vida es un carrete con freno de mano
puede que las imágenes no dibujen nada / pero basta con aquellas palabras.

Tus errores ya no son algo decorativo
Un morder el polvo cayéndose de pena
Ser el paréntesis de la nada por nada y con el disimulo sangrando
CHAPOTEAR CORONANDOSE DE HERIDAS
EN UN LLORAR QUE NO TIENE nada de gratuito
De la cabeza brota el hongo de humo
Y los meteoros caen en el océano del espíritu.

Querer es un tipo de poder pero como querer es una arte
Saber llorar sin que las lágrimas te desfiguren la cara
Hoy no habrá más hoy ya que ahora mismo invade el mañana
Sufrir es una forma de morir mas saber sufrir es un absurdo bonito

En el proyecto de ensayo eres un paréntesis
Algo así no
Pues bien
Pues pues pues
En ensayar no hay nada en serio
Por eso te arrancas la lengua
Sonriendo como siempre).