jueves, 10 de julio de 2014

LUIS PALÉS MATOS


 

La Ceiba

 

La ceiba sobre el cauce se dobla bondadosa
Quebrando la afonía de la áfona llanura.
Con su voz de matrona, la ceiba caprichosa
Tiene el ramaje loco de una rara locura.

Ella entraña el recuerdo recóndito y fragante,
De una princesa india de pupila moruna,
Que sumergió en el río su cuerpo palpitante
Bajo la anemia crónica de la pálida luna.

Ella ofrenda su sombra tutelar al viajero
Nostálgico de calma; el ruiseñor parlero,
Entona entre sus ramas fervientes sonatinas;

La ceiba es una madre, que sobre el río largo
Expande su paraguas enorme; y sin embargo,
La ceiba tiene el tronco pletórico de espinas.

 

 

JOSÉ GAUTIER BENÍTEZ


 

El Poeta

 

Nace, vive y adelanta
por la senda de la vida,
y al recibir una herida
la citara toma y canta;

Y la turba se divierte
con el que, fija en el cielo
La mirada, por el suelo
do lleva el paso no advierte.

El se queja, y mientras tanto
se le escucha sonriendo,
quizás a veces creyendo
que son ardides del canto.

Y en su profunda aflicción,
de sus canciones benditas,
¡cuántas, cuántas van escritas
con sangre del corazón!

Aunque el genio el canto exhale
canta al par dolor y gloria
que el laurel de la victoria
cuesta más de lo que vale.

Y al esparcir gloria y luz
del mundo en el escenario,
encuentra en él su calvario
y su martirio en su cruz.

Si Jesús en su suplicio
llegando al último instante,
desencajado el semblante,
consumado el sacrificio,

Entre el ronco vocerío
del pueblo que le insultaba
con dulce amor exclamaba:
"¡Perdonadlos, Padre mío!"

Si su frente desgarrada
por la sangrienta corona
al suelo inclina y abona
la clemencia su mirada,

También el bardo, al sentir
que se acerca su partida
sintiendo luchar la vida
con las ansias del morir,

Venciendo su mal profundo
de su lecho se levanta,
su citara toma, y canta
como el cisne moribundo.

Siendo aquél su último cante
de su eterna despedida,
pura esencia de su vida
y perfume de su llanto,

Que cuando la frente inclina
al peso de su corona,
¡también bendice y perdona
al mundo que le asesina!

 

 

JORGE LUIS MORALES


 

Urbanización

 
 
Posiblemente motivada esa lisura de los pasos
sobre la gravilla, liquen talado muy cerca de las pistas.
Y es la penumbra, el altiplano,
donde ubica con sus faros su condena:
el camino se espacia y nuestros cuerpos son
un escanciado breve que perfila el extravío.

Hay extrañeza en ese paso
arrumbado del vehículo, más estrecho ahora;
y mirarse, o mirar al cristal, desconocidos,
desiguales como fugitivos que advirtieran serlo.

Mitiga nuestro rostro el sobresalto de los porches
y el farol con que ostentan su callado resplandor,
ajenos a esta pugna de rumores tras los setos
discrepantes de olor, con su corazón nuevamente podado.

Pesa más por tanto lo indistinto,
el llevarse a ser, nuevos y nocturnos, en el encuentro.
En la paralela, que trenzan otros sobrios portones
nadie es ruta de nada,
y la cal dispensa de su terco labio.

Pedimos ahora, como sables a su funda,
adherir al aire su filoso astro y nuestra entrega.

Son las verjas de las canchas un horadado pañuelo
y, mutuamente, nos damos un aviso
de separación y sombra.

 

 

MARÍA ARRILLAGA


 

Poesía

 
 

I

Poesía es emoción,
asombro de la vida,
cascabel que rompe el ruido de los tiempos
y
de los silencios.
Angustia de muerte
y
luz de todas las mañanas.
Como columpio que suena el aire
o un perro solo que muere
o un héroe solo muriendo.
 

II

Poesía es un sillón,
y lo que siente un hombre pobre.
Es un cajón donde se come,
y el vómito de la amargura cotidiana.

Es una perla dañada.
Una vieja en el cristal
reflejando los reflejos
desde convite absurdo
de pan y ojos que miran
el universo agrandarse.

 

III

Es la luz de la ciudad,
se la puede aceptar.
Soñar:
que ya pronto volveremos
a San Juan.
Que como perros mordiéndose
volveremos a querernos.
 

IV

Es la sangre de los besos en la noche
cuando mi última energía
desea la poesía
como amante fiel que me acompañe
al lecho del descanso.

Y entonces la palabra se hace carne y toma espíritu.
Junto a mí el ritmo de las voces
de todos los tiempos levantadas
de los hombres y mujeres que gritaron
del sentimiento al alma para afuera
para que no haya corazones solos.
Porque en medio del suicidio de las mentes
está el exquisito abismo de las voces compañeras
clamando al infinito
la humanidad del sueño de la nada apocalíptico.

 

Vida en el tiempo.

 

MARTHA LOMAR


 

¡A la playa!

 

¡A la playa! Ala playa
por hicacos y uvas;
a la mar por sargazos
para mis trenzas rubias;
con los pies sin zapatos,
sobre la arena húmeda.
¡Cuidad de los erizos
con sus enormes púas!
Sargazos en el pelo,
conchitas en las uñas,
arenas en el cuerpo
y una risa de espuma:
¡Toda la mar conmigo,
cuando íbamos por uvas!
Abanicos las hojas
de los uveros. Tunas
con espinas que amargan
defendiendo la fruta
que destila su rojo
y su fresca dulzura.
A la mar por sargazos,
y a la playa por uvas,
por hicacos, por conchas,
por la fruta de tuna.
A la mar, otras tardes,
otras tardes, ya ... ¡nunca!


 

MARTA SOLEDAD


 

Cafetalira

 

Grano a grano en mi canasta
Cae el fruto verdi-rojo
Para llenar los antojos
Que en mi paladar recojo.

Grano a grano y sin malicia
Recibo hoy la caricia
Del cafetal, y el canasto
Se hace dueño de mi lira.

Tengo por despertador
Un gallo que canta y canta
Y entre un aletazo y otro,
De la cama me levanta.

Y en la tibieza del cuarto
Abro los ojos sonrientes:
¡Ah, quien me sirviera caliente
Del mismo fruto un gustazo!

Y en semáforo encendío
Verde, rojo y amarillo...
¡Negro!, cual si estuviera fundido,
Cae en mi boca en sorbitos.

Grano verde, grano rojo,
Como luces navideñas
Que adornas el campo alegre
De mi tierruca trigueña...

Quien me diera que así fuera
Por el resto de tus años,
Y que tuvieras espinas
Para quien te hace daño...

Pues mis manos te acarician
Cuando recojo tu fruto;
¡Si tú supieras, palito
Con que cariño te arrullo!
 
¡Y ay, que sueño tan despierto
Me envolvió en la ignorancia,
Porque hoy experimento
El dolor de la distancia!

Hoy siento haberte cambiado
Por los impuestos que pago,
Sin color, sabor o aroma
Este trago sabe amargo.

¡Ay, mi campo, ay mi gloria,
Ay, mi sueño despierto!
¡Soñar, y soñar que vuelvo
A coger café en mi pueblo!