lunes, 14 de julio de 2014

LUIS PALÉS MATOS

 


Pueblo

 
 
¡Piedad, Señor, piedad para mi pobre pueblo
Donde mi pobre gente se morirá de nada!
Aquel viejo notario que se pasa los días
En su mínima y lenta preocupación de rata;
Este alcalde adiposo de grande abdomen vacuo
Chapoteando en su vida tal como en una salsa;
Aquel comercio lento, igual, de hace diez siglos;
Estas cabras que triscan el resol de la plaza;
Algún mendigo, algún caballo que atraviesa
Tiñoso, gris y flaco, por estas calles anchas;
La fría y atrofiante modorra del domingo
Jugando en los casinos con billar y barajas;
Todo, todo el rebaño tedioso de estas vidas
En este pueblo viejo donde no ocurre nada,
Todo esto se muere, se cae, se desmorona,
A fuerza de ser cómodo y de estar a sus anchas.

¡Piedad, Señor, piedad para mi pobre pueblo!
Sobre estas almas simples, desata algún canalla
Que contra el agua muerta de sus vidas arroje
La piedra redentora de una insólita hazaña...
Algún ladrón que asalte ese banco en la noche,
Algún Don Juan que viole esa doncella casta,
Algún tahúr de oficio que se meta en el pueblo
Y revuelva estas gentes honorables y mansas.

¡Piedad, Señor, piedad para mi pobre pueblo
Donde mi pobre gente se morirá de nada!

 

 

JOSÉ GAUTIER BENÍTEZ

 
 

Redención

 

Cuando uno muere, en la tumba
se queda encerrada el alma,
hasta el día que en la losa
rueda de amor una lágrima.

El sol el llanto evapora,
y en el vapor, a las altas
regiones del cielo asciende
tranquila y feliz el alma.

¡Triste de aquel que en su muerte
ninguna lágrima arranca!
¡No tiene quien lo redima
ni quien liberte su alma!

 

 

 

EDGARDO LÓPEZ FERRER


 

Sólo al dolor...

 

Sólo al dolor mi corazón provoca
con su latir de inmenso enamorado.
Cómo duele saberse ya olvidado
por tu mano, tu voz y por tu boca.

La pena por mi sangre desemboca
al sentir sobre mí tu pecho amado
tu cuerpo por mi cuerpo señalado,
dulce sueño del labio que te evoca.

No ha podido vencer la lejanía
tu ser, polen de amor para mi viña
tan sólo tú renaces mi alegría.

Por tu mano que el tiempo me cercena,
por tu voz, por tu boca día a día
cumplo en tu corazón una condena.


 

FRANCISCO MATOS PAOLI


 

Poética

 

Flor silvestre que busca dúctil llama,
sencillez pulsada en armonía.
No el misterio sufriente que confía
negar la lumbre abierta al panorama.

Tampoco el claroscuro que, sin trama,
queda exánime y torpe en la poesía.
Tal vez el árbol con fluencia ansía
mudarse al cielo donde se proclama

la inocencia selecta con fervores.
Ese traje tupido en sinsabores
no me menciona ya, no me pelea.

Yo vibro en consonancia decidora
con el ángel virtual que se colora
dentro del arrebato de la idea.

 

De: Dación y milagro.

 

 

ENRIQUE SILVA URRUTIA


 

Seguramente

  

Seguramente,
cuando el negro sol de la esperanza mía
se eclipse por completo en su agonía,
girando por el cosmos como un muerto,
roto los hilos que me unen a la vida,
solo y sin orgullo,
–mendigante–
con la baba senil de los que fueron,
y un cansancio febril en la mirada,
entonces buscaré la tierra amada
escarbando mi fosa en el desierto;
donde moran las almas que han vivido
contemplando la aurora de sus sueños.

 

 

 

JULIA DE BURGOS


 

Rompeolas

 
 

Voy a hacer un rompeolas

Con mi alegría pequeña…

No quiero que sepa el mar

Que por mi pecho van penas.

No quiero que toque el mar

La orilla acá de mi tierra…

Se me acabaron los sueños,

Locos de sombra en la arena.

No quiero que mire el mar

Luto de azul en mi senda…

(eran aurora mis parpados

cuando cruzo la tormenta)

no quiero que llore el mar

nuevo aguacero en mi puerta…

todos los ojos del viento

ya me lloraron por muerta.

Voy a hacer un rompeolas

Con mi alegría pequeña,

Leve alegría de saberme

Mía la mano que cierra.

No quiero que llegue el mar

Hasta la sed de mi poema,

Ciega en mitad de la lumbre,

Rota en mitad de una ausencia.