martes, 15 de julio de 2014

LUIS PALÉS MATOS


 

Yo adoro

 

Yo adoro a una mujer meditabunda
de larga y ondulosa cabellera,
que va agrandando el surco de su ojera
con el riego de llanto que la inunda.

Esta blanca sonámbula, ¿qué espera?
¿De qué novela trágica y profunda
ama el protagonista que circunda
de amor su joven alma lastimera?

Yo adoro esta obstinada soñadora.
La realidad en ella se colora
con una novelesca fantasía;

y la adoro sin prisa ni demencia,
con una suave y mística paciencia
¡porque yo sé que nunca será mía!

 

 

 

JOSÉ GAUTIER BENÍTEZ



 

La Nave

 

Del mar de la vida las ondas en calma
cobra la luna con rayo fugaz,
y en el horizonte, cortando su curva,
descubre una nave, ¿quién sabe do va?

Y avanza y avanza cruzando las olas
y el blanco velamen ofrece al terral,
que juega en las flores de orilla lejana
y aroma la inmensa llanura de mar.

Ni ruido, ni voces, y todo en silencio.
Parece que solo camina el bajel.
Mas no, que buscando del norte la estrella,
tenaz a la caña se ye al timonel.

Estrellas y luna ¿do están? ¿qué se hicieron?
El éter no ostenta su límpido tul,
la mar se ennegrece, se turba, se agita,
y avanzan rugiendo los vientos del Sud.

Y allá en el nublado, confuso horizonte,
cual blanco a los rudos combates del mar,
bajando al abismo, subiendo a las nubes,
descubro una nave. ¿Quién sabe do ira?

La invaden las olas, la llenan de espuma
y azotan los flancos del débil bajel.
En medio del agua, del viento, del rayo,
tenaz a la caña se ye al timonel.

Y posa en el buque doliente mirada,
y llanto derraman sus ojos quizás,
al ver que no puede luchar con el viento,
al ver que se aumenta la furia del mar.

Mas no lo abandona, mas no desfallece,
comprende su grande, su santa misión,
y altivo levanta la impávida frente
que ofrece a los golpes del rudo aquilón.

Por más que se aumente la horrible tormenta,
por más que se estrellen las olas en él,
fijando en el norte la experta mirada
tenaz a la caña se ye al timonel.

....


Ya vuelven, ya vuelven las brisas tranquilas,
pasaron los vientos furiosos del Sud,
la mar se serena, se calma apacible,
y el éter recobra su límpido azul.

Cruzando las aguas que tocan la orilla
rompiendo las blancas espumas del mar,
y el ancho velamen al viento tendido,
descubro una nave, ¿quién sabe do va?

Lo sé, para el puerto: las últimas rocas
burlando que pueden romper el bajel,
lo mismo en bonanza que en ruda tormenta
tenaz a la caña se ve al timonel.

 

 

 

FRANCISCO MATOS PAOLI


 
 

Porque soy el poeta…


 

Porque soy el poeta,
befa mayor de la palabra,
debo tener el cielo dispuesto al mundo vano.

Y cuando chocan los seres,
qué impasible evasión, qué pábilo de lumbre
enterrada,
qué decisión baldía
hacer que todo poema se levante del ruido
y pueda representar la idea,
el fantasma infinito de los vuelos,
la eucaristía que se reconoce
en el modo de partir el pan.

Sé que el vecino hace un esfuerzo
grande
por ser hombre,
sé que debo hablar con armonía,
apaciguar el león que se come el crepúsculo.

De momento me enternezco,
me suelto en la corriente noble,
apabullo los astros con la mano y digo:
es mejor el silencio cuando se está tan muerto
y no podemos mejorar el día
común
prendido a nuestra lágrima.

Pero tengo que luchar y luchar.

Luzbel es la incomunicación,
el fácil deletreo que idiotiza,
el sedicente que
por abundancia de atmósfera
echa a perder el llanto,
ese tatuaje del olvido
que aún queda al encarnado.

Yo quisiera vivir
sin tener que ser profeta,
estar abierto en el agua como la flor de loto,
perder la huella de la noche,
no sostener más la perla del abismo,
huir hacia el cafeto florecido
que en simplicidad alaba.

Pero es imposible, Dios mío.

Si no enloquezco ahora,
¿qué será del semen de la imagen?

¿Para qué deseo el tieso
símbolo de los grandes congelados de la historia?

¿Para qué soy el patán
que se desvive en la memoria inasible,
todo rodeado de orillas,
todo poblado de insustancia,
todo clamante en el desierto?

 

De: Canto de la locura.

 

 

EDGARDO LÓPEZ FERRER


 

Solo está el hombre...


 

Solo
está el hombre
con su dolor a cuestas;
desvelado
en su sombra diaria.
Un dios ahogado
le corre por las venas
como una herida vieja.
Cargado
de silencio
cruza por el mundo
con su triste equipaje;
encadenado
va por calles
de miseria.
Busca
en su corazón
una mirada,
una palabra,
tierna o dura
que le diga
que humanamente existe.

Inútilmente busca.
Sus brazos
no detienen ya
la nada.
La soledad
ama a su pecho
que habita ferozmente.
La muerte
no necesita tiempo
para crearse.

 

 

MERCEDES BOLIVAR



 

Reunión en silencio

 

 
Reúno mis muertos
sin olvidar sus rostros.
Sus nombres los llevo
prendidos del alma.

Mis oraciones
son sus canciones.
Gran legado
me dejaron
sus recuerdos.

Reúno mis muertos
sin reloj que marque la hora;
sin ruidos que perturben el silencio;
sin prisas para las despedidas.

Ellos nunca me olvidan.
Esperan con paciencia
mi lento caminar
para la reunión final.

 

 

JULIA DE BURGOS



 

Cantar marinero

 

 

Una vela!

Una vela nadando en el mar!

¿Es el mar que ha salido a mirarme,

O es mi alma flotando en el mar?

Una ola en la vela!

Una ola en la vela del mar!

¿es mi amor que se trepa en el viento,

O es tu vida en las alas del mar?

Una vela! una ola! dos sueños

Entre el cielo y el pecho del mar

¿es que el sol se ha calzado de espumas,

O es que somos los brazos del mar?

Una vela! Una ola! Un naufragio

En las blancas espaldas del mar!

No hay un puerto que pueda alejarnos…

Remaremos el barco del mar!