miércoles, 20 de agosto de 2014

MANUEL ALTOLAGUIRRE


 

Contigo



No estás tan sola sin mí.
Mi soledad te acompaña.
Yo desterrado, tú ausente.
¿Quién de los dos tiene patria?

Nos une el cielo y el mar.
El pensamiento y las lágrimas.
Islas y nubes de olvido
a ti y a mí nos separan.

¿Mi luz aleja tu noche?
¿Tu noche apaga mis ansias?
¿Tu voz penetra en mi muerte?
¿Mi muerte se fue y te alcanza?

En mis labios los recuerdos.
En tus ojos la esperanza.
No estoy tan solo sin ti.
Tu soledad me acompaña.

 

 

 

JOSÉ MARÍA HINOJOSA


 

Pasión sin límites

 

Vuela mi corazón
unido con los pájaros
y deja entre los árboles
un invisible rastro
de alegría y de sangre.

Las gotas de rocío
se helaron en las manos
abiertas y floridas
de los enamorados
perdidos en la brisa.

Vuela mi corazón,
mi corazón atado
con cadenas de estrellas
a la sombra de un árbol
atado con cadenas
y con cantos de pájaros.

 

 

RAFAEL ALBERTI

 

Mujer en camisa


Te amo así, sentada,
con los senos cortados y clavados en el filo,
como una transparencia,
del espaldar de la butaca rosa,
con media cara en ángulo,
el cabello entubado de colores,
la camisa caída
bajo el atornillado botón saliente del ombligo,
y las piernas,
las piernas confundidas con las patas
que sostienen tu cuerpo
en apariencia dislocado,
adherido al journal que espera la lectura.
Divinamente ancha, precisa, aunque dispersa,
la belleza real
que uno quisiera componer cada noche.

 

 

 

EMILIO PRADOS


 

¿Vivo del mar?...


 

¿Vivo del mar?...
                          (El mar por mí ha nacido
y al sol del mar mi soledad se acoge.)

Canto a la soledad:
Mar de la soledad ¿por qué no brillas?
Mar de tu soledad vive mi cuerpo.
Mi soledad sin piel también te busca.
¡Soledad soy del mar para cantarte!

Tendido en ti, mi soledad, espero
que al sol de ti mi soledad responda.
-Sobre la soledad del mar que vivo
desnudo en soledad, ¿qué mar se esconde?...

Un mar de angustia en soledad se niega
a darle nombre al mar que estoy cantando;
innominado mar que por mí siento
gemir en soledad de mar que ha sido.

Todo mi cuerpo en soledad abierto,
rindo por verle en soledad su nombre...
Barbecho al sol, mojado por la lluvia
de mi llanto, es el tiempo que le doy.

Antes de ver, mi soledad, la espiga
verde y granada sobre el mar que enciendes:
del mar que vivo al sol del mar que acoges
sé que debo arrancar el mar que espero.

Soledad: ¿de qué mar de ti ha venido
el mar sin nombre en mi que estoy cantando?:
«¡Soledad soy de ti: mar de tu vida!»,
sola en el mar mi soledad responde.

¿Mar de mi vida, el mar sin mí se llama?
¿Vive la soledad, mar de mi cuerpo,
y espera en mí su nombre inesperado?
¡Tan sólo aguardar fue lo que he vivido!

No soy mar, soledad, no soy tu nombre
y canto en ti mi nombre de esperanza.

 

 

 

FEDERICO GARCÍA LORCA


  

Llagas de amor

  

Esta luz, este fuego que devora.
Este paisaje gris que me rodea.
Este dolor por una sola idea.
Esta angustia de cielo, mundo y hora.

Este llanto de sangre que decora
lira sin pulso ya, lúbrica tea.
Este peso del mar que me golpea.
Este alacrán que por mi pecho mora.

Son guirnaldas de amor, cama de herido,
donde sin sueño, sueño tu presencia
entre las ruinas de mi pecho hundido.


Y aunque busco la cumbre de prudencia
me da tu corazón valle tendido
con cicuta y pasión de amarga ciencia.

 

 

DÁMASO ALONSO


 

Destrucción inminente

 

¿Te quebraré, varita de avellano,
te quebraré quizás? ¡Oh tierna vida,
ciega pasión en verde hervor nacida,
tú, frágil ser que oprimo con mi mano!

Un chispazo fugaz, sólo un liviano
crujir en dulce pulpa estremecida,
y aprenderás, oh rama desvalida,
cuánto pudo la muerte en un verano.

Mas, no; te dejaré... Juega en el viento,
hasta que pierdas, al otoño agudo,
tu verde frenesí, hoja tras hoja.

Dame otoño también, Señor, que siento
no sé qué hondo crujir, qué espanto mudo.
Detén, oh Dios, tu llamarada roja.