domingo, 9 de noviembre de 2014

JOSÉ MARÍA EGUREN


 

 

Contemplé, en la mañana,
La tumba de una niña;
En el sauce lloroso gemía tramontana,
Desolando la amena, brilladora campiña.
Desde el túmulo frío, de verdes oquedades,
Volaba el pensamiento
Hacia la núbil áurea, bella de otras edades,
Ceñida de contento.
Al ver oscuras flores,
Libélulas moradas, junto a la losa abierta,
Pensé en el jardín claro, en el jardín de amores,
De la beldad despierta.
Como sombría nube, al ver la tumba rara,
De un fluvión mortecino en la arena y el hielo,
Pensé en la rubia aurora de juventud que amara
La niña, flor de cielo.
Por el lloroso sauce, lilial música de ella,
Modula el aura sola en el panteón de olvido.
Murió canora y bella;
Y están sus restos blancos como el marfil pulido.

 

 

XAVIER ABRIL

 

Exaltación De Las Materias Elementales

 

(En desnudez intacta,
escalofrío, desmayo y sueño.
Debajo de sus senos nace un río
que olvida los temblores de su cuerpo).

¿Te quieres dar a mí hasta palidecer
desmayada en la noche?
¿Y que tu cabellera encienda
los trópicos íntimos del amor?

¿Sentir la claridad del alba
anegada en tus senos?
¿Hundirte en mí,
en la temeraria orfandad de la sangre?

Yo sueño verte un día
desnuda de tallos y de aurora,
señalando la transformación de las esferas,
alta de mediodía, cenital y luminosa,
solitaria, única: ¡eterna rosa!

 

 

CÉSAR VALLEJO

 

Hoy me gusta la vida mucho menos...

 

Hoy me gusta la vida mucho menos,
pero siempre me gusta vivir: ya lo decía.
Casi toqué la parte de mi todo y me contuve
con un tiro en la lengua detrás de mi palabra.

Hoy me palpo el mentón en retirada
y en estos momentáneos pantalones yo me digo:
¡Tanta vida y jamás!
¡Tantos años y siempre mis semanas!...
Mis padres enterrados con su piedra
y su triste estirón que no ha acabado;
de cuerpo entero hermanos, mis hermanos,
y, en fin, mi ser parado y en chaleco.

Me gusta la vida enormemente
pero, desde luego,
con mi muerte querida y mi café
y viendo los castaños frondosos de París
y diciendo:
Es un ojo éste, aquél;    una frente ésta, aquélla...    
Y repitiendo:
¡Tanta vida y jamás me falla la tonada!
¡Tantos años y siempre, siempre, siempre!

Dije chaleco, dije
todo, parte, ansia, dije casi,  por  no  llorar.
Que es verdad que sufrí en aquel hospital que queda al lado
y está bien y está mal haber mirado
de abajo para arriba mi organismo.

Me gustará vivir siempre, así fuese de barriga,
porque, como iba diciendo y lo repito,
¡tanta vida y jamás! ¡Y tantos años,
y siempre, mucho tiempo, siempre, siempre!

 

 

 

NICOMEDES SANTA CRUZ


 
A Don Porfirio Vásquez

 

¡Criollo, no: ¡Criollazo!
Canta en el tono que rasques.
Le llaman ¿El Amigazo?,
Su nombre: ¡PORFIRIO VÁSQUEZ!

Escúcheme, por favor,
escúcheme aunque no quiera:
cómo canta marinera,
yo lo creo un trovador.
Soy su fiel admirador,
lo oí y le di un abrazo;
donde él fui pasito a paso
por sentir su melodía.
Le digo, desde ese día
¡criollo, no: ¡Criollazo…!

Es el adjetivo justo
que merece un decimista,
zapateador, jaranista,
compositor de buen gusto.
Perdóname si te asusto
pero por Dios, no me atasques,
que aunque la lengua me masques
repetiré que es tan ducho
que sin esforzarse mucho
canta en el tono que rasques.

Riqueza debía tener
mas Dios le dará otro premio,
pues por su alma de bohemio
como si fuera un deber,
gozó más con proteger
al que le tendió su brazo.
Hoy comentan este caso
los que de él han recibido,
y en un gesto agradecido
le llaman ¿El Amigazo?.


Cuando le llegue el momento…
¿y esto no es un mal presagio?,
como póstumo sufragio
le haremos un monumento.
Ruego al que grabe el cemento
que con buen cincel recalque
y en un ángulo le marque,
donde la piedra resista,
para que por siempre exista
su nombre: ¡PORFIRIO VÁSQUEZ!

 

 

 

BLANCA VARELA



Auvers-sur -oise

  

Nadie te va a abrir la puerta. Sigue golpeando.
Insiste.
Al otro lado se oye música. No. Es la campanilla del
teléfono.
Te equivocas.
Es un ruido de máquinas, un jadeo eléctrico, chirridos,
latigazos.
No. Es música.
No. Alguien llora muy despacio.
No. Es un alarido agudo, una enorme, altísima lengua que
lame el cielo pálido y vacío.
No. Es un incendio.

Todas las riquezas, todas las miserias, todos los hombres,
todas las cosas desaparecen en esa melodía ardiente.
T ú estás solo, al otro lado.
No te quieren dejar entrar.
Busca, rebusca, trepa, chilla. Es inútil.
Sé el gusanito transparente, enroscado, insignificante.
Con tus ojillos mortales dale la vuelta a la manzana, mide
con tu vientre turbio y caliente su inexpugnable
redondez.
Tú, gusanito, gusaboca, gusaoído, dueño de la muerte y
de la vida.
No puedes entrar.
Dicen.

 

 

ABRAHAM VALDELOMAR



La danza de las horas

 

Hoy, que está la mañana fresca, azul y lozana;
Hoy que parece un niño juguetón de la mañana
y el sol parece como que quisiera subir
corriendo por las nubes, en la extensión lejana,
hoy quisiera reír...
Hoy, que la tarde está dorada y encendida;
en que cantan los campos una canción de vida
bajo el cóncavo cielo que se copia en el mar,
hoy, la Muerte parece que estuviera dormida,
hoy quisiera besar...
Hoy, que la Luna tiene un color ceniciento;
hoy, que me dice cosas tan ambiguas el viento,
a cuyo paso eriza su cabellera el mar;
hoy, que las horas tienen un sonido más lento,
hoy quisiera llorar...
Hoy, que la noche tiene una trágica duda
en que vaga en la sombra una pregunta muda;
en que se siente que algo siniestro va a venir,
que se baña en el pecho la Tristeza desnuda,
hoy quisiera morir.