lunes, 12 de enero de 2015

DELMIRA AGUSTINI

 

 Desde lejos

 

 En el silencio siento pasar hora tras hora,
 como un cortejo lento, acompasado y frío...
 ¡Ah! Cuando tú estás lejos, mi vida toda llora,
 y al rumor de tus pasos hasta en sueños sonrío.

 Yo sé que volverás. que brillará otra aurora
 en mi horizonte, grave como un ceño sombrío;
 revivirá en mis bosques tu gran risa sonora
 que los cruzaba alegre como el cristal de un río.

 Un día, al encontrarnos tristes en el camino,
 yo puse entre tus manos pálidas mi destino
 ¡y nada de más grande jamás han de ofrecerte!

 Mi alma es frente a tu alma como el mar frente al cielo:
 pasarán entre ellas, tal la sombra de un vuelo,
 ¡la Tormenta y el Tiempo y la Vida y la Muerte!

 

 

ENRIQUE LARRETA




Esquivias

[Pueblo de la provincia de Toledo]

 

Osamenta de pueblo. Polvo y cal de los años.
Silencio de las pálidas y ensimismadas puertas.
Quijotescos fantasmas en las plazuelas muertas
de nubes que al pasar levantan los rebaños.

Allí contrajo nupcias. Allí en los aledaños
el tío de su esposa recibe las espuertas,
más o menos vacías, de imaginarias huertas.
Aquel de los bonetes y trajes tan extraños.

Entretanto, Miguel, burlando y en secreto,
va pergueñando trazas del regio hidalgo magro.
Caño de la demencia y elocuente esqueleto.

Así nace entre números de caseros cuadernos
y en sitio en que lo verde huele siempre a milagro,
una inmortal encina, con pájaros eternos.

 

 

FÉLIX LOPE DE VEGA



Enamorado

 

Ir y quedarse, y con quedar partirse,
partir sin alma, y ir con alma ajena,
oír la dulce voz de una sirena
y no poder del árbol desasirse;

arder como la vela y consumirse,
haciendo torres sobre tierna arena;
caer de un cielo, y ser demonio en pena,
y de serlo jamás arrepentirse;

hablar entre las mudas soledades,
pedir prestada sobre fe paciencia,
y lo que es temporal llamar eterno;

creer sospechas y negar verdades,
es lo que llaman en el mundo ausencia,
fuego en el alma, y en la vida infierno.

 

 

MIGUEL HERNÁNDEZ



Como el toro
 

Como el toro he nacido para el luto
y el dolor, como el toro estoy marcado
por un hierro infernal en el costado,
por un varón en la ingle como un fruto.

Como el toro lo encuentra diminuto
todo mi corazón desmesurado,
y del rostro del beso enamorado,
como el toro a tu amor se lo disputo.

Como el toro me crezco en el castigo,
la lengua en corazón tengo bañada
y llevo al cuello un vendaval sonoro.

Como el toro te sigo y te persigo,
y dejas mi deseo en una espada,
como el toro burlado, como el toro.

 

 

ANTONIO GALA


 

Sonetos de la Zubia. Nº 55

 

Le abriste tu jardín y, conmovida,
se me instalaba el alma en sus umbrales
ante la gracia en flor de tus rosales
y ante tu flor recién amanecida.

Se extasiaba en tu sed, en la encendida
promesa de tus labios veniales,
y creyó terminados ya sus males
por virtud de tu mano bienvenida.

Tendió sus dedos a tu luz: brillaba,
se alzaba hasta tus ojos, los besaba
con la fatiga en paz de quien se entrega.

Y alegremente mi alma repetía:
“Hoy amanece azul. Hará buen día”,
mientras tu mano la dejaba ciega.

 

 

 

JOSÉ ÁNGEL BUESA


 
Sólo un amor

 

Mi corazón se siente satisfecho
de haberte amado y nunca poseído:
así tu amor se salva del olvido
igual que mi ternura del despecho.

Jamás te vi desnuda sobre el lecho,
ni oí tu voz muriéndose en mi oído:
así ese bien fugaz no ha convertido
un ancho amor en un placer estrecho.

Cuanto el deleite suma a lo vivido
acrecentado se lo resta el pecho,
pues la ilusión se va por el sentido.

Y, en ese hacer y deshacer lo hecho,
sólo un amor se salva del olvido,
y es el amor que queda insatisfecho.