viernes, 20 de marzo de 2015

EUNICE ODIO


 

Nube y cielo mayor
                                                       A los milicianos de dentro y fuera

 
Porque en España ardía la voz,

Ardía el vientre floral de la mujer
encinta con el mundo,

Ardía la arteria triste desnuda

Ardía el humus conciso de los hombres,

Ardía el húmedo estuario de tu daga
total y coronada.

Porque en España
se cubrían de lujosos cadáveres
los párpados de las muchachas


y el alba cercenada
soñaba con obispos y medusas,
y murmuraba el hombre su cándida estatura
más allá de su muerte conquistada,

Porque en España
Miliciano español
encubierto de escombros doloridos,
y tu cielo veloz acuchillado,

Mientras los enlutados
perdían tu ancha jornada de magnolias,
y revolvían
hasta variarla toda,
la gracia popular de las tahonas,
tú estabas en la época lluviosa de tu sangre,

y tu cuerpo,
en aire de paloma entrecortada,
recorría este suave desorden de ecuadores,
esta fácil ternura de los rostros de América.

Salud
Miliciano Español
a tu frente miliar
y a la turbia excelencia de tu sangre,

Salud a tu mejilla levantada,

Salud
Miliciano Español


Discípulo tatuado
en la cubierta extraña de Guernica,

Salud al espinazo de tu espada,

Porque en España,
cuando los enlutados
pacían en tu dulzor enrojecido,
y comían de tu carne derramada,
tú eras como un ángel escolar
en la esquina del mundo,

como un sol destapado con tu herida,

Salud
Miliciano Español
griterío original de días degollados,

Herida desplomada en las puertas del hombre,

para que el hombre oyera
tu iracunda fragancia
y acogiera
el alto decaer de tu cintura,
el cálido color de tu armonía,

Salud a tu lacónica silueta
melancólico el gesto entre las rocas,
y la mirada envuelta en una lágrima,

Salud
hasta tu corazón más íntimo,
y en tu sudor más íntimo,
y hasta en el dorso
más olvidado de tu hueso,
desordenado y alto,


Salud a esa tu muerte tan desechada,
tu muerte aun húmeda y sola
al socaire del olivo,

Salud
Miliciano Español,

Dinamitero que ardes
con tu boca en amas
y tu fragor al cinto,

Salud hasta en tu niño fusilado
que deslinda su ombligo entre tu frente,

Salud
Miliciano Español

Porque cuando en España
los arzobispos desfondaban a Cristo
y le pateaban el muslo y los dedos largos,
tú estabas con el rostro dividido
y con el sexo lleno de semanas
eternamente oscuras.
Porque cuando los militares de medio rostro
mutilaban la era embarazada
y se masturbaban la mente con un paraguas,
tú estabas cerrado a todas las sangres,
parado sobre todos los asaltos,
y tu cuerpo de suave corola destituida
tenía una voz para tu mismo cuerpo,

Salud
Huésped funeral y hermoso,

Salud
entre tu frente que está al socaire del olivo
aun sola;

porque aún
entre los relojes de los bufetes
y de los tocadores,
los arzobispos y los medios rostros de los traidores,
se masturbaban la mente con un paraguas,
y en tu España,
en la mía,
en la de todos,
aún arde tu cuerpo como un clavel de asalto.

Aquí,
amigo,

Miliciano español
poblado hermano nuestro,
sobre tu corazón de polvo y estampido
nosotros estamos parados al pie de las cosechas,

Sobre lo que parece que se ha roto en el llanto,

Estamos todos,
mostrando el tanto de brillo de una lágrima.

Somos los apasionados magníficos,
los pequeños exaltados
siempre floridos,

los de rostro transitable,

Estamos todos
esperando sobre la piedra erguida,
somos los de dentro y los de fuera,

somos todos los americanos.

 

 

MANUEL JOSÉ OTHON




Canto nupcial
                                           A Ladislao Gómez Palacio

 

Un nuevo hogar es huerto florecido
de jazmines, y lirios, y azahares,
entre cuyas alburas estelares
se estremece el amor como un latido.

Surge de cada flor, de cada nido,
un verso del Cantar de los Cantares
y pasan, del Hermón por los pinares,
suspirando los vientos un gemido.

De Galaad por los collados bajan
triscando las ovejas. En las viñas
de Engaddi el zumo los racimos cuajan;
mientras la esposa ve, desde el umbroso
retiro, que atraviesa las campiñas
y se acerca a sus puertas el esposo.

Oh esposa virgen y radiante!, mira:
el amor en sus ojos centellea
y el coro de los sueños le rodea
y a su oído solícito suspira.

A infundirte su alma sólo aspira.
Su cerebro, que es urna de la idea,
cual una forja ignífera chispea.
Canta su corazón como una lira.

¡El coro de los sueños! Los amigos
del esposo, que en júbilo inundados,
de su dicha inmortal serán testigos...

Los recuerdos del niño, los anhelos
viriles que le ascienden, ya encarnados,
en su viaje contigo, hasta los cielos.

Y a ti, joven y fuerte, en los umbrales
del sagrado refugio, jubilosa
te espera amante la rendida esposa
bajo los resplandores otoñales.

Tampoco sola está: las virginales
compañeras, de frente ruborosa,
tienden sobre ella su dosel de rosa
al compás de los cánticos nupciales.

Son las ansias sin fin, las esperanzas,
las ilusiones del amor, venidas
de azules y profundas lontananzas.

Todas alzan un himno al varón fuerte
que ha de llevar dos almas y dos vidas
a través de la vida y de la muerte.

 

 

 

 

GILBERTO OWEN


 

6. Palabras

 

Sólo tu palabra,
        río, deletreada,
        repetida, agria.

Sólo las estrellas
-solas- en el agua
y despedazadas.

¡Ya viene la luna!
Río, despedázala,
como a tu palabra

el silencio, como
la noche a la amada,
río, por románticas.

 
 
De Desvelo

 

 

 

LORENZO OLIVÁN



 

La negra losa de la noche inmensa

 
 

La dilatada noche
parece estar clavada,
por temblorosos astros
en el techo del cielo.

Aguzando el oído
interior, uno escucha
chirriar a esas luces
casi casi metálicas.

Ya no resisten más. Imaginando
sin duda su caída,
un vértigo creciente
las tiene justo al borde
o del llanto o del grito.

El mundo a punto está de ser tan sólo
la fosa de unos astros agotados,
que ha de sellar, rotunda y para siempre,
la negra losa de la noche inmensa.
 

De Puntos de fuga

 

IDA VITALE


 

Exilios
                                 ...tras tanto acá y allá yendo y viniendo.
                                                              Francisco de Aldana

 
 

Están aquí y allá: de paso,
en ningún lado.
Cada horizonte: donde un ascua atrae.
Podrían ir hacia cualquier fisura.
No hay brújula ni voces.

Cruzan desiertos que el bravo sol
o que la helada queman
y campos infinitos sin el límite
que los Vuelve reales,
que los haría de solidez y pasto.

La mirada se acuesta como un perro,
sin siquiera el recurso de mover una cola.
La mirada se acuesta o retrocede,
se pulveriza por el aire
si nadie la devuelve.
No regresa a la sangre ni alcanza
a quien debiera.

Se disuelve, tan solo.

 

De "De procura de lo imposible"

 

 

 

JOSÉ SARAMAGO

 
 

Inventario

  

De qué sedas están hechos tus dedos,
De qué marfil tus muslos lisos,
De qué alturas llegó a tu andar
La gracia de gamuza con que pisas.

De qué moras maduras se extrajo
El sabor acidulado de tu seno,
De qué Indias el bambú de tu cintura.
El oro de tus ojos, de dónde vino.

A qué mecer de ola vas a buscar
La línea serpentina de tus caderas,
De dónde nace la frescura de esa fuente
Que sale de tu boca cuando ríes.

De qué bosques marinos se soltó
La hoja de coral de tus puertas,
Qué perfume te anuncia cuando vienes
A rodearme de deseo las horas muertas.

 

De "Poesía completa"
Versión de Ángel Campos Pámpano