jueves, 2 de julio de 2015

CLAUDIO GUERRERO

 


Nadie preguntará más tarde por nosotros

 

Estamos sentados en una mesa sin alimentos
percibiendo el mundo a través de un vaso de vino,
nadie preguntará más tarde por nosotros
seremos sólo un puñado de monedas en una bolsa de nylon
en el bolsillo del hombre que juega a la rayuela
en el patio trasero del bar.

Nadie se preguntará a sí mismo de qué ha servido esto
cuando la ciudad es como un paseo en bicicleta
o cuando leemos el poema de la niña
que canta a la inocencia que ha perdido.

Sólo queda escuchar el tren a la salida del bar
y pasear por la última calle de adoquines en la ciudad
como el niño que a la hora de la siesta juega solo en los pasillos.
 

De “El libro de las cosas que se ignoran”

 

 

ELISA RIVARA


 

Animalito triste

 

Estoy entre tubos
en una habitación verde
y algo muy adentro
me convierte en animalito triste

El eco de los tubos
golpea lentamente mis zapatos

Alguien acaricia mi cabeza
y me estiro
y me recojo
tratando de jugar a la niña
tratando de seguir con mi pie izquierdo
el ritmo de los tubos.

 

 

CÉSAR SIMÓN


  

La glorieta


A menudo te has detenido
en una esquina.
Has mirado las nubes,
si hacía o no aire,
los ramilletes de los arces.
Has pensado...
Luego, te has dicho...
Pero no. Te habías
olvidado de algo.

Alguien que te empujaba.
¿Un fontanero?
¿Una gruesa señora?
O un hombre importante -una cartera
auténtica, de cuero, una camisa,
un olor de pomada-.

Sí, las nubes.
                                         En general, el aire.
Y no saber.
                                O sí.


 

                                                        Era allá dentro.
Unos pájaros altos -¿golondrinas?-
¿Blancos o negros? el Palacio
de Justicia.
                                                No sé. Tú jurarías
que careces de peso.

 

De "Erosión"

 

 

 

JUAN CARLOS ABRIL


 

El clavo


Todo lo revivido se estremece.

Repites las historias muy despacio
con los nombres del mundo de los muertos
pues lo bello, al final, resulta triste.

Las huidas sin carrera son la imagen
grotesca de los sueños, el agua que se escapa
entre las manos y, por eso, prefieres
cambiar aquellos nombres y lugares, dejar
sólo los hechos con los sentimientos
que arrastran.
                              Puede ser una señal
y casi te deslumbra.

En el dolor, no obstante,
el abrazo es más rápido que un cepo.

Ser uno mismo, sí, pero antes ser de otros.



De "Un intruso nos somete"


 

 

 

CLARIBEL ALEGRÍA

 


Ars poética


Yo,
poeta de oficio,
condenada tantas veces
a ser cuervo
jamás me cambiaría
por la Venus de Milo:
mientras reina en el Louvre
y se muere de tedio
y junta polvo
yo descubro el sol
todos los días
y entre valles
volcanes
y despojos de guerra
avizoro la tierra prometida.


 

OLIVERIO GIRONDO


 

Cansancio


Cansado.
¡Sí!
Cansado
de usar un solo bazo,
dos labios,
veinte dedos,
no sé cuántas palabras,
no sé cuántos recuerdos,
grisáceos,
fragmentarios.

Cansado,
muy cansado
de este frío esqueleto,
tan púdico,
tan casto,
que cuando se desnude
no sabré si es el mismo
que usé mientras vivía.

Cansado.
¡Sí!
Cansado
por carecer de antenas,
de un ojo en cada omóplato
y de una cola auténtica,
alegre,
desatada,
y no este rabo hipócrita,
degenerado,
enano.

Cansado,
sobre todo,
de estar siempre conmigo,
de hallarme cada día,
cuando termina el sueño,
allí, donde me encuentre,
con las mismas narices
y con las mismas piernas;
como si no deseara
esperar la rompiente con un cutis de playa,
ofrecer, al rocío, dos senos de magnolia,
acariciar la tierra con un vientre de oruga,
y vivir, unos meses, adentro de una piedra.