martes, 1 de septiembre de 2015

AMADO NERVO




5. El Granizo



¡Tin, tin, tin, tin! Yo caigo del cielo, en insensato
redoble, al campo y todos los céspedes maltrato.
¡Tin, tin! ¡Muy buenas tardes, mi hermana la pradera!
Poeta, buenas tardes, ¡ábreme tu vidriera!
Soy diáfano y geométrico, tengo esmalte y blancura
tan finos y suaves como una dentadura,
y en un derroche de ópalos blancos me multiplico.
¡La linfa canta, el copo cruje, yo . . . yo repico!
Tin, tin, tin, tin, mi torre es la nube ideal:
¡oye mis campanitas de límpido cristal!
La nieve es triste, el agua turbulenta; yo sin
Ventura, soy un loco de atar, ¡tin, tin, tin, tin!
...¿Cenduras? No por cierto, no merezco censuras;
las tardes calurosas por mí tienen frescuras,
yo lucho con el hálito del verano
yo soy bello...
- ¡Loemos a Dios, Granizo hermano!


De: La hermana agua



JOSÉ SARAMAGO




Laberinto



En mí te pierdo, aparición nocturna,
En este bosque de engaños, en esta ausencia,
En la neblina gris de la distancia,
En el largo pasillo de puertas falsas.

De todo se hace nada, y esa nada
De un cuerpo vivo enseguida se puebla,
Como islas del sueño que entre la bruma
Flotan, en la memoria que regresa.

En mí te pierdo, digo, cuando la noche
Sobre la boca viene a colocar el sello
Del enigma que, dicho, resucita
Y se envuelve en los humos del secreto.

En vueltas y revueltas que me ensombrecen,
En el ciego palpar con los ojos abiertos,
¿Cuál es del laberinto la gran puerta,
Dónde el haz de sol, los pasos justos?

En mí te pierdo, insisto, en mí te huyo,
En mí el cristal se funde, se hace pedazos,
Mas cuando el cuerpo cansado se quiebra
En ti me venzo y salvo, en ti me encuentro.


De "Poesía completa"
Versión de Ángel Campos Pámpano




ENRIQUE GONZÁLEZ MARTÍNEZ




A la que va conmigo



Iremos por la vida como dos pajarillos
Que van en pos de rubias espigas, y hablaremos
De sutiles encantos y de goces supremos
Con ingenuas palabras y diálogos sencillos.

Cambiaremos sonrisas con la hermana violeta
Que atisba tras la verde y oscura celosía,
Y aplaudiremos ambos la célica armonía
Del amigo sinsonte que es músico y poeta.

Daremos a las nubes que circundan los flancos
De las altas montañas nuestro saludo atento,
Y veremos cuál corren al impulso del viento
Como un tropel medroso de corderillos blancos.

Oiremos cómo el bosque se puebla de rumores,
De misteriosos cantos y de voces extrañas;
Y veremos cuál tejen las pacientes arañas
Sus telas impalpables con los siete colores.

Iremos por la vida confundidos en ella,
Sin nada que conturbe la silenciosa calma,
Y el alma de las cosas será nuestra propia alma,
Y nuestro propio salmo el salmo de la estrella.

Y un día, cuando el ojo penetrante e inquieto
Sepa mirar muy hondo, y el anhelante oído
Sepa escuchar las voces de los desconocido,
Se abrirá a nuestras almas el profundo secreto.


MIGUEL ÁNXO FERNÁN-VELLO

  


I - Ese amor transparente que llevamos en los ojos...



Ese amor transparente que llevamos en los ojos
con tal silencio puro de flor intensa y clara
y con esa dulzura vegetal que se sueña
en el interior del silencio, inspiraciones continuas
de lugares y ángulos con ternura y con carne
de poro perfumado, cuerpos de libre paso
por el jardín de las albas añadidas al mundo,
perspectivas de estrellas levitadas y absortas
en miradas brillantes de visibles resplandores,
miembros de adolescencia sensitiva que estallan
lentamente en ideas de anhelos prolongados
hasta un gozo inflamado de sangre en nuestra sangre,
elementos tan íntimos del corazón que habla
en sílabas blandísimas de emoción que estremece
el tiempo que se vive de amor grande y florido,

ese amor transparente que llevamos en los ojos
con permanencia suave de viento y luz y sueño
de presencias doradas, cabellos ondulados,
crepúsculos de seda sobre hombros perfectos
de redondez desnuda, elegancia delgada
para esas criaturas de paso suave y fino,
frentes de íntima luna, deseos como labios

para beber de un cáliz con apurado deleite,
brazos de un universo de música armoniosa
para abrazar espacios de azul intimidad,
dedos interminables de caricias profundas
sobre una piel amada con siglos de luces,
figuras absolutas en cuerpos pensativos
en el territorio inmenso para la feliz blancura
avivada en músculo amante y solidario
del verso que se estrecha para el amor y la vida,

ese amor transparente que llevamos en los ojos
desde el comienzo mismo de la visión que ilumina
existencias hermosas, maravillas constantes,
sensaciones que se anuncian como tibios destellos
cuando es lúcida la carne en los cuerpos liberados
por la pasión abierta dentro del espíritu.


JULIO CABRALES




Creación



Ahora comprendo la soledad
y es cuando Dios calla
igual que cuando lo que más ama
deja ya de amarte.


MANUEL JOSÉ ARCE




Décima




Manso remanso del río.
Estrella en el cocotero.
Tanta paz cabe en enero
para tanto dolor mío.
Tanto color. Tanto frío.
Cocotero con su estrella.
Camino con tanta huella.
El río con su remanso.
La hamaca con su descanso.
Y yo, aquí, solo, sin ella.