jueves, 19 de noviembre de 2015


KOBAYASHI ISSA




Mientras dormía profundamente,
muy fatigado,
la primavera tocaba a su fin.


De Voces


MARCELO DANIEL FERRER







Codos...
Quiebres excelsos llenos de majestad.
Laterales coros inspirando antojos,
Poblados entornos de excitante vanidad.

Codos...
Ilesas caídas del limbo de los sueños tontos,
Angelicales soplos sobre mis pómulos.

Rectas...
Horizontes lejanos,
Horas de repetidos llanos,
Plomizas y enredadas horas en vano.

Recta...
Línea inerte,
Trazo fino hasta el día de mi muerte.




MARILINA RÉBORA







Señor, quiero ser yo, y sólo con lo mío,
Por humilde que sea, aun pobre y pequeño;
Nada de adornos vanos ni lujoso atavío
Ni aquello que deslumbra en ambicioso sueño.

No quiero en devaneo, tampoco en desvarío,
Lo que no corresponda, aunque sea halagüeño;
Es triste lo ficticio, y mucho de vacío
Disponer como propio de lo que no se es dueño.

Quedar con nuestras cosas, lo que en verdad motiva
Y es razón de vivir en el cabal sentido
—Unos viejos retratos, tal lámpara votiva
Y la talla minúscula del antiguo San Roque—,
Y conmigo ser yo es lo que quiero y pido,
Dentro de lo que fuera y lo que al fin me toque.




JULIO FLÓREZ ROA







¿Me quieres? ¡Que tu acento me lo diga
Ante aquel sol que muere en el ocaso!
Tú, que mitigas mi pesar... ¡mitiga
Esta fiebre voraz en que me abraso!
Tembló su labio y balbució: ¡Lo juro!
Sus tachonadas puertas entreabría
La muda noche en la extensión vacía:
Y en mi espíritu lóbrego y oscuro...
En aquel mismo instante amanecía!



DAMSI FIGUEROA




Menos luz



Mira, tengo un sismo en la garganta
La herrumbre o el fantasma de tus ojos se pasea
por mi verso
Mira
El arcoiris trozado sobre el musgo no es un signo
Mírame por favor, ya no me leas.


FRANCISCO ÁLVAREZ



  
Junto al fuego



Ven hacia mí en silencio, con la sonrisa abierta,
absorbiendo en los ojos la noche iluminada;
deslízame en la mano la imperceptible oferta
del rayo que la luna depositó en tu almohada.

Reclínate en la alfombra y oye el rumor del fuego
cuyas lenguas nerviosas erotizan el leño;
que su calor tu cuerpo revitalice, y luego
encienda tu mirada y acaricie mi sueño.

A tu lado en el suelo veré los diablos rojos
de las llamas inquietas, con tu mano en mi mano,
y las chispas revueltas danzarán en tus ojos
como estrellas fugaces en un cielo lejano.

Descenderá mi brazo de tu hombro a tu cintura,
despertando temblores en tu piel descubierta,
y acercarás el rostro bañado de ternura
para aspirar los besos de mi boca entreabierta.

Las cien lenguas del fuego se deslizan lascivas
en torno al tronco envuelto por el abrazo ardiente,
y tus trémulas manos se arrastrarán furtivas
asiendo el miembro erecto gentil y firmemente.

En tu mirar directo flotan complicidades
que acercan a mi mundo tu intensidad de amante,
y percibo tu entrega y calmo tus ansiedades,
mientras entre tus dedos me retienes vibrante.

Lame incesante el fuego, y es cálida tu boca,
en aquel, sequedades, y humedades en ésta;
labios que se resbalan, y paladar que toca,
y relieves e impulsos que el amor manifiesta.

Arde el leño sin tregua, con ligeros chasquidos,
y se elevan las llamas en ondas desiguales;
y en tu ascenso y descenso hay rítmicos sonidos
de profundos y tensos contactos guturales.

El leño se retuerce bajo el calor intenso
y explota en la alegría de una amplia llamarada;
y tus ojos revelan el repentino y denso
fluir de surtidores en garganta infiltrada.

La lumbre ya se extingue, y el tronco está deshecho;
ven, mujer, y sonríe, y abrázame apacible,
reposa tu cabeza gentil sobre mi pecho,
y soñemos el sueño de un futuro tangible.