"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
martes, 16 de febrero de 2016
LUIS CERNUDA
Contigo
¿Mi
tierra?
Mi tierra eres tú.
Mi tierra eres tú.
¿Mi
gente?
Mi gente eres tú.
Mi gente eres tú.
El
destierro y la muerte
para mi están adonde
no estés tú.
para mi están adonde
no estés tú.
¿Y mi
vida?
Dime, mi vida,
¿qué es, si no eres tú?
Dime, mi vida,
¿qué es, si no eres tú?
BENJAMÍN PRADO
4 de octubre en Landmark Hotel
-Si es un sueño no quiero que nada me despierte
-decías con El ángel que nos mira en la mano
y corriendo bajo la lluvia- decías
la tormenta es un tigre,
el tigre tiene un movimiento de árbol
que va entrando en la noche.
Bajo la lluvia,
a solas con tu vida entre cielos e infiernos,
entre nada ya es suficiente y demasiado no basta,
mirabas caer la oscuridad en los parques
-como un sonido de campanas sobre el agua-
y decías una canción es sólo
la forma de salir de un callejón sin salida,
mirabas la oscuridad,
con tu corazón perseguido por los leones,
con tus plumas azules y tus sortijas árabes.
20 años después, mientras me hablas
de pequeñas ciudades -me pregunto
si un recuerdo es algo que conservamos
o algo que hemos perdido-, de pequeñas ciudades junto al mar,
yo comprendo que sólo fuiste un sueño. Y como dice
Delmore Schwartz en una canción de Lou Reed,
en nuestros sueños comienzan nuestras responsabilidades.
La última playa es fría y tiene una luz extraña,
una luz blanca hecha de pájaros caídos.
20 años después, desde este mundo
de las cosas tal como son, tenemos
nuestras propias preguntas. y respuestas
que huyen de tu nombre
como animales asustados por un trueno.
El sueño es dulce, sientes
grandes ruedas de fuego en el calor del día.
y Lou Reed también dice
que si cierras la puerta
tal vez la noche dure para siempre.
De "Cobijo contra la tormenta" 1995
-Si es un sueño no quiero que nada me despierte
-decías con El ángel que nos mira en la mano
y corriendo bajo la lluvia- decías
la tormenta es un tigre,
el tigre tiene un movimiento de árbol
que va entrando en la noche.
Bajo la lluvia,
a solas con tu vida entre cielos e infiernos,
entre nada ya es suficiente y demasiado no basta,
mirabas caer la oscuridad en los parques
-como un sonido de campanas sobre el agua-
y decías una canción es sólo
la forma de salir de un callejón sin salida,
mirabas la oscuridad,
con tu corazón perseguido por los leones,
con tus plumas azules y tus sortijas árabes.
20 años después, mientras me hablas
de pequeñas ciudades -me pregunto
si un recuerdo es algo que conservamos
o algo que hemos perdido-, de pequeñas ciudades junto al mar,
yo comprendo que sólo fuiste un sueño. Y como dice
Delmore Schwartz en una canción de Lou Reed,
en nuestros sueños comienzan nuestras responsabilidades.
La última playa es fría y tiene una luz extraña,
una luz blanca hecha de pájaros caídos.
20 años después, desde este mundo
de las cosas tal como son, tenemos
nuestras propias preguntas. y respuestas
que huyen de tu nombre
como animales asustados por un trueno.
El sueño es dulce, sientes
grandes ruedas de fuego en el calor del día.
y Lou Reed también dice
que si cierras la puerta
tal vez la noche dure para siempre.
De "Cobijo contra la tormenta" 1995
BALDOMERO FERNÁNDEZ MORENO
Ya
ves que no te suelto, que me ato
a tu recuerdo rubio y vaporoso,
fugitivo en la calle y silencioso,
yo, que era poderío y arrebato.
a tu recuerdo rubio y vaporoso,
fugitivo en la calle y silencioso,
yo, que era poderío y arrebato.
Me
estiro lo que puedo; dudo y trato
de asir tu traje, por ser tuyo, hermoso;
ceñido siempre y a la vez pomposo,
tentación por aquí y allí recato.
de asir tu traje, por ser tuyo, hermoso;
ceñido siempre y a la vez pomposo,
tentación por aquí y allí recato.
Mírame
en un café de esta plazuela
en que el tránsito al sol crepita y arde
y en la que todo, hasta un tranvía, vuela.
en que el tránsito al sol crepita y arde
y en la que todo, hasta un tranvía, vuela.
Pienso
en ti, en tus ojos, en tu tarde...
Y me quisiera henchir como una vela
y me refugio en mi interior, cobarde.
Y me quisiera henchir como una vela
y me refugio en mi interior, cobarde.
PEDRO SALINAS
No te
quiero mucho, amor.
No te quiero mucho. Eres
tan cierto y mío, seguro,
de hoy, de aquí,
que tu evidencia es el filo
con que me hiere el abrazo.
Espero para quererte.
Se gastarán tus aceros
en días y noches blandos,
y a lo lejos turbio, vago,
en nieblas de fue o no fue,
en el mar del más y el menos,
cómo te voy a querer,
amor,
ardiente cuerpo entregado,
cuando te vuelvas recuerdo,
sombra esquiva entre los brazos.
No te quiero mucho. Eres
tan cierto y mío, seguro,
de hoy, de aquí,
que tu evidencia es el filo
con que me hiere el abrazo.
Espero para quererte.
Se gastarán tus aceros
en días y noches blandos,
y a lo lejos turbio, vago,
en nieblas de fue o no fue,
en el mar del más y el menos,
cómo te voy a querer,
amor,
ardiente cuerpo entregado,
cuando te vuelvas recuerdo,
sombra esquiva entre los brazos.
JUAN LARREA
Silla felicidad
La caída de vuestros cabellos es el ángel que me eterniza señora
pero cada día nos sirve un ala de horizonte posible
en la vajilla que rompe vuestra risa
sobre el fondo incansable de vuestro carácter
El abanico instalado en vuestro aire de familia
retiene su soplo y vuestro rostro se aquieta
fuera hace entonces frío todas las piedras están huérfanas
todos los puños cerrados todas las cenizas al acecho
cada gota de sol testimonia una voluntad opuesta a honrar vuestras deudas
Parcialmente sentado sobre un filón de alma no me atrevo
a oscilar de miedo a que cielo y tierra rechinen los goznes de nuestra vida privada
si yo os contemplo la noche deposita un sauce en la llanura de los suspiros
si me duermo el viento abre el armario de mi espalda
y deja huir las alas de los verdores
Traducción de Gerardo Diego
La caída de vuestros cabellos es el ángel que me eterniza señora
pero cada día nos sirve un ala de horizonte posible
en la vajilla que rompe vuestra risa
sobre el fondo incansable de vuestro carácter
El abanico instalado en vuestro aire de familia
retiene su soplo y vuestro rostro se aquieta
fuera hace entonces frío todas las piedras están huérfanas
todos los puños cerrados todas las cenizas al acecho
cada gota de sol testimonia una voluntad opuesta a honrar vuestras deudas
Parcialmente sentado sobre un filón de alma no me atrevo
a oscilar de miedo a que cielo y tierra rechinen los goznes de nuestra vida privada
si yo os contemplo la noche deposita un sauce en la llanura de los suspiros
si me duermo el viento abre el armario de mi espalda
y deja huir las alas de los verdores
Traducción de Gerardo Diego
MANUEL DE CABRAL
Por
escupir secretos en tu vientre,
por
el notario
que
juntó nuestros besos con un lápiz,
por
los paisajes que quedaron presos
en
nuestra almohada a trinos desplumados,
por
la pantera aún que hay en un dedo,
por
tu lengua
que
de pronto desprecia superficies,
por
las vueltas al mundo sin orillas
en tu
ola con náufragos: tu vientre;
y por
el lujo que se dan tus senos
de
que los limpie un perro que te lame,
un
ángel que te ladra si te vistes,
cuatro
patas que piensan cuando celan;
todo
esto me cuesta solamente tu cuerpo,
un
volumen insólito de sueldos regateados,
un
ponerme a coser silencios rotos,
un
ponerme por dentro detectives,
cuidarme
en las esquinas de tu origen,
remendar
mi heroísmo de fonógrafo antiguo
todo
el año lavando mis bolsillos ingenuos
atrasando
el reloj de mi sonrisa,
haciendo
blanco el día cuando llega visita,
poniéndole
gramática a tus ruidos
poniendo
en orden
el
manicomio cuerdo de tu sexo;
déjame
ahora
que
le junte mis dudas a la escoba,
quiero
quedarme limpio como un plato de pobre;
tú,
que
llenaste mi sangre de caballos,
tú,
que
si te miro me relincha el ojo,
dobla
tu instinto como en una esquina
y
hablemos allí solos,
sin
el uso,
sin
el ruido
del
alquilado mueble de tu cuerpo.
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