lunes, 4 de abril de 2016


RUBÉN DARÍO




II


Por el influjo de la primavera



Sobre el jarrón de cristal
hay flores nuevas. Anoche
hubo una lluvia de besos.
Despertó un fauno bicorne
tras una alma sensitiva.
Dieron su olor muchas flores.
En la pasional siringa
brotaron las siete voces
que en siete carrizos puso
Pan.
Antiguos ritos paganos
se renovaron. La estrella
de Venus brillo mas límpida
y diamantina. Las fresas
del bosque dieron su sangre.
El nido estuvo de fiesta.
Un ensueño florentino
se enfloro de primavera,
de modo que en carne viva
renacieron ansias muertas.
Imaginaos un roble
que diera una rosa fresca;
un buen egipan latino
con una bacante griega
y parisiense. Una musica
magnifica. Una suprema
inspiración primitiva,
llena de cosas modernas.
Un vasto orgullo viril
que aroma el odor di jemina;
un tronco de roca en donde
descansa un lirio.
¡Divina Estación! ¡Divina
¡Estación! Sonríe el alba
mas dulcemente. La cola
del pavo real exalta
su prestigio. El sol aumenta
su intima influencia; y el arpa
de los nervios vibra sola.
¡Oh, Primavera sagrada!
¡Oh, gozo del don sagrado
de la vida! ¡Oh, bella palma
sobre nuestras frentes! !Cuello
del cisne! ¡Paloma blanca!
¡Rosa roja! ¡Palio azul!
¡Y todo por ti, oh alma!
Y por ti, cuerpo, y por ti,
idea, que los enlazas.
¡Y por Ti, lo que buscamos
y no encontraremos nunca,
jamas!


[Paris, Primavera de 1904]



UMBERTO SENEGAL




¿Mi religión?
el rocío en la hoja
mientras se evapora.



RAFAEL ESPEJO




Regresión

                                               Y aunque no quise el regreso
                                        siempre se vuelve al primer amor.
                                                                   Alfredo Le Pera



Tú quédate, no impidas
esta mano templada.
Muéstrate verdadera y dime, suave,
la lentitud del mundo si vives en la ausencia:
que un tiempo nos buscamos torpemente,
que nos equivocamos.

Tú acércate con dudas,
devuélveme el asombro
de aquel breve, infinito primer beso,
el temblor en tus ojos
de niña sorprendida en el pecado.
Deshazte de la ropa.

Tú separa los muslos
e imagina el gemido de unos cauces
con las aguas crecidas,
siente el salitre denso, desbocado
del río al diluirse en el océano.
Tú piensa en tierras húmedas después de una tormenta.

Y acaríciame dulce,
recógeme en tu pecho
                                              la promesa
de que ya no te vas,
susurra que mañana
vamos a amanecer, mi vida, a medias;
pero antes de que el sueño nos aísle
dame otra vez tus labios recién hechos,
ondúlalos como una bienvenida,
enjúgame el sudor
                                      pacientemente, madre.


De "El vino de los amantes”



JOSÉ MARÍA EGUREN







En la costa brava
Suena la campana,
Llamando a los antiguos
Bajales sumergidos.

Y como tamiz celeste
Y el luminar de hielo,
Pasan tristemente
Los bajales muertos.
Carcomidos, flavos,
Se acercan bajando...
Y por las luces dejan
Oscuras estelas.

Con su lenguaje incierto,
Parece que sollozan,
A la voz de invierno,
Preterida historia.

En la costa brava
Suena la campana
Y se vuelven las naves
Al panteón de los mares.



VÍCTOR CABRERA





Tercera caída

                    La lucha libre: vuelo de aves nocturnas
                    que pueblan de misterio el firmamento.
                                         Pedro “El Mago” Septién



Hay un grito que acompaña siempre al vuelo:
el grito que
—diríase—
celebra
menos el lance
más la contingencia
del cuerpo allí caído
sudorante:

despojo arrebatado a la violencia
y expuesto al escrutinio de las voces
que injuriosas castigan
la rudeza
la impiedad
la mala leche:

moneda de pobres arrojada
a cambio de la afrenta
y la derrota…

de un puñado de lacia cabellera.




JAIME VELASCO LUJÁN



  
1



Cielo y sol.
Hoy es un buen día
para vivir.