viernes, 8 de abril de 2016


FEDERICO GARCÍA LORCA




Balada triste
(Pequeño poema)



¡Mi corazón es una mariposa,
niños buenos del prado!.
que presa por la araña gris del tiempo
tiene el polen fatal del desengaño.
De niño yo canté como vosotros,
niños buenos del prado,
solté mi gavilán con las temible;
cuatro uñas de gato,
Pasé por el jardín de Cartagena
la verbena invocando
y perdí la sortija de mi dicha
al pasar el arroyo imaginario.

Fui también caballero
una tarde fresquita de mayo.
Ella era entonces para mí el enigma,
Estrella azul sobre mi pecho intacto.
Cabalgué lentamente hacia los cielos,
era un domingo de pipirigallo,
y vi que en vez de rosas y claveles
ellá tronchaba lirios con sus manos.

Yo siempre fui intranquilo,
niños buenos del prado,
el ella del romance me sumía
en ensoñares claros:
¿Quién será la que coge los claveles
y las rosas de mayo?
¿Y por qué la verán sólo los niños
a lomos de Pegaso?
¿Será esa misma la que en los rondones
con tristeza llamamos
estrella, suplicándole que salga
a danzar por el campo?...

En abril de mi infancia yo cantaba,
niños buenos del prado,
la ella impenetrable del romance
donde sale Pegaso.
Yo decía en las noches la tristeza
de mi amor ignorado,
y la luna lunera ¡qué sonrisa
ponía entre sus labios!
¿Quién será la que corta los claveles
y las rosas de mayo?
Y de aquella chiquita, tan bonita,
que su madre ha casado,
¿en qué oculto rincón de cementerio
dormirá su fracaso?
Yo solo con mi amor desconocido,
sin corazón, sin llantos,
hacia el techo imposible de los cielos
con un gran sol por báculo.

¡Qué tristeza tan seria me da sombra!
niños buenos del prado,
cómo recuerda dulce el corazón
los días ya lejanos...
¿Quién será la que corta los claveles
y las rosas de mayo?


Abril de 1918. (Granada.)



RUBÉN DARÍO




XIV



El ave azul del sueno
sobre mi frente pasa;
tengo en mi corazón la primavera
y en mi cerebro el alba.
Amo la luz, el pico de la tórtola,
la rosa y la campánula,
el labio de la virgen
y el cuello de la garza.
!Oh, Dios mío, Dios mío!. . .
Se que me am a...
Cae sobre mi espíritu
la noche negra y trágica;
busco el seno profundo de tus sombras
para verter mis lágrimas.
Se que en el cráneo puede haber tormentas,
abismos en el alma
y arrugas misteriosas
sobre las frentes pálidas.
!Oh, Dios mío, Dios mío!. . .
Se que me engaña.

  
De: Rimas (1887)


CONCHA LAGOS



  
Qué fácil este ahora



Después de tanto y cuanto, aquí estamos de nuevo
ahorrando las palabras, sabiéndonos el fondo,
porque el silencio dice de nuestra paz ganada.

Nos tenemos compactos, casi a renglón seguido:
una página escrita con tu nombre y mi nombre,
encuadernada a pulso de sucesos y tiempo.

Qué fácil este ahora, resumen de los días,
y qué nueva tu mano por caricias antiguas
estrenando otra vez la mirada y el beso.

Te me vas y te quedas en aire que respiro,
en ausencia y presencia que nada me entorpece,
como un llevarte dentro aladamente en alto.

Y te me quedas más, como el hilo en la malla
de un pasar que se anuda, de un quedar avanzando,
de un agua inagotable siempre de cara al cielo.




UMBERTO SENEGAL




Recogeremos…



ratas de las alcantarillas,
para levantar altares en las azoteas
y declararlas profetisas
del ángel mutilado, que convierte
en lodo el aire.
“Me he consumido a fuerza de gemir;
todas las noches inundo de llanto
mi lecho, riego mi cama
con lágrimas”.



CONSTANTINO KAVAFIS





Muy raramente



Es un viejo.
Agotado, encorvado,
vencido por los excesos y los años,
por la calleja avanza con pie lento.
Sin embargo, cuando entra en su casa para esconder allí
su ancianidad y su miseria, piensa
en todo la que aún comparte con él la juventud.

Los jóvenes recitan sus versos.
                                          Las imágenes
por él creadas ahora encienden sus ojos.
Su sano y voluptuoso espíritu,
su cuerpo hermoso y firme aún, se conmueven
con la expresión que él diera a la belleza.


Versión de José Ángel Valente

  

GLORIA GABUARDI



  
En el recuento de esta vida



He buscado la luz que Dios me dio,
en el corazón del ser humano.
He encontrado la trascendencia de la soledad,
la palidez del follaje al amanecer,
la penumbra que deja un día triste
y la ternura exquisita de una tarde de silencios.
Yo he dormido con el corazón entre las manos,
y he caminado al horizonte donde esa luz alumbra.
He oído apagarse el eco de la noche
y he querido atrapar el tiempo y sus distancias.
Soy viajera en este barco
y siempre he tenido un cielo con presagios.
A veces grito mi nombre: Gloria….
y escucho dulcemente el batir suave
del limonero de mi casa.
Todo es tan hermoso como el sonido de una castañuela
“Gloria a Dios en las alturas”….
y se conmueve y susurra mi jardín
y pasa el viento cadencioso en su plegaria,
la plegaria del sol al penetrar las tardes en el mar.
En el recuento de esta vida
paso esta página en limpio
y marco presurosa mi imaginado territorio.


De: Mástiles y Velas