"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
jueves, 26 de mayo de 2016
LUIS CERNUDA
No intentemos el amor nunca
Aquella noche el mar no tuvo sueño.
Cansado de contar, siempre contar a tantas olas,
quiso vivir hacia lo lejos,
donde supiera alguien de su color amargo.
Con una voz insomne decía cosas vagas,
barcos entrelazados dulcemente
en un fondo de noche,
o cuerpos siempre pálidos, con su traje de olvido
viajando hacia nada.
Cantaba tempestades, estruendos desbocados
bajo cielos con sombra,
como la sombra misma,
como la sombra siempre
rencorosa de pájaros estrellas.
Su voz atravesando luces, lluvia, frío,
alcanzaba ciudades elevadas a nubes,
cielo Sereno, Colorado, Glaciar del infierno,
todas puras de nieve o de astros caídos
en sus manos de tierra.
Mas el mar se cansaba de esperar las ciudades.
Allí su amor tan sólo era un pretexto vago
con sonrisa de antaño,
ignorado de todos.
Y con sueño de nuevo se volvió lentamente
adonde nadie
sabe de nadie.
Adonde acaba el mundo.
Aquella noche el mar no tuvo sueño.
Cansado de contar, siempre contar a tantas olas,
quiso vivir hacia lo lejos,
donde supiera alguien de su color amargo.
Con una voz insomne decía cosas vagas,
barcos entrelazados dulcemente
en un fondo de noche,
o cuerpos siempre pálidos, con su traje de olvido
viajando hacia nada.
Cantaba tempestades, estruendos desbocados
bajo cielos con sombra,
como la sombra misma,
como la sombra siempre
rencorosa de pájaros estrellas.
Su voz atravesando luces, lluvia, frío,
alcanzaba ciudades elevadas a nubes,
cielo Sereno, Colorado, Glaciar del infierno,
todas puras de nieve o de astros caídos
en sus manos de tierra.
Mas el mar se cansaba de esperar las ciudades.
Allí su amor tan sólo era un pretexto vago
con sonrisa de antaño,
ignorado de todos.
Y con sueño de nuevo se volvió lentamente
adonde nadie
sabe de nadie.
Adonde acaba el mundo.
UMBERTO SENEGAL
Insultaremos…
a los querubines, que en primavera
se atrevieron a convertirse
en campanas de coral, repicando
entre úteros de mujeres cíclopes.
“Todos se desviaron, a una
se han corrompido, no hay quien haga
lo bueno, no hay ni siquiera uno”.
ESTHER M. ALLISON
No sé
qué, no sé cómo, no sé dónde....
No sé qué, no sé cómo, no sé dónde,
No se cuándo, no sé, pero es tan claro
que a todos los misterios que acaparo
les conozco la cifra, aunque se esconde.
Por más que cada enigma se me ahonde
para aún más ahondarme al desamparo,
cada fin anticipo a su reparo
aunque si indago no se me responde.
No sé qué, no sé cómo, no sé cuándo...
Ay incógnito amor, clave ocultada!
Pero todo lo sé de contrabando.
En cada vez que le pregunto, en cada,
sólo el silencio, sigiloso, blando...
Pero todo lo sé sin saber nada.
No sé qué, no sé cómo, no sé dónde,
No se cuándo, no sé, pero es tan claro
que a todos los misterios que acaparo
les conozco la cifra, aunque se esconde.
Por más que cada enigma se me ahonde
para aún más ahondarme al desamparo,
cada fin anticipo a su reparo
aunque si indago no se me responde.
No sé qué, no sé cómo, no sé cuándo...
Ay incógnito amor, clave ocultada!
Pero todo lo sé de contrabando.
En cada vez que le pregunto, en cada,
sólo el silencio, sigiloso, blando...
Pero todo lo sé sin saber nada.
ANDRES FLORIT
Circo
Odio
a los payasos porque no me sé maquillar.
¿Verdad? No. Pero odio a los payasos
y no me sé maquillar.
Es que se me nota mucho cuando me pinto.
Tengo la cara negra de estar solo:
a propósito. Y me gusta,
porque con los amigos me lavo.
Porque no soporto estar solo
y lo necesito. Necesito un rouge
para pintarme el corazón. Y lo creas rojo
cuando me río.
¿Verdad? No. Pero odio a los payasos
y no me sé maquillar.
Es que se me nota mucho cuando me pinto.
Tengo la cara negra de estar solo:
a propósito. Y me gusta,
porque con los amigos me lavo.
Porque no soporto estar solo
y lo necesito. Necesito un rouge
para pintarme el corazón. Y lo creas rojo
cuando me río.
ANA EMILIA LAHITTE
El Cuerpo
6
La
carne.
Su
batalla
entre
la seducción y el desengaño.
De lo
humano
hereda
la imprudencia y el goce
de
exponer su intemperie desnuda
ante
los astros.
Como
único escudo
la
piel.
Ese
milagro.
MARINA CENTENO
El
amor
Cuando
el amor llegue
no lo
detengas a la puerta
déjalo pasar hacia tu estancia
que salpique las cortinas y floreros
que llene de pájaros las sábanas
déjalo pasar hacia tu estancia
que salpique las cortinas y floreros
que llene de pájaros las sábanas
No
no lo
detengas
déjale
pisar los corredores
que
atraviese el jardín
donde ladran los perros
por las sombras que pasan
donde ladran los perros
por las sombras que pasan
Cuando
el amor llegue
dale
una taza de té
y busca en el cajón
el pañuelo que tejió la soledad
con hilos de agua
y busca en el cajón
el pañuelo que tejió la soledad
con hilos de agua
vístele
de tarde
y
ponte el vestido verde
y sal
a la calle
a
decir a la gente
que el amor permanece
que el amor permanece
y te
alcanza
Suscribirse a:
Entradas (Atom)