viernes, 22 de julio de 2016


MARÍA ELENA WALSH




La forma



Dios sigue haciendo piedras y animales
con las antiguas formas de la vida.
Sigue poniendo pájaros iguales
sobre la misma tierra repetida.

Pero para la voz recién nacida
todas las cosas son originales,
y al cantar las descubre sorprendida,
desde su cárcel, desde sus umbrales.

Si estoy en medio de la noche y siento
que otra vez vuelven con la primavera
la renovada antigüedad del viento

y la luna que vi por vez primera,
muero, pero renazco al otro día,
húmeda de reciente alfarería.


SUSANA CHÁVEZ




En el árbol de la voz



A ciegas la luz  vela
y unos ojos se abren para siempre.
Hablo del corazón frente a la muerte,
en el árbol de la voz, con un labio de tierra y otro
de noche,
con un corazón de polvo y otro de viento.
 
Hablo de este amor,
esta navegación entre la bruma,
este amor, este amor.
 
Cada silencio nos llevará a la palabra que nos
refleja,
y en mí toma cuerpo tu soledad,
en tu mirada ausente se deshacen los astros.
A veces te descubro en el rostro que no tuviste,
en la aparición que no merecías.
Y el silencio levanta la cabeza y me mira.
Esta vez volvemos de noche,
los árboles han guardado sus pájaros,
el cansancio estira su lengua para cantarnos al oído.
La noche llegó en tu corazón,
tus ojos se cerraron en la llegada del mundo.
Y sin embargo, de alguna manera, todos lo sabíamos,
y algo parte en dos la memoria,
algo parte en dos a la mujer que peina su alma antes
de entrar al lecho solitario,
y parte también el tiempo de la noche,
como el vaso que cae de la mano de algún niño
asustado,
algo parte en dos lo que estaba partido.



RAÚL RENAN



  
Soneto a la cáscara de la naranja

Para Pierre Alechinsky



Cintillo amargo,
venda que envuelve
la sin embargo
dulce que absuelve

borla de azúcar.
Tantas mordidas
succionan su car-
ne de amor. Midas

cambia sus oros
por el de jugo
que arde en los coros

del limbo. ¿Plugo
a dios tesoros
como este yugo?


De: De las queridas cosas (1982)



AMANTE ELEDIN




III

Fragmento



Se ríen tanto de nosotros
¿Cómo pudieron ver
   Que íbamos directo al precipicio?

Escucho sus carcajadas rodando a través del tiempo
Blanqueando silenciosamente las páginas
   Como el polvo.

No sé a estas alturas si es alegría o tristeza
Pero resuenan los ecos de su risa.
Ellos sin reunirse hicieron coro
 Y nosotros ahora hacemos la ronda
Ciega de los consumidores,
Los devastadores de los mercados
Los depredadores de “teleseries”
Y los que corren a encender televisores
A consumir ignorancia como ambrosía
Cada vez más ajenos
Y encadenados al sistema.

Murmura como diciendo: “se los advertí”
Holderlin canta entre los árboles
Kafka en sus laberintos tiene más claridad.
Los demás hicieron lo suyo
Los caminos quedaron sin candados
Y nosotros nos perdemos entre luces de colores.-


EDUARDO GARCÍA



  
Al otro lado



Te digo que esta vez lo digo en serio.
No consigo dormir, me asusta el tiempo
que tengo que pasar sin ver tu risa
liviana apoderarse de la casa.
Noche tras noche vienes y me dejas
más sólo que la luna. Ese recuerdo
me basta para hacer un melodrama
del día que me espera, sin un beso
que llevarme a la boca. Mi mujer
no sospecha de ti; sólo pregunta
de dónde ese aire huérfano, esa leve
sonrisa que me vuelve transparente
me llegan

                        y hacia dónde me conducen.
Ya no voy a fingir. Hoy es el día.
Esta noche nos vemos para siempre.
Cruzaré en un descuido la pantalla.
Me quedaré contigo al otro lado.


De "No se trata de un juego"  



HEBERTO PADILLA



  
Autorretrato del otro



¿Son estremecimientos, náuseas,
efusiones,
o más bien esas ganas
a veces tiene el hombre de gritar?
No lo sé. Vuelvo a escena.
Camino hacia los reflectores
como ayer,
                  más veloz que una ardilla,
con mi baba de niño
y una banda tricolor en el pecho,
               protestón e irascible
                          entre los colegiales.

Es que por fin
                       lograron encerrarme
en el jardín barroco que tanto odié
y este brillo de ópalo
                         en los ojos
me hace irreconocible.
El gladiador enano ( de bronce)
que he puesto encima de la mesa
-un héroe cejijunto y habilísimo
con su arma corta y blanca-
y su perra enconada,
                 son ahora mis únicos compinches.
Pero cuando aparezca
                 mi tropa de juglares
limaremos las rejas
                                         y saldré.
¡Puertas son las que sobran!

Bajo la luna plástica
¿me he vuelto un papagayo
o un payaso de náilon
que enreda y trueca las consignas?
¿O no es cierto?
¿Es una pesadilla
que yo mismo pudiera destruir?
¿Abrir
de repente los ojos
y rodar por el sueño como un tonel
y el mundo ya mezclado con mis fermentaciones?
¿O serán estas ganas
que a veces tiene el hombre de gritar?
Las Derechas me alaban
                 (ya me difamarán).
Las Izquierdas me han hecho célebre
               (¿ no han empezado a alimentar sus dudas?).

Pero de todas formas
advierto que vivo entre las calles.
Voy sin gafas ahumadas.
Y no llevo bombas de tiempo en los bolsillos
ni una oreja peluda -de oso-.
Ábranme paso ya
sin saludarme, por favor.
Sin hablarme.
Échense a un lado si me ven.


De "El hombre junto al mar"  1981