domingo, 31 de julio de 2016


JUAN LOZANO Y LOZANO




Sonata



Cuando escucho tu voz, tiene mi oído
una imposible sensación candente,
pues que fluyen tus labios sutilmente
el ritmo sideral, hecho sonido.

Rayo de sol caído sobre un lago
de miel, así tu cabellera bruna;
y cuando miras, tu mirar aúna
la emoción de lo intenso y de lo vago.


Y pienso al estrechar tus manos buenas,
que en mis manos impuras
se han transfundido todas las blancuras;
hostias, nieves, armiños y azucenas.

ORIETTA LOZANO




Despojada



Dónde despertar, en qué momento,
lo inmediato duele, quema,
explota bruscamente entre mis cejas.
La búsqueda se ha perdido,
el tiempo cayó goteando por tus ojos
todo crimen quedó estático en mis sienes,
yo me hundo en cada flor como la abeja
y ningún fruto se perfila.
Me he despojado de todo encuentro,
sobre mi hombro se posa el pájaro del silencio
y a veces, sólo a veces, la carcajada del delirio,
viene a perforar los huesos a mi hastío.



MARÍA ELVIRA LACACI




A la poesía



Me siento vagabunda de las Letras.
Quiero comer mi pan con el mendigo.
Beber vino de todos.
Tomar el sol
tendida
sobre la hierba húmeda.
Tener una guitarra
con cuerdas de latidos, entregados.
Tocarla por los pueblos.
Que los hombres –de colores distintos–
bailen al son de ella
con sus modales
toscos
y su verdad sencilla
a flor de labio.



JULIO LLAMAZARES




11. Si te pusiera copos de tierra sobre la boca...



Si te pusiera copos de tierra sobre la boca, sabrías la acidez que me posee.

Si apoyase mis preguntas en tus hombros, te desmoronarías como una
estatua de sal.

(¿O acaso puede alguien soportar el equilibrio de los árboles más altos?)

Pero no quiero condenarte a ser cuenco de nieve o roca muda.

Advierto en tus andenes una espera infinita y tus silencios me son agrios
como bruma.

Los mercaderes montan sus puestos de mentiras y perfumes a tu paso.
Tus recuerdos esperan, apostados como perros, el momento en que se incendie
la nostalgia.

Reconozco que mis preguntas aumentarían tu indefensión.


LUIS FELIPE VIVANCO



  
Me asomo a tu belleza

                             «Cuando mi pensamiento va hacia ti se perfuma.»
                                                                                    Rubén Darío



Recibo y agradezco tu espuela de inquietud y tu deslumbramiento,
tu racha de criatura que sustituye a Dios suficiente y cercana.
Tal vez buscabas a tientas, con ojeras pasivas y cautivas,
lo que no puede haber, ni triunfar, ni ocupar mis risas y mis lágrimas.
Pero quedaba aparte el corazón poroso
mientras las manos aprendían    su    polvorienta    y    libre trashumancia.
Una vez y otra vez la belleza y su ausencia,
un pozo inhabitable y marginal, no me bastaban.
Y ahora, casi encendido en triunfo y perspectiva
de homenaje viril, me    asomo    a    tu    belleza    sin    alhajas.
¿Qué veo y qué sospecho? ¿Qué huelo y qué respiro?
¿Qué sombra está nevando, qué nieve está reuniendo sus pestañas?
En el mar de los celtas que añoras y ambicionas
y un muerto ejemplar y un desafío de murallas falsas.
Me asomo a tu belleza con retraso y me pongo a llorar como un cuclillo
no dejo de amarte aunque a tu lado me duele mucho la garganta.
Me duelen las palabras que no digo y el tranvía de tantos desaciertos,
me duelen y persiguen tus épocas sin mí y el pecho pastoril de tu cabaña.
Me atrevo a la delicia de los frutos que hay que morder contigo
me ciño a tu pelo deshecho de burbujas y a tu persona que no acaba.
Mi cabeza preside mis hombros y vagones prosaicos en el muelle
mi corazón en cambio renueva su permiso de asistir a tu fábula
¿Qué máquinas te piensan con orgullo, qué orquesta te respeta
qué múltiples telares y monturas te disculpan y halagan?
Ondeando y sonando discrepas de ti misma y eliges tu impaciencia y tu locura
pero pronto se llenan tus pupilas de rápidas chorreras y piedrecitas blancas.
Tu aparición destruye los cielos más nublados y enlutados
misteriosa y ligera, y encinta de otras nubes como el agua
Cazadora y asidua confirmas tu radiante promesa de Artemisa
provocando el tumulto de las fieras que van en pos de tus pisadas.
Me asomo a tu belleza y no consigo comunicar contigo
que estás sola en la arena, nadando hacia el oscuro promontorio y esperándome.


De: "Libro de los caminos"



ELSA LÓPEZ




Hoy quiero…



Hoy quiero regresar.
Tengo miedo al saber
que la higuera se va volviendo grana,
y al viejo nisperero le han crecido los gajos
hasta alcanzar la casa.

Hoy quiero regresar.
Cuando febrero se acerca, ya sin frío,
para recobrar aquel remolino de almendras
y tuneras.
Aquel olor salitre y miel de abeja
que se despeñaba, cuesta abajo,
por el camino de la ermita y los dragos.

Hoy quiero regresar
al muelle, las noraes, y la sirena de los barcos.
Regresar a ti,
al otro lado de los sueños,
por donde multiplicas
la ternura y los muertos.

1982



De: "Inevitable océano" 1982