domingo, 18 de septiembre de 2016


ÁNGEL COLLADO RUÍZ




III



Eras un poco aquello prohibido
en mil cuentos contados antes de dormir
extravagante manía de seducir inciertos
un poco solamente de lo que decías ser
Soñaba caminarte entre líneas
de anteriores andantes
sin preocuparme cuanto de pies marcados
tenía tu piel
beber despacio tus cicatrices
Imaginaba verte desandar calles en penumbra
de nuestro barrio dormido
Un poco lo que absorbe el tiempo
cuando se va por el sendero
y la luna abreva en vasos cristalinos
y devuelve la mente recuerdos gastados
que las manos de todos han hecho suyos




ALFONSO CANALES




Estancia



Esta pompa de espacio
seguro que algún día, poco a poco,
se habrá de desinflar. No quiera Dios que estalle
como un cohete henchido de sucesos
que acaban no importando
salvo a quienes pudrimos la memoria
en su charco de tiempo. Esta íntima pompa
en la que desenvuelvo mi trabajo
moroso de vivir será otro albergue
para otras historias, para otros
enfrentamientos con el uso, cuando
vacía del trajín que suministra
mi estar en ella, ocupen mi vez otros recuerdos
hijos de otros afanes.



MARÍA CHOZA



  
El campo de cultivo



Mi primera siembra
la hice a los siete años.
Sembré frijol
en un terreno para vacas.
Mi padre me miró a los hombros
y dijo
te estás volviendo ya un joven.

Sembré trigo en mala temporada.
No fue mala para mí.
Mi padre me miró a las manos
y dijo
te estás volviendo un hombrecito.

Quise sembrar tomate,
busqué, pero no encontré semilla en el pueblo,
nadie sabía dónde conseguirle.
La gente siempre ha dicho
que el tomate
es el corazón de la siembra.
No planté el corazón.

Sembré calabazas muy grandes,
y de flor naranja.
Mi padre me vio el pecho
y dijo de espaldas
te estás volviendo un mentiroso.


De: “Los campos no elíseos”



SANDRA CORNEJO

  


Abuela con bastón



Siempre en primera presencia su Persona
su persona de lejos,
sus naranjas.
Siempre un cofre de restos y una ausencia
un presagio de fines de otro sueño,
un enjambre de trozos en abril.
Siempre el perfil que asoma en la memoria
rasguña los recuerdos y se astilla
en este corazón, estas campanas
de abuela con bastón, de niña sola
de niña con bastón, de abuela sola
que aguardan al pequeño mientras cantan.
 

De: Ildikó



MARÍA ZAMBRANO




La mirada



     Sólo cuando la mirada se abre al par de lo visible se hace una aurora. Y se detiene entonces, aunque no perdure y sólo sea fugitivamente, sin apenas duración, pues que crea así el instante. El instante que es al par indeleblemente uno y duradero. La unidad, pues, entre el instante fugitivo e inasible y lo que perdura. El instante que alcanza no ser fugitivo yéndose.

Inasible. El instante que ya no está bajo la amenaza de ser cosa ni concepto. Guardado, escondido en su oscuridad, en la oscuridad propia, puede llegar a ser concepción, el instante de concebir, no siempre inadvertido.

     Y así, la mirada, recogida en su oscuridad paradójicamente, saltando sobre una aporía, se abre y abre a su vez, "a la imagen y semejanza", una especie de, circulación. La mirada recorre, abre el círculo de la aurora que sólo se dio en un punto, que se muestra como un foco, el hogar, sin duda, del horizonte. Lo que constituye su gloria inalterable.


RAUL ORLANDO ARTOLA



  
homo digitalis
  
...el cuerpo es el lugar de la soledad.
Cristina Peri Rossi



Experimenta con su cuerpo
las sospechas del mundo:
el deseo es una ley
que no puede cumplirse
bajo las prerrogativas
del amor.
De sal es el espejo
que se quiebra
ante la mirada
del deseante.
El deseado no existe
con forma humana
distinta del deseante.
El principio de identidad
anula el efecto de la acción
que no alcanza
el carácter transitivo
(el ego es una materia inflamable
que se consume
sin dejar rastros).
Desea el que no obra
para engendrar la peste.
Ya no desea
el que experimenta
con su cuerpo
la soledad del mundo.
El deseo es una ley
que no puede cumplirse
contra las prerrogativas
del amor.