sábado, 17 de diciembre de 2016


GERARDO DIEGO




Sueños



Anoche soñé contigo.
Ya no me acuerdo qué era.
Pero tú aún eras mía,
eras mi novia. ¡Qué bella

mentira! Las blancas alas
del sueño nos traen, nos llevan
por un mundo de imposibles,
por un cielo de quimeras.

Anoche tal vez te vi
salir lenta de la iglesia,
en las manos el rosario,
cabizbaja y recoleta.

O acaso junto al arroyo,
allá en la paz de la aldea,
urdíamos nuestros sueños
divinos de primavera.

Quizás tú fueras aún niña
-¡oh remota y dulce época!-
y cantaras en el coro,
al aire sueltas las trenzas.

Y yo sería un rapaz
de los que van a la escuela,
de los que hablan a las niñas,
de los que juegan con ellas.

El sueño es algo tan lánguido
tan sin forma, tan de nieblas...
¡Quién pudiera soñar siempre!
Dormir siempre  ¡quién pudiera!

¡Quién pudiera ser tu novio
(alma, vístete de fiesta)
en un sueño eterno y dulce,
blanco como las estrellas!...



VÍCTOR HUGO

  


¡Ven! En la pradera en flor...



¡Ven! En la pradera en flor,
suena una flauta invisible...
El canto más apacible
es el canto del pastor.

Un hálito fresco y suave
riza la onda de cristal...
La música más jovial
es la música del ave.

¡Que la sombra del dolor
no nuble tu faz radiante!
El himno más palpitante
es el himno del amor.


Versión de Salvador Díaz Mirón


RAUL ORLANDO ARTOLA




El eco del espejo



Como el preso que barrena
el fondo de su celda
y no halla nada
no hace el túnel no ve luz
se cansa solamente
y ni una mano vieja
encuentra en la tarea.

Como el minero con su pico
que abre paso en roca viva
por metal o piedras o carbones
sin descanso ni agua ni alimento
hasta que baja el sol
y se fatiga.

Como el hombre vencido
por algunas cuestiones con la vida
que rema una chalupa
en el desierto
y no hay brazos que alcancen
para mover esa madera
seca y clavada
en el sueño del agua.

Como el niño que besa el vidrio
del espejo y cree que besa
a un niño que se le parece
demasiado para ser real
y siente que el frío
de tan pulida superficie
es peligroso como el hielo.

Cae y golpea la nuca
en una silla y no hay nadie
y el grito que sale de su boca
no se oye no es un grito
es el espejo que repite
el beso como un eco
de los remos en la arena
como el pico del minero o del preso
que retumba en la nada
de la inmensa soledad.
  




ROQUE VALLEJOS




Los dólares de Judas



Ya he devuelto
los denarios robados,
el dólar que me disteis
por la cruz
de su cuerpo.
Dadme ahora la soga
¡Oh! Caifás agringado,
os colgaré mi muerte
como trofeo eterno.
Mi Patria era una madre
de senos opulentos,
con hijos que poblaban
de racimos sus huesos,
florecía en su sangre
un culantrillo inmenso,
su vientre era granero
para el maíz combado.

Y día vino el gringo
de nariz afilada,
tendiéndonos la mano
como paloma amiga,
pero sus dedos fueron
pezuñas afiebradas,
que trillaron la arena
de la carne sahumada.

Después nuestras mujeres
quemaron sus vergüenzas
y sus hijos prendieron
como mechas sus cuerpos,
la sangre coagulada
resbaló en el madero
perfilando una muesca
de Cristo mutilado.


JORGE GUILLÉN




Amor a una mañana



Mañana, mañana clara:
¡si fuese yo quien te amara!
Paso a paso en tu ribera,
yo seré quien más te quiera.

Hacia toda tu hermosura
mi palabra se apresura.
Henos sobre nuestra senda.
Déjame que yo te entienda.

¡Hermosura delicada
junto al filo de la nada!
Huele a mundo verdadero
la flor azul del romero.

¿De tal lejanía es dueña
la malva sobre la peña?
Vibra sin cesar el grillo
A su Paciencia me humillo.

¡Cuánto gozo a la flor deja
Preciosamente la abeja!
Y se zambulle, se obstina
la abeja. ¡Calor de mina!

El grillo ahora acelera
su canto. ¿Más Primavera?
Se pierde quien se lo pierde.
¡Qué mío el campo tan verde!

Cielo insondable a la vista:
amor es quien te conquista.
¿No merezco tal mañana?
Mi corazón se la gana.

Claridad, potencia suma:
mi alma en ti se consuma.





SANDRA CORNEJO




En Cösmiko



La defienden.
Es una antorcha que pasan
de mano en mano.
La refugian
como si de algo sirviera
o para alguien la cuidaran.
La contemplan.
En círculos
pintan sobre la pared
“nunca muere”.

Murciélagos de la medianoche
mutantes
migratorios.

Nos recuerdan lo que fuimos
lo que no habríamos sido
si no fuera por ella
la poesía.

Para  El rey de las criaturas y La escuela de nadie