lunes, 3 de abril de 2017

CÉSAR DÁVILA ANDRADE




Umbral



Yo, que fui poeta sin parroquia
ni ocupaciones respectivas,

¿que
pensaré ahora
frente a estas torres de cien cuerdas
que nadie toca?

¿Dudaré
del traspiés metafísico,
humano,
ante esta hechura de lodo
en el umbral misérrimo de la Suerte Pública?

¡No!

Yo
descubrí el átomo de helio
en los ojos oscuros del vasallo.
Yo
descubrí los discos escritos
con sangrienta gramática
por la furiosa pluma del Emperador.
Sólo hubo una época hermosa:
la caza era entonces un rostro suspendido en el Espacio.
Hoy
nadie puede perdonarlos
porque saben lo que matan.



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