lunes, 3 de abril de 2017

GUILLERMO E. PILÍA




Ars legendi



Sobre la mesa de luz se me han ido juntando
los libros que leí desde un año a esta parte.
Ya está cerca la Navidad y puedo
borronear mis memorias. –Más que mis ojos, las páginas
delatan mis pasiones, mis proyectos inconclusos,
el pavor a la nada de mis noches–.

Lectura, mi amor primero: si yo hubiese guardado
año tras año esos títulos, hoy podría escribir
mi exacta autobiografía –mucho más elocuente
que los premios y ediciones que anoto con pudor
en las solapas de mis propios libros–.

Ahora que vuelvo a verlos, desde abajo hacia arriba,
pienso en Rilke una mañana de invierno en la estación,
la historia de la lengua en el inicio
de otro ciclo lectivo, los poetas españoles
del próximo seminario:

todo lo que la muerte
como una fría empleada doméstica,
acomodará por fin un día en los estantes.


De: “Ojalá el tiempo tan sólo fuera lo que se ama”



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