martes, 13 de junio de 2017

BAUDELIO CAMARILLO




La noche es el mar que nos separa
(fragmentos)



Suicidios, guerras, terremotos:
el diario desayuno de funestas noticias.
Somos sólo dos cuerpos abrazados,
sudorosos y lacios
besándonos los párpados y el alma
con los últimos relámpagos
de una brutal tormenta de verano
que se apaga.

Y en la calle la gente que te empuja,
los coches que te insultan,
el humo revulsivo
del altar del progreso.
¿Cómo trinchar el día en nuestra mesa?
¿Cómo llevarlo amable a nuestra boca?
Pero toco tus manos,
te beso en la mejilla
y el mundo es nuevamente apetecible,
tierno.

***

Ebrio de tanta luz, a ciegas casi,
avanzo hacia tu cuerpo.
Un mediodía de espejos te refleja desnuda.
Soy la sombra del árbol donde tus aguas pasan.
Soy la oscura presencia que te habita un momento,
sólo un breve momento
porque luego
cuando cierras los ojos y yo caigo hasta el fondo
la sombra se diluye:
de lo hondo de tu cauce
también brota la luz.

***

Afuera está la tarde y no la vemos.
Corridas las cortinas,
en la suave penumbra de este cuarto
contamos las joyas y monedas del tesoro
y esa es la única luz que nos deslumbra.
Cómo nos vuelve avaros el amor.
Cómo ilumina nuestros ojos la codicia.
Cómo, después de estos momentos,
salimos a la calle
a caminar, cada uno por su lado,
en las mustias aceras de gente sin fortuna.

***

Es pan y leche y miel
tu blanca desnudez sobre mi lecho.
Y saciado de ti, santificado,
doy mis más bellas rosas a los cerdos,
con voz de lluvia fresca
predico en el desierto
y el cordero y el lobo
se hermanan en mi pecho.
Todo lo soy por ti:
el hombre es lo que come.


De: “La Noche es el mar que nos separa”


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