Con ojos de niña
Señor,
siempre te veo con los ojos de niña:
Primero en el pesebre, aureolado de ovejas;
En lo alto, la estrella, que sus reflejos guiña
Sobre el burro y el buey al mover las orejas.
Primero en el pesebre, aureolado de ovejas;
En lo alto, la estrella, que sus reflejos guiña
Sobre el burro y el buey al mover las orejas.
Hombre,
vas por montaña, y por valle y campiña,
Curando enfermos graves que bordan las callejas,
La triste multitud que al oírte se apiña,
Y encima de las aguas caminando te alejas.
Curando enfermos graves que bordan las callejas,
La triste multitud que al oírte se apiña,
Y encima de las aguas caminando te alejas.
Al
final, te imagino, arriba, entre las nubes,
Centro de los arcángeles con extendidas alas;
En macizo de flores —azucenas y calas—
Se abren las estrellas, por donde al Cielo subes.
Aunque me ves en casa, jugando sobre el piso
Y sonriendo desciendes hacia mí, de improviso.
Centro de los arcángeles con extendidas alas;
En macizo de flores —azucenas y calas—
Se abren las estrellas, por donde al Cielo subes.
Aunque me ves en casa, jugando sobre el piso
Y sonriendo desciendes hacia mí, de improviso.
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