"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
jueves, 2 de marzo de 2017
EFREN REBOLLEDO
El
beso de Safo
Más
pulidos que el mármol transparente,
Más blancos que los blancos vellocinos,
Se anudan los dos cuerpos femeninos
En un grupo escultórico y ardiente.
Ancas de cebra, escorzos de serpiente,
Combas rotundas, senos colombinos,
Una lumbre los labios purpurinos,
Y las dos cabelleras un torrente.
En el vivo combate, los pezones
que se embisten, parecen dos pitones
Trabados en eróticas pendencias,
Y en medio de los muslos enlazados,
Dos rosas de capullos inviolados
Destilan y confunden sus esencias.
Más blancos que los blancos vellocinos,
Se anudan los dos cuerpos femeninos
En un grupo escultórico y ardiente.
Ancas de cebra, escorzos de serpiente,
Combas rotundas, senos colombinos,
Una lumbre los labios purpurinos,
Y las dos cabelleras un torrente.
En el vivo combate, los pezones
que se embisten, parecen dos pitones
Trabados en eróticas pendencias,
Y en medio de los muslos enlazados,
Dos rosas de capullos inviolados
Destilan y confunden sus esencias.
GABRIELA MISTRAL
Vergüenza
Si tú
me miras, yo me vuelvo hermosa
como la hierba a que bajó el rocío,
y desconocerán mi faz gloriosa
las altas cañas cuando baje al río.
Tengo vergüenza de mi boca triste,
de mi voz rota y mis rodillas rudas.
Ahora que me miraste y que viniste,
me encontré pobre y me palpé desnuda.
Ninguna piedra en el camino hallaste
más desnuda de luz en la alborada
que esta mujer a la que levantaste,
porque oíste su canto, la mirada.
Yo callaré para que no conozcan
mi dicha los que pasan por el llano,
en el fulgor que da a mi frente tosca
y en la tremolación que hay en mi mano…
Es noche y baja a la hierba el rocío;
mírame largo y habla con ternura,
¡que ya mañana al descender al río
la que besaste llevará hermosura!
como la hierba a que bajó el rocío,
y desconocerán mi faz gloriosa
las altas cañas cuando baje al río.
Tengo vergüenza de mi boca triste,
de mi voz rota y mis rodillas rudas.
Ahora que me miraste y que viniste,
me encontré pobre y me palpé desnuda.
Ninguna piedra en el camino hallaste
más desnuda de luz en la alborada
que esta mujer a la que levantaste,
porque oíste su canto, la mirada.
Yo callaré para que no conozcan
mi dicha los que pasan por el llano,
en el fulgor que da a mi frente tosca
y en la tremolación que hay en mi mano…
Es noche y baja a la hierba el rocío;
mírame largo y habla con ternura,
¡que ya mañana al descender al río
la que besaste llevará hermosura!
ELVA MACÍAS
La voz
La
voz, orillada
como una lanza lejos de la contienda,
tañido apenas
sobre el fluir del tiempo,
dialoga con la muerte.
En cada advenimiento de dolor
se funda.
Pero nada es violencia,
es sólo un lento sacrilegio
que no toca los límites.
como una lanza lejos de la contienda,
tañido apenas
sobre el fluir del tiempo,
dialoga con la muerte.
En cada advenimiento de dolor
se funda.
Pero nada es violencia,
es sólo un lento sacrilegio
que no toca los límites.
La
voz, irisada
en su propio templo se mitiga,
se posa al fondo,
diluye su resonancia antes del canto
por ese desafío
que todo lo cicatriza antes de la expiación.
en su propio templo se mitiga,
se posa al fondo,
diluye su resonancia antes del canto
por ese desafío
que todo lo cicatriza antes de la expiación.
EUGENIO MONTALE
Traeme el girasol que yo trasplanté
Tráeme
el girasol que yo trasplanté
en mi terreno quemado por la salina
y muestre todo el día a los azules espejeantes
del cielo la ansiedad de su rostro amarillento.
Las cosas oscuras tienden a la claridad,
se agotan los cuerpos en un fluir
de tintas: éstas en música. Desvanecerse
es entonces la dicha de las dichas.
Tráeme la planta que conduce
adonde surgen rubias transparencias
y evapora la vida como esencia;
tráeme el girasol enloquecido de luz
en mi terreno quemado por la salina
y muestre todo el día a los azules espejeantes
del cielo la ansiedad de su rostro amarillento.
Las cosas oscuras tienden a la claridad,
se agotan los cuerpos en un fluir
de tintas: éstas en música. Desvanecerse
es entonces la dicha de las dichas.
Tráeme la planta que conduce
adonde surgen rubias transparencias
y evapora la vida como esencia;
tráeme el girasol enloquecido de luz
GUADALUPE AMOR
Cansada…
Cansada
de esperarte
con mis brazos vacíos de caricias,
con ansias de estrecharte
pensaba en las delicias
de esas noches, pasadas y ficticias
con mis brazos vacíos de caricias,
con ansias de estrecharte
pensaba en las delicias
de esas noches, pasadas y ficticias
EDUARDO CARRANZA
Soneto a Teresa
Teresa,
en cuya frente el cielo empieza,
como el aroma en la sien de la flor.
Teresa, la del suave desamor
y el arroyuelo azul en la cabeza.
Teresa, en espiral de ligereza,
y uva, y rosa, y trigo surtidor;
tu cuerpo es todo el río del amor
que nunca acaba de pasar, Teresa.
Niña por quien el día se levanta,
por quien la noche se levanta y canta,
en pie sobre los sueños, su canción.
Teresa, en fin, por quien ausente vivo,
por quien con mano enamorada escribo,
por quien de nuevo existe el corazón.
como el aroma en la sien de la flor.
Teresa, la del suave desamor
y el arroyuelo azul en la cabeza.
Teresa, en espiral de ligereza,
y uva, y rosa, y trigo surtidor;
tu cuerpo es todo el río del amor
que nunca acaba de pasar, Teresa.
Niña por quien el día se levanta,
por quien la noche se levanta y canta,
en pie sobre los sueños, su canción.
Teresa, en fin, por quien ausente vivo,
por quien con mano enamorada escribo,
por quien de nuevo existe el corazón.
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