miércoles, 12 de abril de 2017


ÁNGELA GENTILE




Poema II



El archivero continúa la historia.
Clasifica guerras.
Vigila el devenir de los océanos.
Acumula mundos con su índice
y alimenta la belleza.
Quita el polvo y respira,
rescata para sí un epitafio
y lo sella en sus labios.
Suma el infinito desplegando fantasías
y dispara su aliento sobre los continentes.
Guarda en su bolsillo una luna medieval,
junto a una antigua comarca de pájaros
y recuerda a los hombres, a los hambrientos
perseguidores del ocaso.


De: Escenografías


JOAN MARAGALL




Nutre al amor de recuerdos…



Nutre al amor de recuerdos y ausencias;
brotará así maravillosa flor;
desprecia cualquier complacencia
que no llegue por medio del dolor.
No guardes otro don que tus lágrimas
ni otro consuelo quieras que suspiros:
tu palabra mejor está en el alma,
y el más sabroso beso te dieron los zafiros.
No sería la amada en su presencia
nunca como es ahora en tu adoración.
Nutre al amor de recuerdos y ausencias;
brotará así maravillosa flor.


Versión de José Batlló


CARLOS BOUSOÑO


  

Letanía del ciego

Soy como un ciego…
Rubén Darío



Y tú que tanto amas, tanto ríes,
tanto adivinas y conoces tanto,
¿dónde el escudo para que te fíes,
dónde el pañuelo de enjugar tu llanto?
¿Dónde el camino que no veo ahora?
Dímelo o llora y el mirar suprime.
¿Es ya la noche que no tiene aurora?
Dímelo, dime.
Y sin embargo tu vivir empaña
mi vivir con un vaho que es ternura,
que es caliente rumor que me acompaña
la noche oscura.
Y sin embargo con tu mano guías
y a tientas toco lo que apenas veo
y digo acaso para que sonrías
lo que no creo.
Y toco apenas y tu bulto aprendo
y torpe sigo lo que tú me indicas.
Lo que no miro, lo que no comprendo,
tú multiplicas.
Tú multiplicas, o quizás es tu invento
porque lo vea aunque quizá no exista.
Entre la noche de mi pensamiento
dulce es tu vista.
Dulce es tu vista, tu mirar risueño
que mira un llano donde estaba un monte
y que a mi alma de temblor pequeño
llamó horizonte.
Dulce es tu vista que miró aquel lago
y lo llamaba alegre mar bravío.
Tu generoso corazón es mago.
¡Lo fuese el mío!


WILLIAM OSPINA




Nietzsche



Está muriendo un Dios en el centro de un ópalo del color del crepúsculo.
Está muriendo una hoja de hierba en el pecho de Cristo.
Está muriendo una rosa en el aire estancado de la catedral de Maguncia,
traspasada en el aire por una quemante aguja del sol.
Está muriendo una llanura donde retozan embriagados leopardos.
Está muriendo un ángel sobre un glaciar blanquísimo.
Está muriendo un barco lleno de ancianos en una colina del
cielo, en un aire cargado de delfines livianos y azules.
Está muriendo una cúpula bajo el asedio de las mariposas.
Está muriendo un lupanar lujoso y sonoro de besos enfermos.
Está muriendo mi corazón bajo los crueles halcones del olvido de Lou.
Me estoy borrando en sus pupilas bellas y esperanzadas como lienzos.
Está muriendo un pájaro en un bosque de nubes.
Está muriendo una lucha glacial bajo mis sábanas de seda.
Algo muy bello está borrándose por las bahías de mi infancia.
Algo muy triste calla en sus violines.


ANTONIA TALETI





Del amor desconocido
me gustan las maneras
a qué budacristoalá
o como lo llamen
dar las gracias por
el árbol florecido
el solcito detrás del vidrio
el abrazo del compañero
la cerveza compartida.



De: Cómplice en la mirada

WILLIAM WORDSWORTH




Amonestación y respuesta


“¿Por qué sobre esa vieja piedra,
durante toda la jornada,
William, así solo te sientas
y entre sueños el tiempo pasas?
¿Dónde están tus libros? ¡La luz
a este ciego mundo legada!
¡Arriba! Aspira la salud
que en ellos los muertos exhalan.
Miras la tierra como un hijo
que a su madre pidiese cuentas
o como el primer hombre vivo
que conociese la existencia”.
Así, del Esthwaite a la orilla,
la vida dulce y sin porqué,
el buen Matthew me habló un día
y así le quise responder:
“El ojo sólo mirar puede
y el oído nunca está en paz;
siquiera que va, el cuerpo siente
contra o con nuestra voluntad.
Así, creo que existen fuerzas
que al pensamiento dan traza,
que nutrimos nuestras ideas
con una pasividad sabia.
¿Crees, en el mundo infinito
de estos seres que hablan sin verbo,
que nada vendrá por sí mismo
y que siempre buscar debemos?
Pues no preguntes por qué a solas,
según me plazca conversando,
me siento en esta vieja roca
y entre sueños el tiempo paso”.



Versión de Gabriel Insausti