jueves, 13 de abril de 2017


ALFONSO CORTES





La verdad



El hado ha muerto. Y Dios es en el hombre
lo que él en Dios. El arte se derrumba
sobre sí propio. La verdad es nombre,
dilema la razón, todo hecho tumba.

La única ley que en tu virtud te acentre,
profeta, sabio, artista o proletario,
es el misterio, si está encinta un vientre,
si es con fruto un árbol, el sol diario.

No hay bien actual más que el presente ahora,
ni hay buen futuro más que en tu hoy buen tino;
el trabajo es más útil que la aurora
y el dolor es más fuerte que el destino.

¿Un ideal? ¿de qué sirve si es soñado?
y un recuerdo: ¿qué importa al de adelante?
Lo futuro es mitad de lo pasado,
¡y un fin lo que se realiza a cada instante!

ALFREDO R. PLACENCIA




Por lo que quiero irme

Para Lupe,
con mi vieja admiración de bardo.



Me he aferrado al gran sueño de morirme
por lo que Dios ha visto que me pasa.

Desde el cuatro de enero no es mi casa
esta en que estoy.
Por eso quiero irme.

Desde cuando despierto hasta el dormirme,
afónico dolor viene y me abrasa
sin que logre mi fe, débil y escasa,
de sus brazos combustos desasirme.

Mi alma es un alma en pena.
¿Qué paz tiene
desde la noche aquella maldecida
que nada ha hallado en mí que no envenene?...
Así es que si la muerte me convida,
bien hará en no tardar.
Más me conviene
la casa nueva que la casa ida.



SALVADOR DIAZ MIRON




Beatus ille...



       ¡Oh paz agreste, cuánto
a quien se acoge a ti brindas provecho!
       ¡Con qué divino encanto
       llenas de olvido el pecho,
ay, a torturas y a furores hecho.

       De la candida oveja
que a sombra trisca en hondonada bruna,
       o la cabra bermeja
       que asoma en alta duna
su hocico rojo de carmín de tuna.

       Ubre sana y henchida
regala el apetito, aquí no escaso,
       con leche que, bebida,
       vale a dormir al raso
y deja untado y azuloso el vaso.

       Mesa digna de un justo,
oh Gay, la tuya que de carne y vino
       te guarda exento el gusto,
       y no a perder el tino
es ocasión, ni a víctimas destino.

       Égloga virgiliana
abre y radica en tu heredad el seno
       y de tu boca mana
       en trasunto sereno
y con almíbar oloroso a heno.

       Antigua prez no humilla
claro vestigio a torpe muchedumbre:
       él en tu ingenio brilla
       como postrera lumbre
de occiduo sol en levantada cumbre.

       ¡Plácidos los que orean
mi frente, que a baldón opone orgullo,
       hálitos que menean
       las frondas, con murmullo
grato al reposo cual materno arrullo!

       Mas no favonio engríe
el deifico laurel. Zozobras calma
       y susurrando ríe
       de la ceñida palma,
con un desprecio que perfuma el alma.

       ¡Oh paz agreste, cuánto
a quien se acoge a ti brindas provecho ¡
       ¡Con qué divino encanto
       llenas de olvido el pecho,
ay, a torturas y a furores hecho!

       A la culta o salvaje
corriente del vivir marcas y ahondas
       recto y seguro encaje
       que por arenas blondas
al mar la lleva en sosegadas ondas.

       Sobre anónima huesa
árbol piadoso y tétrico derrumba
       “guirnalda que le pesa”,
       pompa que treme y zumba,
y caricia y plañido es a la tumba.

       La madre tierra es leve
al cadáver que allí se desmorona,
       que sólo a un sauce debe,
       en los palmos que abona,
copioso llanto y liberal corona.



JORGE CARRERA ANDRADE




El visitante de niebla



Sepultura del tiempo:
dejé en ti mi cadáver de veinte años
bajo tierra de flores y amuletos
y cáscaras de días devorados.

Amuleto de amor fue la manzana,
amuletos la luz, la llave, él barco,
la gaviota y el pez, dispensadores
de una vida sin nubes, viaje mágico.

Le vestí a mi cadáver de estaciones
y sobre la guitarra del pasado
recliné su cabeza vendada de ciudades
lucientes como bálsamos.

Puse a su lado nombres de otras épocas,
los rostros ya de sombra enmascarados
y le dejé vivir su larga muerte
en un clima de lluvia, de maíz y caballos.

La tierra memorable cede ahora.
Joven mío, ¿no estás bien sepultado?
¿Tu mano es esta mano que se mueve
buscando entre las ruinas esqueletos de pájaros?

Visitante de niebla
venido de un país de fechas y retratos:
Te sientas a mi mesa nodriza y hortelana,
vestido unos instantes con mi traje de ocaso.

Fantasma familiar, compareces al punto
por un signo, una voz o una forma llamado.
Sólo un caballo y una rosa guardan
tu sepultura de años.



JORGE CUESTA




Qué sombra, qué compañía



Qué sombra, qué compañía
impalpable, más cercana,
al abismo de mañana
el paso me contenía,

si está la vista vacía,
y una desierta ventana
sólo es una presa vana
de las cadenas del día.

Del tiempo, estéril contacto
con el arrepentimiento
en que se parte y olvida

la frágil ciencia del acto,
es la posesión que siento,
vacante, sobre mi vida.


ISABEL FRAIRE






a veces me irrita darme cuenta de que escribir está lleno de
trampas
aprender a escribir es aprender a manejar trampas
y forjar las propias trampas lo que se llama genio

cómo entonces hablar
de la misión sagrada del poeta
o tonterías por el estilo?

el arte es artificio

poco después de escritas estas líneas
como un súbito milagro
constato con sorpresa
que el sol como un mago que se divierte
comienza a jugar con los reflejos
de mi pluma
trazando círculos de luz sobre la sombra del muro
que crecen y decrecen se abren y se cierran
dibujando espirales
de reflejos
irisados

como si de pronto una espectral cola de pavorreal
se presentara
a burlarse de mí
sugiriéndome irónica
que el sol es un mago que hace trampas