"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
sábado, 15 de abril de 2017
ANIBAL NÚÑEZ
Diosa
si el filo de la espuma está conforme
con el diseño de tus labios,
tu sonrisa repite lo levísimo
del azul que te dio vida perenne
pero
no eres hija del cielo ni del azul siquiera
que el cielo presta al mar; eres espuma
y todas las palabras de amor se desvanecen
en ondas que entrelazan el engaño
de agua.
si el filo de la espuma está conforme
con el diseño de tus labios,
tu sonrisa repite lo levísimo
del azul que te dio vida perenne
pero
no eres hija del cielo ni del azul siquiera
que el cielo presta al mar; eres espuma
y todas las palabras de amor se desvanecen
en ondas que entrelazan el engaño
de agua.
CÉSAR DÁVILA ANDRADE
Los precios
Tú
sabes lo que cuesta la pólvora
en el buitre del antílope, la tuma del oso
en el cajón del sastre. Tú sabes
lo que cuesta la goma
en la pata del pájaro, la cuerda en la casa
del relojero ciego. La cáscara de plátano
en el tobillo del Discóbolo. Tú sabes lo que muele
un solo cráneo entre dos horas consecutivas. Tú
sabes cuánto rueda el pan fuera de Misa. Tus niños
duermen en el hueco de la alfombra.
Tú sabes cuánto vale un huevo en equilibrio
sobre la palma de la Arquitectura.
Las nubes de fuego sobre el circo;
el Santo Espíritu, de pie, sobre
el ave que empolla.
Tú sabes lo que cuesta curarse la manderecha
con la izquierda
endurecida por los desmanes de la vida nómade.
Tú sabes lo que es vivir un pasadizo,
acaso garganta,
y no decir nada, ni esta boca es mía:
el idioma es pura madera en quechua,
y calla.
Entonces, sólo ir. Sólo andar.
Tú sabes lo que es andar todo el destino a pie.
Se grabará para siempre la cara del caballo.
en el buitre del antílope, la tuma del oso
en el cajón del sastre. Tú sabes
lo que cuesta la goma
en la pata del pájaro, la cuerda en la casa
del relojero ciego. La cáscara de plátano
en el tobillo del Discóbolo. Tú sabes lo que muele
un solo cráneo entre dos horas consecutivas. Tú
sabes cuánto rueda el pan fuera de Misa. Tus niños
duermen en el hueco de la alfombra.
Tú sabes cuánto vale un huevo en equilibrio
sobre la palma de la Arquitectura.
Las nubes de fuego sobre el circo;
el Santo Espíritu, de pie, sobre
el ave que empolla.
Tú sabes lo que cuesta curarse la manderecha
con la izquierda
endurecida por los desmanes de la vida nómade.
Tú sabes lo que es vivir un pasadizo,
acaso garganta,
y no decir nada, ni esta boca es mía:
el idioma es pura madera en quechua,
y calla.
Entonces, sólo ir. Sólo andar.
Tú sabes lo que es andar todo el destino a pie.
Se grabará para siempre la cara del caballo.
FRANCISCO GONZÁLEZ DE LEÓN
Quimera
Enferma
de blancura
muy triste va la luna.
Enero es medianero;
los vientos tienen tos.
La calle va en dos franjas
muy netas; blanca y bruma;
y en un reloj despiértense
las horas:
una... dos...
Hay luz en tus vidrieras;
presiento que vigilas
leyendo un episodio
romántico, y en los
fervores de mis sueños
yo sueño en tus pupilas:
tú ignoras que te quiero;
pero lo sabe Dios.
El eco va siguiendo
mis pasos en la acera;
la noche es una monja
clorótica; y en pos
yo voy de una quimera:
¡Si acaso Dios quisiera... !
pero bien sé que nunca
ha de quererlo Dios.
muy triste va la luna.
Enero es medianero;
los vientos tienen tos.
La calle va en dos franjas
muy netas; blanca y bruma;
y en un reloj despiértense
las horas:
una... dos...
Hay luz en tus vidrieras;
presiento que vigilas
leyendo un episodio
romántico, y en los
fervores de mis sueños
yo sueño en tus pupilas:
tú ignoras que te quiero;
pero lo sabe Dios.
El eco va siguiendo
mis pasos en la acera;
la noche es una monja
clorótica; y en pos
yo voy de una quimera:
¡Si acaso Dios quisiera... !
pero bien sé que nunca
ha de quererlo Dios.
De: “Voces de órgano”
GUILLERMO E. PILÍA
Las ratas
Nunca
pude ver tan de cerca a las ratas
como
en las noches de mi año de soldado,
si me
dormía apoyado en mi fusil
debajo
de un gran farol, en ese puesto
cercano
a las barracas, entre los vahos
de
comida descompuesta... Era entonces
cuando
en silencio salían a mirarme
acorralándome
en círculo, esperando
que
también a mí se me abriesen los ojos.
Jamás
me hicieron daño, pero llegaban
a
observarme en el minuto de flaqueza
en
que el sueño me vencía... Es extraño
que
con el tiempo no volviesen las ratas
a
atormentarme en las noches, que hoy evoque
esa
imagen de miseria como si a otro
le
hubiera acontecido. Yo mismo a veces
las
llamo en medio de un instante de dicha:
a que
me recuerden qué frágil resulta
la
felicidad, qué cerca de los sueños
acechan
siempre sus hocicos en punta
De: “Ojalá el tiempo tan sólo fuera lo que
se ama”
LUCIANA MELLADO
Sangre
La
niña sangra y en hembra la transforman
y el
juego se suspende sin pausa y sin aviso.
Despiertan
sed sus nuevas humedades
y la
arena es barro en sus manos aún torpes.
Los
perros domésticos hociquean su sexo
intolerantes
al disimulo de una sangre
que
cambiará de color en cada parto.
Los
ojos de la niña se espesaron
ya no
ve ramos de transparencias en el aire.
De: “Las niñas del espejo”
MARTA BRAIER
Obsesión
Hay
mucho por hacer:
azulejos blancos
que brillen
al frote de un trapito.
Insiste el niño en la tarea.
Agua del deseo...
Pero el mundo
sigue despidiendo polvo
y más polvo.
azulejos blancos
que brillen
al frote de un trapito.
Insiste el niño en la tarea.
Agua del deseo...
Pero el mundo
sigue despidiendo polvo
y más polvo.
De: "Gestos de minué"
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