"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
lunes, 24 de abril de 2017
ÁNGELA GENTILE
Valle de los Misterios
Los dioses soplan sobre las vísperas:
“Palomas de jade,
pasajeras de lo
imprevisto:
¡Inventen el aire!”
Ellas,
atraviesan
el silencio
y la
multitud rasga el amanecer
para
verlas cruzar el último sol.
Se descifra
en cartas medievales:
una
antigua lengua romana,
el
límite entre lo propio y lo bárbaro.
Los
copistas se detienen,
bajan
en tinta sus miradas
y
deciden corazón o página.
Las
pasajeras de jade
En balanzas
egipcias,
pesan
las almas
y
retoman el silencio
dejándonos
la levedad,
la
memoria,
de esa tierra indescifrable.
De: “Cantos de la Etruria”
JOAN MARAGALL
Canto espiritual
Si el
mundo es ya tan bello y se refleja,
oh, Señor, con tu paz en nuestros ojos,
¿qué más nos puedes dar en otra vida?
oh, Señor, con tu paz en nuestros ojos,
¿qué más nos puedes dar en otra vida?
Así
estoy tan celoso de estos ojos y rostro,
y del cuerpo que me diste, Señor,
y del corazón que en él late… ¡y tengo tal miedo a la muerte!
y del cuerpo que me diste, Señor,
y del corazón que en él late… ¡y tengo tal miedo a la muerte!
Pues,
¿con qué otros sentidos me harás ver
este cielo azul sobre las montañas,
y el ancho mar, y el sol que en todo brilla?
Dame en estos sentidos paz eterna
y no querré más cielo que este cielo azul.
este cielo azul sobre las montañas,
y el ancho mar, y el sol que en todo brilla?
Dame en estos sentidos paz eterna
y no querré más cielo que este cielo azul.
Aquel
que grite tan sólo «¡Detente!»
al instante que le traiga la muerte,
no lo entiendo, Señor, ¡yo, que quisiera
parar tantos instantes cada día
para que eternos fueran en mi corazón! …
¿O es que este «hacer eterno» es ya la muerte?
Pero entonces, la vida ¿qué sería?
Tan sólo sombra del tiempo que pasa,
ilusión de lo cerca y de lo lejos,
cuenta del mucho, el poco, el demasiado,
engañador, pues ¿ya todo lo es todo?
al instante que le traiga la muerte,
no lo entiendo, Señor, ¡yo, que quisiera
parar tantos instantes cada día
para que eternos fueran en mi corazón! …
¿O es que este «hacer eterno» es ya la muerte?
Pero entonces, la vida ¿qué sería?
Tan sólo sombra del tiempo que pasa,
ilusión de lo cerca y de lo lejos,
cuenta del mucho, el poco, el demasiado,
engañador, pues ¿ya todo lo es todo?
¡Da
igual! Del modo que sea, este mundo
tan extenso, tan diverso y temporal,
esta tierra con todo cuanto engendra,
es mi patria, Señor, ¿y no podría
ser también una patria celestial?
Hombre soy, y es humana mi medida
para todo lo que pueda creer y esperar:
si mi fe y mi esperanza aquí se quedan
¿me acusarás por ello más allá?
Más allá veo el cielo y las estrellas,
y allí también un hombre ser quisiera:
si a mis ojos las cosas has hecho tan bellas,
si mis sentidos y ojos hiciste para ellas,
¿por qué cerrarlos, pues, otro «como» buscando?
¡Si para mí jamás lo habrá como éste!
Ya sé que existes, mas dónde, ¿quién lo sabe?
Cuanto miro se te parece en mí…
Déjame, pues, creer que estás aquí.
Y cuando llegue la hora temerosa
en que se cierren estos mis ojos humanos,
ábreme tú, Señor, otros mayores
para tu inmensa faz poder mirar.
¡Nacimiento mayor sea mi muerte!
tan extenso, tan diverso y temporal,
esta tierra con todo cuanto engendra,
es mi patria, Señor, ¿y no podría
ser también una patria celestial?
Hombre soy, y es humana mi medida
para todo lo que pueda creer y esperar:
si mi fe y mi esperanza aquí se quedan
¿me acusarás por ello más allá?
Más allá veo el cielo y las estrellas,
y allí también un hombre ser quisiera:
si a mis ojos las cosas has hecho tan bellas,
si mis sentidos y ojos hiciste para ellas,
¿por qué cerrarlos, pues, otro «como» buscando?
¡Si para mí jamás lo habrá como éste!
Ya sé que existes, mas dónde, ¿quién lo sabe?
Cuanto miro se te parece en mí…
Déjame, pues, creer que estás aquí.
Y cuando llegue la hora temerosa
en que se cierren estos mis ojos humanos,
ábreme tú, Señor, otros mayores
para tu inmensa faz poder mirar.
¡Nacimiento mayor sea mi muerte!
Versión de José Batlló
CARLOS BOUSOÑO
Elegía
Te he
dicho que los hombres no contemplan
el puro río que pasa,
la dulce luz que invade las riberas
cuando fluye hacia el mar el agua casta.
el puro río que pasa,
la dulce luz que invade las riberas
cuando fluye hacia el mar el agua casta.
Te he
dicho ayer…Y yo veo ahora
fluyendo dulce hacia la mar lejana,
mientras los hombres ciegos, ciegamente
se embisten con furor de piedra helada.
fluyendo dulce hacia la mar lejana,
mientras los hombres ciegos, ciegamente
se embisten con furor de piedra helada.
Con
desolada luz vas olvidado,
pero yo te contemplo, agua irisada,
silente amigo, y veo mi figura
triste, mirándose en tus aguas.
pero yo te contemplo, agua irisada,
silente amigo, y veo mi figura
triste, mirándose en tus aguas.
Amigo
solitario:
esto te digo mientras pasas.
Repite luego mi voz triste
allá en las rocas desoladas.
esto te digo mientras pasas.
Repite luego mi voz triste
allá en las rocas desoladas.
WILLIAM OSPINA
El espejo
Una
región del muro está hechizada.
Sólo el ojo lo sabe.
Un cristal incansable paso a paso repite
las rectas sombras que la tarde desplaza.
Sólo el ojo lo sabe.
Un cristal incansable paso a paso repite
las rectas sombras que la tarde desplaza.
Terriblemente
dócil, no desdeña
la vertical sinuosa de una hormiga extraviada
y al fondo de sus cámaras
también crecen las plantas.
la vertical sinuosa de una hormiga extraviada
y al fondo de sus cámaras
también crecen las plantas.
A veces
miro ese país extraño
cuyos hombres no tienen más lenguaje que el gesto,
ese país sin música.
cuyos hombres no tienen más lenguaje que el gesto,
ese país sin música.
Sé
que no puedo ser ese hombre que me mira,
sé que a él no lo alcanzan el temor ni la idea.
sé que a él no lo alcanzan el temor ni la idea.
Cuando
la noche apaga las letras y los ángulos,
en su país de eclipses él no te ama.
en su país de eclipses él no te ama.
ANTONIA TALETI
Tendiste
la niebla compacta y leve sobre el río
telones de gasa cubrieron el puente, las islas.
Desde allí llamabas sin manos y sin voz
solo un perfil alentando el secreto
en el ritual de un domingo de mañana.
Sin conocerte avanzo expuesta a esa luz blanda y húmeda
abandonada toda defensa busco tu imagen, tu palabra
y desde la orilla que me retiene ruego
que no sea cierto el perro lanudo, husmeante
los vidrios rotos
los desperdicios
ni siquiera el chasquido de las olas
ni la bandada de largos picos
que el hombre en medio de los charcos
no sabe, no puede nombrar.
Solo vos, entreabierto llamando.
telones de gasa cubrieron el puente, las islas.
Desde allí llamabas sin manos y sin voz
solo un perfil alentando el secreto
en el ritual de un domingo de mañana.
Sin conocerte avanzo expuesta a esa luz blanda y húmeda
abandonada toda defensa busco tu imagen, tu palabra
y desde la orilla que me retiene ruego
que no sea cierto el perro lanudo, husmeante
los vidrios rotos
los desperdicios
ni siquiera el chasquido de las olas
ni la bandada de largos picos
que el hombre en medio de los charcos
no sabe, no puede nombrar.
Solo vos, entreabierto llamando.
De: Río de paso
WILLIAM WORDSWORTH
El barranco encantado
No
era ficción de tiempos remotos: una piedra
de azul celeste, al fondo del barranco sin sol,
muestra aún claramente las pisadas
que los pequeños elfos, en la escena pulida
dejaron, al danzar con brillante cortejo,
en festejos ocultos, tras el robo de un niño
dulce, como una flor, trocada por hierbajos,
con que intenta la madre abstraída acallar
su pena, si es posible. Pero decidme: ¿dónde
hallaréis un vestigio de las notas
que guiaron aquellos salvajes bailoteos?
¿En la tierra profunda o en las cumbres del aire,
en el nocturno cierzo o en los bancales donde
telarañas de otoño flotan en el crepúsculo?
de azul celeste, al fondo del barranco sin sol,
muestra aún claramente las pisadas
que los pequeños elfos, en la escena pulida
dejaron, al danzar con brillante cortejo,
en festejos ocultos, tras el robo de un niño
dulce, como una flor, trocada por hierbajos,
con que intenta la madre abstraída acallar
su pena, si es posible. Pero decidme: ¿dónde
hallaréis un vestigio de las notas
que guiaron aquellos salvajes bailoteos?
¿En la tierra profunda o en las cumbres del aire,
en el nocturno cierzo o en los bancales donde
telarañas de otoño flotan en el crepúsculo?
Versión de Màrie Montand
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