domingo, 14 de mayo de 2017


ANTONIO PORCHIA




En plena luz no somos ni una sombra.



De: “Voces”

EDUARDO CARRANZA




El olvidado

A Jorge Gaitán Durán



Ahora tengo sed y mi amante es el agua.
Vengo de lo lejano, de unos ojos oscuros.
Ahora soy del hondo reino de los dormidos;
allí me reconozco, me encuentro con mi alma.

La noche a picotazos roe mi corazón,
y me bebe la sangre el sol de los dormidos;
ando muerto de sed y toco una campana
para llamar el agua delgada que me ama.

Yo soy el olvidado. Quiero un ramo de agua;
quiero una fresca orilla de arena enternecida,
y esperar una flor, de nombre margarita,
para callar con ella apoyada en el pecho.

Nadie podrá quitarme un beso, una mirada.
Ni aun la muerte podrá borrar este perfume.
Voy cubierto de sueños, y esta fosforescencia
que veis es el recuerdo del mar de los dormidos.


BAUDELIO CAMARILLO




Ciudad en ruinas II



En la iluminación de estos despojos
se consume el aceite de mi lámpara.
Nada ha quedado en pie de esta ciudad.
Abro la boca y la humareda envuelve mis palabras,
abro los brazos y sólo estrecho destrucción y ceniza.
Hacia otras márgenes han huido mis deudos,
otra ciudad fundará lejos de mí el olvido,
y yo, que era el escriba principal del imperio,
cierro los grandes folios:
que hable por mí el silencio.


CÉSAR MORO




Un camino de tierra en medio de la tierra



Las ramas de luz atónita poblando innumerables veces el
área de tu frente asaltada por olas
Asfaltada de lumbre tejida de pelo tierno y de huellas leves
de fósiles de plantas delicadas
Ignorada del mundo bañando tus ojos y el rostro de lava
verde

¡Quién vive! Apenas dormido vuelvo de más lejos a tu
encuentro de tinieblas a paso de chacal mostrándote
caracolas de espuma de cerveza y probables
edificaciones de nácar enfangado

Vivir bajo las algas

El sueño en la tormenta sirenas como relámpagos y el alba
incierta un camino de tierra en medio de la tierra y nubes
de tierra y tu frente se levanta, como un castillo de nieve y
apaga el alba y el día se enciende y vuelve la noche y
fasces de tu pelo se interponen y azotan el rostro helado
de la noche

Para sembrar el mar de luces moribundas

Y que las plantas carnívoras no falten de alimento

Y crezcan ojos en las playas

Y las selvas despeinadas giman como gaviotas


AURELIO ARTURO




Qué noche de hojas suaves



Qué noche de hojas suaves y de sombras
de hojas y de sombras de tus párpados,
la noche toda turba en ti, tendida,
palpitante de aromas y de astros.

El aire besa, el aire besa y vibra
como un bronce en el límite lontano
y el aliento en que fulgen las palabras
desnuda, puro, todo cuerpo humano.

Yo soy el que has querido, piel sinuosa,
yo soy el que tú sueñas, ojos llenos
de esa sombra tenaz en que boscajes
abren y cierran párpados serenos.

Qué noche de recónditas y graves
sombras de hojas, sombras de tus párpados
está en la tierra el grito mío, ardiendo,
y quema tu silencio como un labio.

Era una noche y una noche nada
es, pregona en sus cantigas el viento:
aún oigo tu anhelar, tu germinar melódico
y tu rumor de dátiles al viento.

Y he de cantar en días derivantes
por ondas de oro, y en la noche abierta
que enturbiará de ti mi pensamiento,
he de cantar con voz de sombra llena.

Qué noche de hojas suaves y de sombras
de hojas y de sombras de tus párpados,
la noche toda turba en ti, tendida,
palpitante de aromas y de astros.



ELVA MACÍAS




Breve fundamento para una ciudad



Amanecimos
con la mirada abierta
contra el viento.
Trazamos un haz de luz
desde el centro de nuestros ojos
hacia el valle.
Amantes contemplamos el paraíso
desde la bóveda donde trasiegan
espíritus como insectos.
Me arrullas
me colmas de adornos y agasajos,
me instas a fundar una ciudad
y a compartir la generosidad de nuestras tierras.
Apresuras mis pasos entre los sacabastos
de altos penachos ondeando al sol,
nos escabullimos de la mirada de los negros
que danzan con la marimba
haciendo agua su boca
haciendo agua su pie.
Tomas mis manos
y depositas tu camisa de verano
te plantas en el remanso
de los ríos que se juntan
en cuyo centro albean pequeñas piedras
que vienen a chocar en mi vientre.

Este es el sitio.
Este es el lugar.

Cien años después amanece y las fachadas se
descubren
como mujeres que han pasado la noche en su sitio.