martes, 23 de mayo de 2017



EUGENIO MONTALE




Sestear pálido y absorto



Sestear pálido y absorto
junto al candente muro de un huerto;
oír entre breñales y rastrojos
chasquidos de mirlos, deslices de sierpes.

En las grietas del suelo o en el algarrobo
espiar columnas de rojas hormigas
que ora se rompen, ora se entrecruzan
en lo alto de minúsculas gavillas.

Observar entre frondas el palpitar
Lejano de escamas de mar
mientras se alzan temblorosos crujidos
de cigarras desde los calvos picos.

Y andando bajo el sol deslumbrante
sentir con triste maravilla
cómo es toda la vida y su martirio
en este andar siguiendo una muralla
coronada con vidrios rotos de botella.


De: Huesos de sepia


ABEL RUBÉN ROMERO

  


Bálsamo

Para G, por la sed compartida.



B(v)e(r)saré tu boca, tu cuello.
tus líneas aclamadas por los lobos y la tierra,
cada gota de sudor
que llama como incendio
para consumirse en tu alabanza.

B(v)e(r)saré
más allá de tus márgenes
para que cuando te desdibuje el tiempo
y resten sólo hilachos de memoria,
la palabra de mi boca testaruda
te preserve en esta luz que sobrevive.



LUCIAN BLAGA




Sueño



Toda la noche, bailan estrellas en la hierba.
Los senderos desaparecen en el bosque y en las cuevas.
El gallo enmudece.
Búhos oscuros se sientan como féretros sobre los abedules.
En la oscuridad sin testigos
se tranquilizan los pájaros, la sangre, el país,
las aventuras en que siempre te pierdes.
Sólo un alma persiste en la brisa,
sin hoy
sin ayer.
Entre los sordos murmullos de los árboles
se alzan siglos de fuego.
Desde el sueño, mi sangre como una ola
regresa
a sus padres.



MALENA DE MILI




Preciosas obscenidades



Lubrico mi agonía libidinal
para no sucumbir:

Sobre mis sucias fantasías
dejo caer pétalos de flores…

… y entonces
las solvata el perfume,
el matiz, destellos de tenue luz
y una tersa suavidad.

Entre arabescos y detalles de escarcha,
con adornos en sepia y plata
mi mente se incendia,
arde y se consume
en los peores escándalos.

Y tú
te estás volviendo el protagonista favorito
de mis preciosas obscenidades



MIGUEL ÁNGEL FLORES




Estación de la niebla



La niebla desciende sobre el puerto
Con pasos de silencio
Avanza sobre casas y rostros espectrales
Cruza jardines en ruinas
Ventanas ciegas
Puertas condenadas
La noche duerme sobre nuestros pechos
Inventario de horrores en patios
donde anida la tristeza
La garganta ensangrentada reza:
Señor apiádate del mar
Y sus verdugos
Señor apiádate de quienes
Manchan el pan y la sal
Y celebran eucaristía de desaliento
Señor apiádate de las muchachas
Vestidas de dolor y desnudas de odio
Apiádate de quienes guardan un gusto de ceniza
en los labios después del beso del amor
Señor apiádate de las mujeres que amé
Y que nunca me amaron
Y si en tu infinita misericordia
Aún queda sitio para quien te invoca
Apiádate de mí



SERGIO BADILLA



  
Una confesión de San Anselmo



Veo a los hostiles desde mi estacada
son ellos quienes acosan con sus armaduras
mi frontera
por eso asumo la fragilidad del vencido
en la trinchera interminable de estos días.
La oscuridad que oculta la conciencia es sibilina
y la casualidad es equívoca
una confesión de San Anselmo
o una sumisión de la razón para acomodarse a la herejía
Descubro a mis enemigos ya en las puertas
de mi morada
con sus apariencias malévolas
sus cartas bajo la manga
en la verdadera correría de la insania.
Soy un cátaro o un pagano que
se adapta a la paradoja
con la templanza del humillado
como una negación del raciocinio para
escapar de la duda.
La vaguedad que encubre el discernimiento es hermética
y el acaso es confuso.

Mis adversarios ya invadieron mi casa.