martes, 20 de junio de 2017


PORFIRIO BARBA JACOB




Nueva canción de la vida profunda



Te me vas, torcaza rendida, juventud dulce,
dulcemente desfallecida: ¡te me vas!
Tiembla en tus embriagueces el dolor de la vida.
-¿Y nada más?
-Y un poco más...

La mujer y la gloria, con puños ternezuelos,
llamaron quedamente a mi alma infantil.
¡Oh, los primarios ímpetus! ¡Los matinales vuelos!
Tuve una novia... Me parece que fue en Abril...

Yo miraba el crepúsculo
y creía que "eso" era el crepúsculo:
¡sí, tácita en la noche, la estrella está detrás!
El Numen de Colombia me dio una rosa bella,
mas yo perdí el crepúsculo y codicié la estrella...
-¿Y nada más?
-Y un poco más...

Y escuché que cantaban su canción de ambrosía
Pisinoe en la onda y en la onda Aglaopea:
el mundo, como un cóncavo diamante, parecía
henchido hasta los bordes por la amorosa idea.

¡Fue entonces cuando advino Evanaam, el dulce
amigo de mi alma, que no volvió jamás!
Yo amaba solamente su amistad dulce...
-¿Y nada más?
-Y un poco más...

¡Y luego... ser el árbitro de mi torpe destino,
actor en mis tragedias, verdugo de mi honor!
Mi lira tiene un trémolo de caracol marino,
y entre el dolor humano yo expreso otro dolor.

No te vas, torcaza rendida, juventud dulce,
dulcemente desfallecida, ¡no te vas!
Quiero apurar el íntimo deleite de la vida...
-¿Y nada más?
-Y un poco más...


SUSANA MACCIÓ





Bendición                                                                                              


                                                                             “Nunca terminará
                                                   es infinita esta riqueza abandonada”
                                                                                    Edgar Bayley




Algo respira
En la belleza de las cosas
algo canta
en el corazón del universo
algo sonríe
en el cándido rostro de la vida.





BAUDELIO CAMARILLO




Poemas de agua dulce
(fragmentos)




III

Las niñas que se bañaban con nosotros
han madurado también bajo la luz.
Son los mejores frutos del verano, lo sabemos,
pero las ramas de que penden aún son altas
a nuestra torpe y ciega timidez.
Río arriba se bañan cada tarde
y el agua llega hasta nosotros perfumada.
Ahora las miramos desde lejos.
Son como una parvada de palomas
que se apartan un poco de nosotros
para obligarnos a volar.

***

Artemisa fue cruel:
convirtió en ciervo al hombre que la miró
desnuda en estas aguas
y lo arrojó a los perros.
Afrodita al contrario, esta tarde lo supe,
le habría desnudado el corazón
para que se bañase junto a Ella.

***


De: “La Noche es el mar que nos separa”.


VÍCTOR SANDOVAL



  
Che. el viento combativo



Glosa de la última carta que el comandante Guevara escribió a sus padres

Condotiero del siglo: me has llenado
el corazón de amor para quererte.
Y estos ojos que no pudieron verte
hoy quieren repasar lo no olvidado.

Como ciervo en el monte, acorralado,
te cercaron los perros a morderte.
Ni adarga ni rocín para tu muerte
ni lanza de justicia en el costado.

Intensidad y pesadez de ola,
el asma desgarró tu camisola.
Te dejaron agónico y doliente

y el dolor fue como una llamarada
que se vuelve sonrisa esperanzada
y en tus labios renace eternamente.


VICTORIA LOVELL



  
Película



El hombre del lobo no, del bosque
aquel leñador que intacta salva
a la niña de la caperuza.

Leves palmadas regresan
calientes rozada casi blanca bombachita
sobre las rodillas oscuras
de franela áspera.

Quién confundió la escena
era aquella, no ése
sino aquí
no regresa la muda
de ojos abiertos.

Ni contemporáneos ni testigos
hay en la infancia.


SERGIO BADILLA




Fragmentos de la misma leyenda



Conservo en mi memoria las noches de mis padres
en la travesía desde el Cabo de Hornos hacia Valparaíso.
La sangre del bárbaro que migró desde Mongolia
hasta Tierra del Fuego.
Los rayos que opacaron la mirada de Jacob en el desierto.
La escritura cuneiforme de los babilonios ancestrales
en mi caligrafía primigenia.
Todos somos fragmentos de la misma quimera
fantasmas de señales longevas
en algún recodo del universo.
La realidad se obliga con sus aberraciones y manías
con sus abstracciones en la concordancia hemisférica
del cerebro
más cerca de la imaginación que del hastío.
Todos somos trozos de la misma fábula
deslices de frecuencias agónicas
en cierta afinidad de la materia.
Guardo en mis nostalgias el evangelio doctrinal
de mis abuelos
en la búsqueda de un edén entre los montes
en Babel o en Atacama.
La estirpe del sefardí que caminó desde Sefarad
hasta Los Andes.
El fuego que Moisés tuvo en sus manos.
Todos somos fragmentos de la misma leyenda.